Kiss y Megadeth le ganan la pelea a la logística en Madrid
Si hace cuestión de diez años nos explican que en 2018 vamos a tener una gira de Kiss por España en exclusiva, probablemente a todos nos habría dado la risa. De hecho, hace diez años, Kiss volvían a girar por Europa después de diez años sin pisar el viejo continente y apenas hubo una fecha en nuestro país dentro del añorado festival Kobetasonik de Bilbao.
Desde entonces, Kiss han sido bastante regulares en Europa y también en España, país que han visitado también en 2010, 2015 y ahora nuevamente en 2018. Una gira que comenzó a gestarse hace casi cinco años y que ha tenido como hilos vertebradores la presencia de la banda en dos grandes festivales como son el Resurrection Fest y el Rock Fest Barcelona.
Tras un primer concierto algo irregular en Barcelona el sábado, la banda volvía a Madrid para certificar que la capital sigue siendo una plaza muy fuerte para los americanos. Lo que pasa es que hacer dos shows de Kiss seguidos en dos días seguidos provocó un retraso considerable en la llegada del material de la banda a Madrid. Por ende, la apertura de puertas se demoró prácticamente dos horas hasta que todo el montaje del grupo estaba en su sitio, pese a que se dejaron en el camión algunas piezas como la plataforma desde la que la banda desciende al escenario en el primer tema del show. Un mal menor, teniendo en cuenta que montar un escenario completo como el de Kiss no es viable en cuatro horas.
Megadeth acortan su show
Con un Wizink Center razonablemente lleno (sobre las 12.000 personas) salieron a escena Megadeth sobre las 20:50, apenas veinte minutos tarde sobre la hora anunciada. Mustaine parece rejuvenecido en este tramo final de la gira de “Dystopia”, con la que lleva ya dos años trotando el planeta. Un buen show que, probablemente, ha sido el mejor que les he visto en una temporada y donde el bueno de Dave Mustaine parecía enérgico y rejuvenecido. Salieron directos a por “Hangar 18” y no aflojaron durante los cincuenta minutos que actuaron, donde Mustaine pidió disculpas por tener que recortar algún tema debido a los retrasos. Es evidente que lo de ir renovando la formación cada pocos años contribuye a que Megadeth se mantengan como una banda fresca y motivada sobre el escenario. Kiko Loureiro y Dirk Verbeuren son dos tipos muy solventes musicalmente y rinden sobre el escenario aunque, en gran parte, carezcan de una actitud magnética sobre las tablas como la que podían tener Marty Friedman y Nick Menza en su momento. Esto se cubre mayormente con la entrega infinita de un David Ellefson y un Mustaine que trotan aquí y allá durante todo el show, marcando cada desplazamiento con el aullido del público que les sigue.
Quitando el obligatorio repaso a un par de canciones nuevas de “Dystopia” (“Dystopia” y “The Threat is Real”, que suena deliciosamente a la era de ‘Youthanasia’, especialmente en directo) el set de Megadeth fue un rápido grandes éxitos como aquellos que podías adquirir en las gasolineras en cintas de cassette. A “Hangar 18” se le sumaron “ The Conjuring”, “My Last words”, “Tornado of souls”, “Symphony of Destruction”, “Peace Sells” y, ya en el bis, “Holy Wars…The Punishment Due”. Show intenso, sin miramientos y que supo a poco.
Nunca es demasiado tarde para Kiss
Después de tres cuartos de hora de espera en los que el escenario estuvo mayormente tapado por un telón negro con el logo de Kiss, las luces se apagaron y a las 22:30h, con media hora de retraso, salieron a escena Kiss con el eterno “Deuce”. Hay algo especialmente nostálgico en que empiecen los shows con este tema y no con ningún otro. Dejad de lado “Detroit Rock City”, “Creatures of the Night”, “Modern Day Delilah” y demás. Los shows de Kiss, desde 1974, empezaban con “Deuce” y con “Deuce” deberían empezar siempre. Ese punto final donde el grupo se acerca poco a poco a la extensión central del escenario, Simmons da una patada al aire con sus botas gigantes, y empieza el mítico movimiento coreografiado de la banda sobre el riff principal, es mágico. El público estalla, la banda sonríe y con una explosión se da por finalizado el tema. Hay cosas que deben ser siempre iguales y esta es una de ellas.
A partir de ahí, la banda fue por faena. Más ensayados que en Barcelona, especialmente en lo que respecta a clavar los finales de las canciones al unísono, Kiss fueron sobre seguro en todo momento, sin perder ese ligero elemento de improvisación que está acompañando su gira española, con setlists más improvisados de lo habitual en orden y selección de temas. En Madrid, Paul Stanley alargó inusualmente el tramo de participación del público en “Shout it Out Loud”, si acaso, un poco perdido sobre la canción y buscando a la banda de nuevo. Las de Gene, como “War Machine”, sonaron aplastantes. De algún modo, el otrora espectacular Stanley se ha convertido en la parte más débil de Kiss en la actualidad: ni su mítica capacidad comunicativa entre canciones parece mantenerse a la altura. Para la posteridad queda aquel disco pirata titulado “Let Me Get This Off My Chest” que compilaba exclusivamente los stage raps de Stanley a lo largo de los años.
Clásicos a mansalva y sin tregua
El reparto de las tareas vocales para no abusar de la frágil voz de Stanley fue obvio a lo largo del show. Rara vez caían dos canciones de Paul seguidas y Eric Singer echaba una mano considerable en canciones como “Firehouse”, donde Simmons obviamente escupió fuego. Pronto llegaría “Shock Me”, cantada por Tommy Thayer y con breve solo de guitarra incluido, para luego hacer el único repaso a la actualidad con “Say Yeah”, de aquel ya lejano “Sonic Boom” de 2008.
El tramo central del show tuvo hits infaltables como “I Love it Loud” intercalados con temas menores pero históricos como “Flaming Youth”. El grupo recuperó “Calling Dr. Love”, que no sonó en Barcelona, antes de que “Lick it Up” pusiese Madrid patas arriba. Siendo la capital una cuna del hard rock clasicote dentro del país, era previsible que la pista estallase ante el alegato al sexo oral de Stanley.
En la parte más espectacular del show se concentraron el solo de bajo de Gene Simmons vomitando sangre, con el que salió volando a una plataforma en la parte superior del escenario para interpretar “God of Thunder” -por suerte le soltaron en la plataforma con más suavidad que en Barcelona, donde casi se nos mata el ‘Demon’. Le siguieron la explosiva ‘I Was Made For Lovin’ You’, un ‘Love Gun’ con vuelo de Paul hacia el escenario central del recinto y el cierre del tramo principal del show tal y como mandan los cánones: un “Black Diamond” suculento cantado por Eric Singer, con batería elevándose y profusión de fuegos artificiales -aunque mal sincronizados.
En los bises no hubo “Cold Gin” pero hubo un duo enlazado de “Detroit Rock City” y “Rock and Roll All Nite” con Paul rompiendo su guitarra contra el escenario, Tommy y Gene elevándose por los aires y un display pirotécnico final de alta intensidad.
Otra noche en la oficina para unos Kiss que nos están diciendo adiós lentamente y cuya próxima gira se anticipa larga, espectacular y, sobretodo, de despedida. Aún quedan sendos shows en Córdoba (Kiss en Córdoba! Toma ya!) y en Viveiro dentro del Resurrection Fest (Kiss en Galicia! WTF?) para finiquitar un 2018 poco intenso en actividad en directo pero muy denso en planificación de futuro para unos Kiss que se irán a su manera y cuando ellos quieran.
Promotor:Rock N Rock
Hora:20:30
Sala:Wizink Center
Ciudad:Madrid
Puntuación:8
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