Hamlet: una apisonadora en Oviedo
Hamlet siguen presentando en directo su último, que ya no nuevo, trabajo, “Berlín”. La frialdad a la que nos traslada ese título quedó a las puertas de la sala en la que se produjo un maravilloso Infierno Sonoro.
“Dejad los que aquí entráis toda Esperanza”… de tener una noche tranquila y sosegada, pues ocurrió que la Sir Lauren’s vivió uno de esos episodios en los que no entiende qué está sucediendo, un volumen atronador que sin distorsionar amenazó con agrietar los pilares del edificio que se eleva sobre ella, una grey dispuesta a hacer girar el mundo en sentido contrario con la fuerza de sus headbangings y una atmósfera como sólo el metal es capaz de conseguir.
Hamlet fue una banda que se entregó de forma absoluta para dejar su ADN estampado contra las paredes para lograr que esos otros espectáculos que allí tienen lugar recuerden que por allí pasó un huracán llamado Hamlet. Lleno incontestable como respuesta repetitiva de Asturias, con una media de edad cercana a la de la propia banda, fuerte presencia femenina (menos mal que empieza a dejar de ser anecdótico) y cada vez más niños preadolescentes normalizando su presencia en conciertos.
Sin contemplaciones, así fue como arrancaron para dejar claro que habían venido a Asturias a darse calor con mucho más que fabes y sidra. Vestidos de negro riguroso a excepción de Molly que bajo su chaleco de reportero dejaba entrever un tremendo estampado de Draculas de la Hammer, eso sí, en blanco y negro también y que poco le duró puesto.
Molly tuvo tal dominio del escaso espacio que le ofreció el escenario que se convirtió en un ente que parecía estar en dos sitios a la vez como es normal en su forma de manifestarse sobre el escenario: carreras, saltos, acercamiento total con el público. Mientras, el resto de la banda cumplía su papel. Ken y Álvaro a la derecha del Padre Molly, magníficos escuderos que marcan cojonudas poses Metaleras. Luís, en la zona siniestra, activo, muy activo, pero ya no tan saltarín como antes. Y al fondo, imponente, Paco, repartiendo estopa sin descanso.
A estas alturas de la gira las antes llamadas nuevas canciones ya quedaron mimetizadas con las clásicas de tal modo que resultó imposible distinguirlas mirando las reacciones del público que ya las había hecho suyas mucho tiempo atrás. Su setlist y puesta en escena estuvieron tan milimetrados y controlados que Hamlet fueron una Brutal Máquina de Hacer Metal, engrasada a base de riffs afilados como katanas, base rítmica demoledora golpeando sin cesar y un Molly fuera de sí que no paró de buscar por dónde seguir moviéndose.
Había ganas de Hamlet y se notó, ya que no sólo las primeras filas eran la guardia de corps del grupo y los movimientos del público se convirtieron en olas de desplazamiento, eso sí, inverso, con más furia cuanto más se acercaban a la orilla que era el escenario. Old Metalheads just stand at back aquí no se cumplió. Conforme avanzaba el setlist no había muestra alguna de cansancio ni por parte de la banda ni, claro está, del público que les arengó, o más bien retó, a seguir dando más caña tema a tema en un duelo que no buscaba tener ganadores ni derrotados, sino tan sólo elevar a nivel épico lo que allí se había venido a vivir.
Molly no dejó ni un momento de mover al público logrando que gritasen al son que él marcaba dividiendo la Sala y picando a la gente con guiños a sus conciertos previos en una suerte de competición en diferido entre públicos. La mejoría del sonido fue en ascenso, desde un inicial y algo caótico en el que apenas se escuchaba a Molly tapado por la sección rítmica y con las guitarras como si estuviesen en la sala de al lado, lo que penalizó el genial arranque con “Persiste, Insiste, Repite” y “Eclipse” hasta que hacia el tercer tema “Denuncio a Dios” se fue arreglando para lograr el equilibrio deseado y conseguir que Molly y Tárrega dejasen de hacer señas a la mesa.
El buen funcionamiento de ‘Berlín’
Apabullante presencia de ‘Berlín’ con siete temas cinco de ellos entre los seis primeros que tocaron: tras los ya citados se lanzaron con “Salvajes” para hacer el primer microcorte en el que tomar algo de aire mientras Molly largaba uno de sus comentarios y casi sin tiempo a reponernos nos estampan en la cara el segundo bloque. Ése fue el Gran Demoledor en el que el público no pudo despistarse ni un instante con el tren que supusieron los pesados vagones de “El Principio” y “Libertad” (más de ‘Berlín’) que dejaron paso a viejos conocidos provenientes de ‘La Ira’ , “Imperfección” y “Mi Religión” ésta última provocando la locura para que al final Molly rescatase del desván de la memoria un soberbio “Queda Mucho Por Hacer” del disco ‘Hamlet’ del que a renglón seguido nos machacaron con la increíble “Limítate”.
¿Quería el público una pausa? No se la iban a dar todavía pues quedaba en la recámara nada menos que dos contundentes puñetazos llamados “Antes y Después” y “Héroe” un temazo de talla XXXXL que sirvió para hacer el primer amago de “Esto, esto, esto es todo amiguitos” pero ya nos anunciaban que iban de farol, haciendo una pantomima de negociación sobre cuántos temas más se mereció el público ¿Uno, Tres, Cuatro, Dos? ¿Cuatro? ¿Cuatro?.
Cuatro fueron los falsos bises en lo que pareció un repaso a su discografía ya que dejaron un por disco “No Sé Decir Adiós” (‘Berlín’), “Tu Medicina” (‘Imsomnio’ que casi estuvo a punto de derribar la sala), “El Mundo En Pausa” (‘Amnesia’, que sirvió para apuntalar el derribo) y ya todo se vino abajo, caían trozos de cielo y fuego, se abrían grietas en suelo para dejarnos ver el infierno bajo nuestros pies con la apabullante y descarnada versión de “Irracional” (‘Sanatorio de Muñecas’) tras la que salieron despidiéndose mientras quedó un rastro de seguidores derrotados cogiendo fuerzas de donde se podía y mirando hacia el escenario a la espera de volver a la batalla con su banda: Hamlet.
Las apuestas estaban fuertes sobre si ‘Berlín’ estaría en los bises pero Hamlet supieron muy bien ejercer de banca y lanzaron esa bofetada llamada “Imaginé” enlazada con la apuesta segura que fue y es “J.F.” muy coreada por el público por eso de que estábamos en Oviedo y hasta aquí puedo leer.
Alguien, durante este tema deja una servilleta garabateada, Tárrega la coge, la lee, la deja sobre uno de los altavoces, la vuelve a leer, sonríe, la acerca a Molly quien la va pasando de miembro a miembro – la cara de asombro de Ken fue de foto – y acceden a la petición: “El Color De Los Pañuelos” de ‘Revolución 12.11’ en lo que pareció que ni Ken ni Álvaro tenían claro cómo eran sus partes y fueron solventando gracias a su enorme saber hacer.
La pausa sirvió para acortar los dos temas finales “Habitación 106” y “Egoísta” y entonces, sí, entonces los asistentes supieron que había que volver a poner el contador a cero, que se había acabado, que no merecía la pena gastar el poco aire que quedaba en los pulmones para pedir más canciones y que había que aprovecharlo agradeciendo a Hamlet el gran concierto que acababan de dejarnos, tras prácticamente dos horas sin descanso.
Quedó claro que la Comunión entre Hamlet y Asturias es total, el público responde siempre a la llamada de la banda y esta ofrece un descarnado y sincero concierto de los que quedan grabados a fuego en la memoria haciendo desear que pase el tiempo y vuelvan de nuevo a devastar una noche con su poderoso metal.
Texto: Toni De Lola | Fotos: Jose Antonio Fernández
Promotor:FranelRockProducciones / Wilma Producciones
Día:2020-01-18
Hora:22:00
Sala:Sala Sir Laurnen’s
Ciudad:Oviedo
Puntuación:8
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