Kadavar: el rodillo alemán noqueó Málaga

Bienvenidas sean las giras en segunda vuelta, ya que mucho público que se queda fuera de los circuitos habituales de tour internacionales, puede disfrutar de bandas del calibre de Kadavar. Tanto que, cuando entramos en la sala París 15, había mucho más público del que se puede esperar en un principio.

Aún no habían salido Monolord a escena, y ya se palpaba el buen ambiente que nos acompañaría durante toda la velada. Ojalá se repitan muchos conciertos como este.

Monolord: Monolito monocorde y monótono

A pesar de tener que interpretan el papel secundario de la noche, bastante gente se encontraba expectante al directo del trío de Gotemburgo. Desde su primera interpretación, se notaba que salieron a darlo todo. Sin complejos. Comenzaron a golpearnos con su stoner doom monolítico e hipnótico por momentos. Hay que estar muy centrado en su directo, y vivirlo desde dentro, porque si no, se corre el riesgo de entrar en un bucle monótono que nos llena de zozobra. Y eso que el timbre de la voz de Thomas Jäger, es más que agradable.

Monolord es ese tipo de grupo del que disfrutas con facilidad de un par de canciones, pero que cuando se alarga la cosa, dejan de ser interesantes. Venían presentando su último disco “Rust” del pasado año, pero hicieron un repaso de su corta carrera. Llevan unos cuatro años escupiendo riffs oxidados en sus tres discos de estudio. Quizás en un concierto propio, se podría apreciar más su variedad estilística y su nube psicodélica. Pero no fue el caso. Y sin poner en duda su calidad, al final, su show resultó monótono.

Preparados para volatilizar en pedazos al público malagueño

Cuando terminó el concierto de Kadavar, es cuando entiendes porque esta banda alemana ha crecido tanto en tan poco tiempo. No sólo tienen unos más que notables trabajos publicados, y potentes directos como su último “Live in Copenhagen”. Su directo es magnético, arrollador, y tiene esa pizca de magia intangible, que los diferencia del gran montante. Con “Skeleton Blue” iniciaron un show plagado de enormes momentos, con el que se ganaron de primeras al público asistente. El barbudo y peludo trío berlinés, saben cómo marcar los tiempos, y temas como “Eye Of The Storm”, “Tribulation Nation” o “Doomsday Machine”(qué estribillo!), eran puro gozo.

Kadavar (Foto: Satur Romero)

Que su batería Christoph “Tiger” Bartelt ocupe el centro del escenario, no es fruto de la casualidad. Es un espectáculo. Su toque demoledor, sus movimientos, e incluso sus gestos, se trasladan al público con suma facilidad. ¿Y qué podemos decir de su vocalista y guitarrista Christoph “Lupus” Lindemann? Nada malo, todo bueno. Sus riffs y sus solos a diestro y siniestro nos dejaron noqueados, y nos sumergen en su cosmos stoner setentero casi sin darnos cuentas. Su voz no decayó en ningún momento, y nos regaló interpretaciones de bandera como en “Purple Saga” o “Into the Wormhole”. Sorprendió la veces que se dirigió al público con un más que correcto castellano, aunque sus palabras siempre fueron breves, para no cortar el trepidante ritmo de su concierto. No por moverse relativamente menos, tenemos que dejar de mencionar al bajista Simon “Dragon” Bouteloup; su aportación rítmica es incalculable.

Kadavar (Foto: Satur Romero)

Con un público bastante calentito, encararon un final de un concierto de hora y media de reloj, que nos supo a gloria. Antes de los bises, descargaron un “Into The Night” mastodóntico. Ese estribillo y ese solo de Lupus, quedarán grabado en nuestras memorias. Pero los asistentes querían más, y la pegadiza “Die Baby Die” (que ya está convertida en uno de sus clásicos), arrancó de nuestras gargantas su pegajoso estribillo. Para cerrar escogieron “Black Sun”; otra joya de su discografía para despedirse por todo lo alto. Todos gritaron otra, otra, pero con una sonrisa de oreja a oreja, se fueron los teutones más que satisfechos por su entrega. Fueron una apisonadora de principio a fin, y dejaron claro por qué su popularidad no para de crecer.