Hamlet: distinto sonido, misma actitud en Santiago
Una de las bandas de referencia del metal español vuelve a arrancar el motor con su duodécimo disco ya disponible desde finales de 2018. Amados por unos y denostados por otros, siguen dejando claro que el directo es su medio natural.
El nuevo lanzamiento de Hamlet, el ya conocido por todos “Berlín”, es otro paso más en la carrera de los madrileños en su afán por no quedarse más de un disco en la misma baldosa. Desde que los conocí en mi adolescencia, época en la cual estaban presentando su controvertido, por exceso de melodía y falta de garra (o eso comentaban sus fans “de toda la vida”) “Syberia”, no me he encontrado nunca nada similar a lo anterior. En cada nuevo álbum las ansías por evolucionar, ofrecer una nueva visión del grupo, por no estancarse en una fórmula que en la década de los 90 le funciono de maravilla, han sido constantes dentro del entorno de Hamlet, que encontrándose en un estilo tan poco abierto a cambios como el metal es digno de admirar.
Podréis estar a favor o en contra de sus movimientos, igual sois de los que pincháis de vez en cuando el “Insomnio” con cierto aire de nostalgia, al igual que las épocas de chándal Adidas de Molly, o su melena al viento de finales de la década pasada, pero Hamlet es un grupo en constante transformación. Ellos son conscientes de que los fans pueden subirse y bajarse del barco según la época, según el sonido y según las oleadas de opiniones que inundan ahora mismo las redes, pero siguen siendo de las bandas más punteras en nuestro país, 30 años y 12 discos después.
Compostela se empapa de decibelios
El de Santiago de Compostela era el sexto concierto de la gira de presentación, la cual arrancó por tierras andaluzas el pasado 11 de Enero. Esto era señal inequívoca de que el grupo está en esa fase de expectación por ver como ha sido aceptado “Berlín” entre su público. Me dio la sensación al ver la ubicación de los conciertos, emplazados en salas de bastante poco aforo, que pese a las buenas críticas recibidas por los medios de comunicación en general, el tono experimental y de difícil absorción de sus nuevas composiciones no han calado -por ahora- en el público. La sala Malatesta compostelana sustituía a la conocida Capitol (que visitaron durante el tour de “La Ira”) como sede de una nueva visita por tierras gallegas. Un cambio a un recinto de menor aforo y peor acústica siempre es una mala noticia, aunque después me daría cuenta que no existe cubículo en nuestro planeta que haga sonar mal a esta gente.
En este tramo inicial de la gira no llevan teloneros, algo de agradecer, sobre todo por aquellos fans que solo tuvieron la oportunidad de verlos en festivales de gran aforo, donde con algo suerte el setlist era de cerca de una hora de duración. Ahora Hamlet quiere mostrarle a su público gran parte de su nuevo material, pero sin dejarse en el tintero sus himnos más famosos. Esto requiere estirarse en extensión, hasta aproximadamente cerca de la hora y tres cuartos que duro el bolo, 21 canciones que repasaban a lo alto y lo ancho todo lo que Hamlet ha parido en tres décadas, desde la sempiterna “Irracional” de 1994 como canción más veterana, hasta la nada desdeñable cifra de 9 composiciones mostradas de su última creación.
Con media hora de retraso sobre la hora prevista arrancaba el show, con menos gente de la que me esperaba entre el público, sobre todo por darse lugar en sábado. Pero eso no iba a ser impedimento para que viéramos a los cinco componentes con ganas de comerse el mundo (como si estuvieran tocando en el Resurrection Fest delante de 5 000 personas). El sonido durante “Persiste, Insiste, Repite” no hacía presagiar grandes maneras sonoras durante la noche, haciendo gala de un sonido demasiado “garage” aderezada con una batería muy cruda y cero reverb. Pero fue solo un espejismo, porque a partir de ahí hubo cero quejas relacionadas con la ecualización. Hamlet volvió a sonar a los Hamlet que ya había visto media docena de veces anteriormente.
Después de encadenar “Abandonáis”, “Tu Destino” y “Eclipse” (para mí la gran masterpiece de su última obra) apareció en escena el primer clásico de la noche: “Vivir es una Ilusión”, del favorito por muchos seguidores clásicos del grupo, el gran “Inferno”. Muchos parecieron revivir cuando sonó por los altavoces la primera canción que conocían, porque seamos francos, sacando un puñado de excepciones donde lo más actual es lo más celebrado (Architects, Parkway Drive, Volbeat, Sabaton…) la gran masa del público sigue queriendo clásicos. Que se lo digan a Keith Richards interpretando por enésima vez el riff de “Jumpin’ Jack Flash”.
“Denuncio a Dios” sigue siendo ese himno majestuoso con regusto a nu-metal de principios de siglo, cargado de guitarras simples pero muy efectivas. Molly en este punto ya agradeciera por activa y por pasiva al público el hecho de seguir apoyándolos como el primer día, asegurando que ellos seguirían al pie del cañón mientras el respetable lo demandara. Tendrá su legión de fans y detractores a partes iguales, por lo ligeramente extravagante de su personalidad, pero que es un cantante y frontman como la copa de un pino no lo puede negar nadie.
Sin tiempo para la pausa
La primera parte del concierto siguió apoyándose principalmente en lo que venían a presentar, están muy orgullosos de “Berlín” y se nota. “Imperfección” y “La Ira” irrumpieron para poner un toque más de groove metal “directo a la yugular”, que hicieron que los que allí nos concentrábamos empezáramos a cabecear, incluso con algún conato de pogo que no se llegó a materializar (aunque si más tarde). Luis Tárraga y el (ya no tan) recién incorporado Ken HC (con el que el feeling interno se percibe a leguas) juguetearon con sus guitarras antes de empezar la, hasta ese momento, canción mejor recibida y que más calor levanto entre el público. “Limítate” fue un hit en su momento y lo sigue siendo a día de hoy, transcendiendo durante el paso de los años como un auténtico cántico de primer nivel del metal español.
A partir de este momento el listón no se volvió a bajar, viviéndose así la parte más enérgica de la velada, con todas esas canciones que hicieron popular al conjunto madrileño encadenadas una detrás de otra. El público ahora sí que respondía a las incitaciones que provenían del escenario, invitándonos a movernos y saltar, y fue con las magníficas “Un Mundo en Pausa”, “Tu Medicina” o “Irracional” donde los pogos y amagos de crowdsurfing se abrieron paso. Después de eso la calma, momentánea. Volvieron a saltar a escena para dar carpetazo a la función en tierras compostelanas con la melancólica “Imaginé”, la incendiaria “Jodido Facha” y cuasi thrasher “Habitación 106”.
Ahora le queda un gran viaje por delante, solo el tiempo dirá si los seguidores aceptan “Berlín” como disco de referencia como lo fueron otros en otras épocas. Está claro que sus canciones no son fáciles, que no están hechas para cantar en un festival cerveza en mano. Aquí quisieron llevar su estilo metal más estándar a algo que puede incluso coquetear con el post-hardcore y otros terrenos más experimentales. El que no arriesga no gana.
Texto: Jano Carbia | Fotos: Jesús Martínez
Promotor:Wilma Producciones
Día:2019-01-26
Hora:21:30
Sala:Malatesta
Ciudad:Santiago de Compostela
Puntuación:7
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