Hellfest 2019 puede con todo (Manowar incluido)
El festival se consolida como una de las opciones metaleras más importantes de Europa con un cartel de lo más potente que se puede desear. Este año, Hellfest y Knotfest se han unido además para una edición de ensueño.
Desde su nacimiento en 2012 en Estados Unidos, el Knotfest ha tenido varias sedes repartidas por medio mundo. Ahora desembarca en Europa y se acopla, en una excelente maniobra de marketing, con el que saben es uno de los mejores festivales del continente. Y es precisamente este «bonus track» el que empodera al Hellfest, pasando de la clásica duración de viernes a domingo, a tener una antesala de jueves con, ni más ni menos, diez bandas extras de primer orden.
Como todos los años, la organización no ha derrochado en incluir extras al recinto para hacerlo más atractivo y cómodo. Al adoquinado de la zona central de los dos main stages se suma el césped artificial en la zona de restauración y el compost de astillas en la zona de descanso. Nuevos set y tótems acordes a la decoración temática crean un ambiente único. Si bien no todas las instalaciones estaban abiertas para este primer día, son más que suficientes para hacerse una idea de la grandeza del evento. Como extra y sólo para este primer día, se montó una carpa de circo donde los más curiosos pudieron contemplar vestuario, atrezzo, instrumentos y partes de decorados utilizados en las pasadas giras por Slipknot…
Había llegado la hora de tomar posiciones para empezar la jornada. Los primeros en salir a la palestra sería Sick Of It All, leyendas del hardcore de Nueva York durante más de treinta años para presentar su último trabajo ‘Wake The Sleeping Dragon!’ y provocando los primeros pogos de este largo fin de semana.
Los suecos Amaranthe se sumarían a la fiesta con un bolo no exento de altibajos. La buena predisposición de la banda contrastó con el pésimo sonido y ruidos procedentes del otro escenario. La voz limpia de Elize se acopló perfectamente con los guturales de Henrik de manera notable en clásicos como «Drop Dead Cynical». Con una banda enchufada al cien por cien, nos fueron regalando temas como «GG6» o «Helix», ambos incluidos en su último redondo, o la clásica «The Nexus».
Seguían corriendo los minutos y con un ligero retraso, era la hora del rock industrial de Ministry. Pioneros o inventores de este género allá por finales de los ochenta, es rara la vez que no se presenta con cambios en su alineación y para esta ocasión nos presenta a el que fuera bajista original de la banda Tool, Paul D’Amour. El rollo delirante y anárquico de Al Jourgensen se deja ver desde el primer tema aunque no al nivel de otras ocasiones como en este mismo escenario hace dos años. Tiros clásicos como «Jesus Built My Hotrod» o «N.W.O.» no podían faltar a esta cita. Con aspecto cansino, se despidió dando las gracias al Hellfest en vez del Knotfest. En fin…
Cambio de escenario para asistir al ritual con el que abren show Behemoth. Acostumbrados a ver a Nergal y los suyos entre tinieblas, se nos hace raro contemplar su bolo a plena luz del día. Humo, humo y más humo inundan el escenario mientras Inferno comienzan a martillear los bombos mientras, entre llamaradas tres enmascarados hacen gemir sus guitarras. Parón y vuelta a empezar. Esta vez dando paso al novedoso tema Bartzabel. A partir de aquí el viaje será cada vez más oscuro y pesado hasta llegar a las clásicas «Conquer All», y rematar con «Coagvla».
He de reconocer que Papa Roach no son de mi palo y quizás peque de parcial al decir que su bolo fue con creces el más flojo. Si mal empezó, peor acabó, girando a unos derroteros de corte pop que nada tenía que ver con lo que el respetable esperaba. Su pobre propuesta nos obligó a tirarnos directamente a la barra más próxima.
Próxima parada: Powerwolf. Estos alemanes llevan más de una década subidos al carro del éxito con su propuesta powermetalera y no parece que estén dispuestos a bajarse de él. Sobre una escenografía que recordaba las ruinas de una iglesia, construyeron un show sólido y de calidad. Los hermanos Greywolf, piedras angulares de la banda descerrajan riffs a diestro y siniestro, mientras Attila al micro se mete en el bolsillo al público con arengas y parrafadas en francés. Cierran su espectáculo visual y musical con un trago de sangre «We Drink You Blood». Por poner una peguita, los «excesivos» juegos vocales con el público.
Poco a poco la luz se va apagando para dar paso al show de los zombies, al show de Rob Zombie. Se podría decir que Robert es un asiduo de estos lares, no en vano se ha subido sobre estos mismos escenarios en las ediciones del 2014 y 2017. La noche comienza con el electrizante «Meet The Creeper», a la que seguiría «Superbeast». Con un escueto «¡Bienvenido al show de zombis!» Rob nos sumerge en un mundo psico donde inmensas pantallas proyectan hipnotizantes imágenes, siluetas de bailarinas y llamaradas para adentrarnos en «Living Dead Girl». Ya introducidos en su propio universo y su talento para las imágenes, la banda sigue desgranando setlist acompasado por increíbles muestras de clips y vídeos. Sus más de 54 palos no le impiden bajar al foso y darse un baño de multitudes desde la valla, todo un alarde de buena forma y energía, no en vano y como reza su siguiente tema «More Human Than Human». ¡Para quitarse el sombrero!
Para rematar, lo que nos faltaba por ver en los escenarios: que el propio ínclito haga promo de su próxima película «3 From Hell». Y es que en la tarjeta de visita de este señor no aparece sólo cantante, sino escritor, productor y director de cine. Unos cuernos gigantes asoman por el otro escenario, anunciando la entrada de vikingos, mientras Rob cierra su show con la bailonga «Dragula», dejando a un público más que satisfecho.
Ya se ha hecho de noche cuando nos desplazamos hacia el escenario de al lado para ver a los suecos Amon Amarth. Por si a alguno de los asistentes no le había quedado claro, una gran lona negra con la palabra Berseker ocupando todo el frente, nos recuerda el nombre de su último trabajo. Detrás, un gran casco vikingo ocupa el centro del escenario y en la parte superior, una batería que empieza a marcar el ritmo de «The Pursuit Of Vikings».
Porque sí, su escenografía es vikinga, sólo hablan de vikingos en sus canciones, se disfrazan de vikingos para las portadas de las revistas del género, pero no hacen viking metal, no señor, lo suyo es death metal melódico y del bueno. Podría decirse que su número es recurrente e incluso cansino, pero forma parte de su ADN y no serían Amon Amarth sin su «The Way Of Vikings» y su pelea figurada entre guerreros, o «Twilight Of The Thunder God» sin el martillo de Thor. Es lo que hay.
De nuevo nos movemos al main stage 1 no sin cierta dificultad. La multitud se transforma en una trampa de la que difícilmente se puede escapar y todo para ver a Slipknot, cabeza de cartel de su propio festival. Serán unas cuantas las veces que nos repitan lo agradecidos que están a la organización del Hellfest por esta asociación y que seguramente volverá a suceder (me puedo imaginar las chiribitas que produce el brillo del euro en los ojos de algunos). Como en el bolo anterior, una gran lona con el nombre de la banda esconde la escenografía preparada para la ocasión (y que se nos antoja un poco justa). Dos columnas laterales sirven para localizar a los percusionistas, mientras la zona central está tomada por dos grandes ventiladores que sustentan la batería y pantallas que muestran imágenes sincronizadas con una gran pantalla trasera.
La ventaja de ser los anfitriones es que tú marcas los tiempos y, en este caso, hora y media ha sido lo pactado, tiempo más que de sobra para repasar sus clásicos y presentarnos algunas de las canciones de ‘We Are Not Your Kind’, que saldrá a la venta en octubre. Tanto tiempo sin tocar se les nota. La adrenalina se escapa por sus poros mientras entonan «People = Shit», el primer tema. Rápidamente la energía fluye por una enfurecida multitud que no deja de dar botes. La demoledora combinación de percusión y bajo de «(sic)» no haría más que añadir gasolina al fuego. Enseguida, la novedosa «Unsainted», la potente «Before I Forget» y la imprescindible «Psychosocial».
No podía faltar el sentido homenaje al malogrado #2 Paul Gray incluyendo en lista «The Devil In I» y «Custer», ambos del disco ‘.5: The Gray Chapter’. El ritmo frenético no decae en ningún momento y el calor empieza a ser agobiante y asfixiante por partes iguales. Para la traca final y ya con todo el pescado vendido, se sacaron de la manga temazos como «Spit It out» y «Surfacing».
Encaramos el último bolo del día con la señal de reserva encendida. Si hubiese alguien que no conociese a Sabaton pensaría que se está metiendo en zona de guerra y es que, si hay alguien que sabe asumir su papel, estos son los suecos. Si a una estética militarizada le sumas un gran tanque, armas, cascos, barricadas y alambre de espino, mientras suenan canciones con letras de contenido histórico, bélico o heroico ¡tachan! has entrado en el mundo Sabaton.
Con un más que mascado «Ghost Division» comenzaron las hostilidades y no se bajarían de la ola hits hasta bien entrado el bolo, hasta el punto de hacernos olvidar su último trabajo. Joakim Broden y sus tres guitarras pone firme al personal a golpe de temas como Resist and Bite, Carolus Rex o Primo Victoria. Momento épico el que se produjo cuando al escenario se subieron una veintena de personas ataviadas con distintos uniformes militares para cantar como una única voz «Night Witches».
Redondearían faena con «To Hell And Back» mientras bañan a los asistentes con miles de octavillas alegóricas a su último trabajo ‘The Great War’. Poco a poco la gente se retiraba con la satisfacción de haber asistido a un gran festival, con un formato tan oportunista como efectivo y un cartel muy atractivo que en general cumplió las expectativas de los más críticos y reticentes. A buen seguro que esta fórmula se repetirá de nuevo en Europa, ya sea asociándose al Hellfest o a cualquiera otro de su nivel. Si no, al tiempo.
Empieza el Hellfest de verdad
Un terremoto de intensidad 5 en la escala de Richter se sintió la mañana del 21 de junio en la región de Nantes. Un inmenso punto negro se localizó en la pequeña población de Clisson. Es aquí donde, como en años anteriores, se abrieron las puertas del averno para dar cabida a una nueva edición del Hellfest Open Air. El inquietante ejército de almas inquietas que buscaban un sitio donde satisfacer sus inquietudes musicales llegó al universo Hellfest para encontrar en él espacio para todo tipo de músicas metaleras.
Las tres carpas con las que cuenta el festival son famosas por albergar las corrientes más radicales de la música metal: el Temple, dedicada al black metal, el Altar que sigue siendo la cita del death metal. Finalmente, se supone que el Valle, encajado entre la entrada del festival y el área VIP (que se parece cada vez más a la aldea chic de Roland Garros), reúne a la crema de stoner rock y otros maestros del riff gordo.
El colofón lo componen dos descomunales main stages por donde pasarán, supuestamente, los grandes nombres de la escena internacional que para esta edición la organización nos ha seleccionado. Mención aparte merece la Warzone, el escenario más intenso por albergar los sonidos punk/hardcore del programa. Es momento ahora de hacer las primeras evaluaciones, marcar destacados y marcar los mayores fails.
Viernes 21 de junio
La noticia del día no fue que la televisión local anunciara amenazas de lluvia, sino la cancelación de los esperados Manowar, cabeza de cartel, y los consiguientes dimes y diretes de las posibles causas que provocaron esta “estampida” y que con toda seguridad tardaremos en conocer. La incomprensible actitud de los neoyorquinos provocó la indignación en los miles de seguidores que se habían desplazado para la ocasión y que vieron truncadas sus expectativas, y los que solventaron ese espacio fueron, por segunda noche consecutiva en el recinto Sabaton (aunque con otro formato, ya que Joakim no se encontraba bien de la voz y le sustituyó en esa labor el guitarrista de la formación).
La mañana arrancaba con Godsmack, toda una revelación después de su reinvención. El gran sonido post-grunge ligeramente estandarizado de sus álbumes de estudio adquiere toda su fuerza aquí, amplificado por un sonido literalmente colosal. El cantante, Sully Erna, tipo simpático, se vio un poco eclipsado por el batería Shannon Larkin (que también toca en Ugly Kid Joe), literalmente desatado, como si fuera el batería de los Muppets Show.
Los nuevos temas «When Legend Rise» o «Unforgettable» caen como un obús sobre los sus madrugadores fans. Aprovecharon cada minuto de los escasos cincuenta que les han encomendado, dejando para el final un duelo de percusión bastante fascinante: los tambores de Larkin se deslizaron hacia un lateral dando entrada a Erna, ex batería, y tienen lugar unos diez minutos muy tribales, en los que se versionearon clásicos como «Back In Black», «Walk This Way» o «Enter Sandman».
No One Is Innocent regresaba al Hellfest con su tradicional introducción: «We are no one, we play rock’n’ roll, and we go! La banda mezcló algunas cosas nuevas con sus grandes clásicos, como «La Peau» o «Nomenklatura». Poco tardaron los espectadores en saltar y lanzarse a frenéticos «muros de la muerte». Nico, de la banda de Tagada Jones, saldría en ayuda de sus amigos para un último «W.T.F.» Un verdadero tornado acababa de pasar sobre el festival. Diamond Head, que en esta ocasión les tocaba actuar en la carpa Temple, era esperada con impaciencia por sus seguidores. Este grupo británico, formado a finales de los años setenta, son los padres de dos temas versionados por nada menos que Metallica: «Am I Evil?» y «Helpless», y por supuesto no podían faltar en su setlist, si bien con ligeras adaptaciones para la ocasión como cambiar Helpless por Hellfest, para mayor regocijo del coro.
Para este primer día de festival, la organización tuvo a bien dedicar el 100% del tiempo del Mainstage 2 al metal francés, desde los locales Ultra Vomit, pasando por Dagoba, los consagrados Mass Hysteria o Gojira, una de las bandas con más proyección del metal actual. Ultra Vomit, como su nombre indica, juega con los clichés de metal y los lleva a sus límites, haciendo de su show un momento de jubilosa regresión. Programados en el escenario principal, atrajeron a la multitud parodiando a grandes como Rammstein, Iron Maiden o reinventando temas como Calojira: «Face Á La Mer» de Calogero, cantada al estilo de Gojira.
Fue Gojira precisamente quienes provocaron uno de los momentos más destacados del día. Instalados en la primera división metalera, los de Landas impresionan y fascinan con el poder de su metal, cada vez más consistente y mezclado con la intensidad de sus vídeos, proyectados en pantallas XXL. La cara de incredulidad de los asistentes era un poema. Todo el mundo tenía la impresión de haber presenciado uno de los grandes conciertos de esta cita.
Remataríamos el día en la Warzone para disfrutar del bolo de Sum 41 ¿Pero por qué demonios los organizadores pusieron a los punks canadienses de Sum 41 en la Zona de Guerra? Una pasada de lugar, pero que apenas da cabida a los miles de fans que han ido a disfrutar de canciones punk-pop. El cantante-guitarrista Deryck Whibley no tuvo problemas para meterse al público en el bolso a las primeras de cambio, combinando temas de su próximo lanzamiento en julio, como «A Death In The Family», con versiones extralargas de Queen «We Will Rock You», o sus éxitos de hace 15 años, como «In Too Deep», «Fat Lip» y «Still Waiting».Esperemos verles más veces por aquí pero en el lugar que se merecen: en un escenario principal.
Sábado 22 de junio
Kiss, ZZ Top, Def Leppard, Whitesnake… hubo un tiempo, digamos hace treinta años, donde acomodar un cartel de este calibre era todo un logro para cualquier organización y cualquier ciudad. Las crónicas leídas de los primeros conciertos de la nueva gira de Whitesnake nos hacían estar atentos a lo que aconteciera en el día de hoy. El cantante, David Coverdale, se mostró en buena forma física, un poco menos vocalmente, pero aun así aceptable. No se entiende muy bien a que vinieron esos insistentes gritos inútiles que dio entre canción y canción, pero bueno. Seguro que si los omite, sus seguidores y su futuro vocal se lo agradecerán. Aun con esto, el concierto fue agradable, comenzando con un infernal de «Bad Boys» y terminando con un majestuoso «Still Of The Night». Entre muchos buenos momentos, destacar «Here I Go Again» o «Love Ain’t No Stranger». Ignoraremos los solos innecesarios…
Para aquellos que hayan visto con anterioridad un concierto en la gira de Within Temptation, se habrán dado cuenta de que es más o menos lo mismo, aunque eso sí, efectivo. La banda holandesa no sólo recicló sus éxitos, sino que también ofreció varios extractos de su última obra, ‘Resist’, como el formidable «The Reckoning», cuyo clip la banda proyectó al mismo tiempo que sonaba. En el último momento, y para deleite de su más acérrimos seguidores, trallazo con uno de sus clásico absoluto «Mother Earth».
Lo de Def Leppard es para analizar. Aunque empezaron bien con «Rocket», «Animal» y «Let It Go», los británicos rompieron el ritmo alternando baladas suaves con temas más rockeros sin enseñar una línea argumental clara. Francamente, «Two Steps Behind» seguida de «Love Bites», fue para muchos la excusa perfecta para hacer una pausa técnica y recargar sus sufridas jarras de cerveza. Lástima, porque cuando la banda volvió a poner leña con «Pour Some Sugar On Me», «Rock Of Ages» o «Photograph» la cosa tenía ya mal arreglo.
ZZ Top se presentaron con sus mejores galas a esta cita: trajes conjuntados, iluminación limpia en un minimalista escenario… Todo es poco para la gira que marca su 50 aniversario. Dios, como nos encanta el sonido de los ZZ. Sonido que no se entendería sin la ya legendaria Pearly Gates de Billy Gibbons, considerada ya por muchos como el cuarto miembro de la banda. A los de Texas no se les olvidó ninguno de sus grandes éxitos, comenzando con «Got Me Under Pressure» y terminando con los infernales dobles «La Grange» y «Tush». La cadencia con la que se mueven Billy Gibbons y Dusty Hill nos trasladó a las tierras polvorientas de Dixieland…
Los veteranos de Kiss, que anunciaron que sería su última gira, no han escatimado nada para la ocasión: elevadores en el escenario, luces capaces de hacer visible Clisson desde la Estación Espacial Internacional, humo, fuegos artificiales, llamaradas, guitarras explosivas, sangre, confeti, serpentinas… Un espectáculo completo, que permite deslizar debajo de la alfombra los fallos vocales cada vez más evidentes del cantante Paul Stanley, que por cierto, es el más joven (67 años) del cuarteto.
Paul arengó a la multitud en cuanto tuvo ocasión y no escatimó en asumir riesgos, encaramándose a una tirolina que le llevaría a lo alto de una torre de vigilancia en medio de la multitud. En cuanto al repertorio, y como en cualquier fiesta que se precie, no pudo faltar «Detroit Rock City», «Shout It Out Loud» y «Deuce» todo ello para empezar. La mayoría de sus hits fueron desfilando uno tras otro: «I Love It Loud», «100,000 years», «Cold Gin», «Lick It Up», «God Of Thunder», algún que otro tema más reciente como «Say Yeah» o el clasicazo de principios de los 80’s «War Machine».
Algunos solos (guitarra, bajo, batería) alargarían el show hasta llevarlo por encima de las dos horas. «Love Gun», la discotequera «I Was Made For Loving You» y la brillante «Black Diamond» formarían la parte final del bolo. Para los bises se reservaron la balada «Beth», donde el batería Eric Singer actúa solo al piano con algunos violines grabados. Rematarían faena con «Crazy Crazy Nights» y «Rock And Roll All Night». En resumen, nada que no hayamos vivido ya en sus últimas giras.
Domingo 23 de junio
El último día del festival nos reservó como grandes platos fuertes, el logro de incluir en la programación el art rock de Tool, y las despedidas de Slayer y de los queridísimos Lynyrd Skynyrd. Si fuerte es la luz más profunda es su sombra. Y con ellas comenzamos el día. Una pequeña decepción la que nos llevamos con Tesla y Blackberry Smoke. Las dos bandas americanas no pudieron subir su nivel, tocando como si tuvieran una hora y media por delante, con largos temas acústicos o improvisaciones, que rompieron desafortunadamente el ambiente. Lástima sobre todo por los primeros que empezaron con un potentísimo «Comin’ Atcha Live» para al final quedar en muy poca cosa.
Clutch, Stone Temple Pilots y Slash también marcaron puntos el último día, con conciertos perfectamente calibrados: el primero gracias a la energía comunicativa de los músicos, muy funky, el segundo aportando algunos de sus buenos y viejos éxitos grunge, y el tercero con una sola versión de Guns N’Roses «Nighttrain», pero bien apoyados por unos impecables solos de guitarra y el carisma del cantante Myles Kennedy.
Uno de los conciertos más testosterónicos fue el de Anthrax. Dando leña desde el minuto cero, ametrallaron a la muchedumbre con gran número de clásicos, desde «Caught In A Mosh» hasta «Indians», provocando walls of death antológicos en el público. Para finalizar y con aspecto reventado, el cantante Joey Belladonna no pudo más que despedirse con un ¡Larga vida a Francia!
Y llegó uno de los momentos esperados del día: Lynyrd Skynyrd sobre el escenario. La banda sureña propuso una setlist muy estudiada y que comenzaría con «Working For MCA». Tres guitarras, dos cantantes y mucha gente en el escenario, pero nadie toma en ningún momento el protagonismo. Cada uno interpretó desde el sentimiento y la emoción, los clásicos “What’s Your Name”, “That Smell”, “Gimme Back My Bullets”, “The Needle And The Spoon” y el imprescindible “Sweet Home Alabama”.
Fue en el tema «Simple Man» cuando se proyectarían en las pantallas viejas fotos familiares y películas clásicas. Pero fue en «Free Bird» cuando se alcanza el clímax, mostrando al difunto Ronnie Van Zant cantar, a través de una secuencia de película en blanco y negro. Pura magia que hizo que incluso a los punkis se les saltaran las lágrimas recordando la historia de esta gran banda. El 2 de septiembre Lynyrd Skynyrd ofrecerán el último concierto de su carrera. Será en Jacksonville, Florida, donde todo comenzó. Así, sí.
Otra exitosa despedida fue la de los veteranos Slayer. Presente en la escena thrash desde principios de los años 80’s, la banda americana no ha fallado en su reputación: casi nada más que ritmos rápidos de principio a fin, a riesgo de ser un poco repetitivos. Tom Araya se mostró tan gutural como siempre, Kerry King lució en su cabeza un «por favor, no me molestes» y Gary Holt lució en su camiseta el mensaje «Kill the Kardashians». Si bien el espectáculo comenzó con títulos recientes, terminará con los clásicos «South Of Heaven», «Raining Blood» y «Angel Of death». Araya, ligeramente emocionado no cesó de saludar al público mientras espetaba un «te voy a extrañar».
La guinda final a esta jornada la pondrían Tool, que llegó al escenario poco después de las 23.00 horas, desestabilizando a gran parte de su público empezando por la parte más atmosférica de su repertorio. Como de costumbre, los músicos permanecieron ligeramente ocultos engullidos en su propio espectáculo. Ni siquiera las pantallas gigantes les mostraban, pasando únicamente imágenes experimentales.
Abrirían los angelinos con “Aenema”, obra de culto que traspasa todas las fronteras genéricas posibles y de la que han salido infinidad de clones. Le seguiría “Parabol/Parabola”. Toda una delicia. Ni una palabra más. Sólo música que va crescendo y crescendo y que termina con unos uppercuts cada vez más fuertes, gracias a una sección rítmica especialmente resaltada. La atmósfera que se creó se apoderó del escenario y se trasladó hasta los asistentes. La minimalista escenografía contrastó con los alucinógenos visuales que se proyectaban por los tres costados del escenario. Los cañones de luz, láseres y humo completaron la experiencia.
Texto: José Antonio Fernández | Fotos: Aritz Sola, Óscar Gil y José Antonio Fernández
Promotor:Hellfest
Día:2019-06-20
Sala:Rue du Champ Louet
Ciudad:Clisson, Francia
Puntuación:9
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