Incubus llenan de nostalgia y coros Madrid
Siendo el 25 de Agosto, con el verano dando sus últimos coletazos, la fecha estaba marcada en rojo en el calendario de conciertos de la capital, pues desde la salida a la venta de las entradas, se había colgado el cartel de sold out en la Sala La Riviera, y aunque muchos clamaban por mover el concierto a otra localización, los organizadores mantuvieron el plan inicial, llenando la sala hasta los topes en una noche sin teloneros y con gratas sorpresas.
El post grunge se hace fuerte
El año pasado se cumplían 20 años de “S.C.I.E.N.C.E”, un álbum que marcó una época y que dio a conocer a Incubus, una banda que se movía entre el grunge más rockero de los 90 y los primeros sonidos nu metal de final de siglo, con una personalidad propia y que, aunque recordaban en sus inicios a Faith No More o Red Hot Chili Peppers, supieron hacerse con su sitio en el panorama musical emergente.
Como tantas otras bandas de los ’90, Incubus venían a Madrid a confirmar la segunda juventud del movimiento que surgió a finales del siglo pasado y que marcó a toda una generación. Ese contraste de generaciones se pudo ver en la sala la noche del 25 de Agosto de 2018, con un público muy variado pero sobre todo con presencia de gente de treinta y poco cantando temas que, en su momento, se grabaron en las mentes de los asistentes. Los noventa nunca se fueron, y ahora vuelven con más fuerza, con energías renovadas y llenando un hueco que ya empiezan a dejar las bandas de los ’80. En esta ocasión, los californianos venían a presentar «8», el disco que sacaron a finales de 2017, pero por suerte para los asistentes, apenas tocaron algún tema del mismo, centrándose sobre todo en clásicos de la banda.
Empieza el karaoke nocturno
Desde los primeros compases de “Privilege” se vio que iba a ser una noche especial, pues el respetable no esperó ni siquiera al estribillo para empezar a cantar cada estrofa de las canciones que esa noche sonaron en la céntrica sala madrileña. A todo pulmón y con las emociones a flor de piel, se podía oír por momentos más al público que a los artistas, ya que el concierto empezó con el sonido titubeante. Pronto se solventaron los fallos iniciales, para dar paso a una noche que terminó siendo épica.
“Anna Molly” y “Megalomaniac” subieron la temperatura rápidamente, con imágenes en las tres pantallas que había en la sala, una a espaldas de los músicos y dos escudando el escenario a cada lado. La gente saltaba, cantaba y entraba en la energía propuesta por el grupo, que se hizo con los mandos del concierto apoyados sobre todo en la potencia como frontman de Brandon Boyd, el californiano para el que no han pasado los años.
El vocalista y líder de la formación es otro cantar, esculturado y fiel a su estilo, cantando con los mismos registros que le llevaron a estar en el altar de los grandes, como Eddie Vedder o Chris Cornell. Con el público ya entregado a la emoción de la propuesta musical que había enfrente, y con la sala llena hasta los topes (el tope que se permite, tras el recorte de aforo), llegó el turno de “A Kiss to Send Us Off”, una de las canciones más grunges que posee la formación, donde Brandon dio rienda suelta a sus bailes, melena al viento y transmitiendo muy buen rollo a las primeras filas.
Y llegó la hora de sacar pecho
La noche avanzaba a las mil maravillas y era la hora de desmelenarse del todo y mostrar la fuerza que tiene la banda, y que mejor manera de hacerlo que sacando pecho, literal. Botones fuera y torso al descubierto, para deleite de las féminas presentes, con un cuerpo moldeado por el surf y las playas californianas, un clásico del carismático vocalista. Pero eso no distrajo de lo que estaba ocurriendo en el escenario, con el grupo demostrando solidez y en plena forma.
Los primeros sonidos de “Circles” levantaron un grito de emoción que recorrió el recinto, pues para muchos, “Morning View” es una de las obras maestras de la banda. La interpretaron como si los años no hubiesen pasado y trajeron a la sala un trocito de historia de la música. Por si había ganas de más, “Echo” trajo la tranquilidad para tomar aire, con sonidos más psicodélicos y experimentales, marca de la casa. Hasta este punto, se podía decir que las expectativas creadas estaban siendo cumplidas.
Como si leyeran la mente de los presentes, vuelta al pasado con la mítica “Pardon Me”, donde muchos asistentes se dejaron las cuerdas vocales, coreando no sólo el pegadizo estribillo, sino que la canción completa, mezcla perfecta de grunge y nu metal. Había tiempo para seguir navegando en la discografía de la banda, y tras “Sick Sad Little World”, era el momento de visitar otro de los discos fetiche de la formación, “If Not, When”, con “No Fun”.
Presente y futuro se asomaban a la Sala
Hasta el momento, durante el concierto de Incubus en Madrid habían demostrado que la historia les ha puesto donde están por su buen hacer compositivo, y era el momento de comprobar como respondían los asistentes a temas más modernos como “Love Hurts” o “Absolution Calling”. Bajó el estad anímico sin duda, pero la respuesta fue positiva, incluso cuando sonó la versión de Chriss Isaak “Wicked Game”, interpretada con maestría, sumiendo a la sala en un estado de hipnosis cuando Brandon aguantó las notas más emotivas del tema.
Una pena que decidieran meter covers en vez de incluir clásicos que se echaron de menos, tales como “Are you In?” o “Nimble Bastard”. Aún así, buena versión para dar entrada a la añeja “Calgone”, tema que ya tiene más de veinte años de vida y es leyenda viva de Incubus, al que siguió una nueva cover, esta vez de INXS, “Need You Tonight”.
Se acercaba el final del show, pues con los primeros acordes de “Nice to Know You”, volvió la emoción a la sala pues regresaba la autenticidad que representa a los californianos, y más emocionante se hizo cuando parecía que se despedían con “Wish Yoy Were Here”, con final made in Pink Floyd para deleite de los asistentes. Se despedía la banda, repartiendo agradecimientos y ante la sonora ovación de un público que estaba entregado, pero insatisfecho hasta ese momento.
Encore de lujo para cerrar una actuación memorable
Poco tuvieron que esperar los asistentes para que Incubus volvieran a escena, anunciado con la intro de The White Stripes, “Seven Nation Army”, presentando “Punch Drunk”, cantada sin freno y muy bien recibida por la audiencia que ya empezaba a ver que el final del concierto era inminente.
Pero no podían irse sin tocar “Drive”, donde nuevamente la sala se convirtió en un enorme karaoke de pasión y disfrute. Parecía que se iban que era el final, que el inevitable adiós había llegado, pero el público madrileño aún tenía un manjar más que llevarse a la boca, la potente “A Crow Left of the Murder”, que no venían tocando en toda la gira y que fue la sorpresa de la noche.
Ahora sí, era el momento de decir adiós, de despedirse de casi dos horas de concierto de unos Incubus que es difícil ver por nuestras fronteras, y que volvieron a dejar patente que hay ’90s para rato. Noche redonda para ir despidiendo el verano de la capital.
Texto y fotos: Stilav
Promotor:Live Nation
Día:2018-08-25
Hora:21:00
Sala:La Riviera
Ciudad:Madrid
Puntuación:9
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