Halestorm desata la tormenta perfecta en Barcelona

Halestorm ofreció en Barcelona el que va a ser sin duda uno de los conciertos del año con un rock tan potente como melódico, fresco a la par que clásico, que va mucho más allá de las etiquetas y los géneros. Y es que poco importan estos detalles cuando lo que tenemos por delante son un grupo en estado de gracia, con Lzzy Hale convertida en todo un icono y con un repertorio de canciones para quitarse el sombrero. Pura energía la que nos ofrecieron los Hale y compañía durante su tormenta perfecta. Quizás de ahí su nombre. Ojalá no tengamos que esperar otros cinco años.

Hacía años, un lustro concretamente, que los estadounidenses Halestorm no pasaban por nuestro país y en aquella primera fecha lo hicieron como banda invitada de la gira de Alter Bridge con un enorme disco como «The Strange Case Of…» bajo el brazo. Mucho ha llovido desde entonces y era mucha la expectación que se había creado para disfrutarles como cabezas de cartel presentando su último lanzamiento, «Vicious», y buena prueba de ello es lo cerca que han estado del sold out tanto en Barcelona como en Madrid. No era para menos.

Devilskin gustan y se gustan

Los encargados de caldear el excelente ambiente que se respiraba en la sala venían desde Nueva Zelanda con apenas un par de discos de estudio en su haber pero con una calidad innegable. Devilskin mostraban buenas tablas con su metal alternativo y una puesta en escena muy potente encabezada por su vocalista, Jennie Skulander, dominando los registros más agudos de su rango vocal entre los que irrumpían con violencia unos guturales y unos rasgados que a más de uno nos pillaron por sorpresa y que fueron de lo más celebrado de su actuación.

Entre sus temas más destacados están «Start a Revolution», «Never See the Light», la emotiva «Voices», su single más reciente llamado «Endo» o la cañera «Violation», que completaban un repertorio que se prodigo durante una hora y que quizás se hizo algo extenso teniendo en cuenta su escasa popularidad por estos lares, aunque su versión del mítico «Holy Diver» del inmortal Dio sacó unos cuantos cuernos a pasear. Aún así, Tony Vincent a la guitarra y Paul Martin al bajo hicieron todo lo posible por animar y ganarse al público, perfectamente escudados por la pegada a la batería de Nic. Un set más corto y directo habría funcionado mejor ya que no todas las composiciones tenían el mismo nivel pero suponía una buena forma de arrancar la velada.

La noche del vicio de Halestorm

Y ahora sí, con una puntualidad absoluta saltaban al escenario los grandes protagonistas de la noche, Halestorm, dando buena muestra de la confianza que tienen en su reciente obra pero sin dejar de lado un buen puñado de sus grandes éxitos que todos esperábamos con ansias. Lzzy Hale acaparaba prácticamente todo el foco del cuarteto con un look y una actitud que recuerdan a la mejor versión de Joan Jett pero con un derroche de personalidad y un sello auténticamente propio.

Halestorm (Foto: Sergi Ramos)

En los primeros compases de la actuación sonaron con fuerza clásicos como la contundente y pegadiza «Love Bites (So Do I)» o «Mz. Hyde», que desataron la locura entre sus seguidores y que se mezclaban con algunos hits más actuales como «Uncomfortable», «Black Vultures» (¡qué señor estribillo tiene esta canción!) o su reciente sencillo «Do Not Disturb». Se veía a una banda entregada, disfrutando el momento y pasándoselo en grande y, claro, eso se transmitía fácilmente por el aire contagiándose a una audiencia que llenaba la sala.

No se dejaron en el tintero algunos temas de su anterior trabajo, «Into the Wild Life», como «Apocalyptic» o «Amen», dejándonos por el camino una larga jam session en la que las guitarras de Joe Hottinger y la propia Hale hacían saltar chispas repletas de electricidad y rock ‘n’ roll a base de riffs e improvisados solos que se convertían en todo un recital. Las nuevas composiciones seguían manteniendo su peso con nombres como «White Dress», «Vicious», «Skulls» o una sobresaliente «Killing Ourselves to Live», de lo mejorcito de su último disco, en las que la voz de Lzzy sonaba tan rota, intensa y melódica como nos tiene acostumbrados, dejándose la garganta y la piel en lo alto del escenario.

Halestorm (Foto: Sergi Ramos)

Hubo tiempo para regalarnos un guiño a su primer trabajo al compás de «It’s Not You» que fue coreada, cantada y celebrada por todos sus seguidores, aunque para ser sincero uno de los momentos más divertidos de la noche vino de las manos de Arejay Hale con la complicidad de su batería, en un solo que tuvo de todo. Técnica, pegada, un duelo con Nic de Devilskin y un fin de fiesta con unas baquetas gigantes. Si alguien era capaz de eclipsar a Lzzy ese era su hermano. Y volvieron los cuatro a la guerra con «Freak Like Me», para que aquello no decayera ni un solo segundo.

Halestorm (Foto: Sergi Ramos)

Siempre aquí para nosotros

El primer y único bis apenas les brindó un pequeño descanso tras el cual una guitarra acústica nos anunciaba que el momento de «Heart of Novocaine» había llegado. Sin duda alguna uno (de los tantos) momentos más emotivos que nos tocó vivir con una calma que se vio interrumpida bruscamente con el chute de energía que aportan las adictivas melodías de «I Miss the Misery» y cuyo estribillo aún resuena en mi cabeza. Josh Smith seguía, como prácticamente todo el show, en una posición más secundaria y sobria que la de sus compañeros cuando Devilskin se pasaron a saludarnos y despedirse de nosotros ante la llegada de una preciosa «Here’s to Us» que anunciaba el punto y final de la velada.

Halestorm (Foto: Sergi Ramos)

Halestorm ofreció en Barcelona el que va a ser sin duda uno de los conciertos del año con un rock tan potente como melódico, fresco a la par que clásico, que va mucho más allá de las etiquetas y los géneros. Y es que poco importan estos detalles cuando lo que tenemos por delante son un grupo en estado de gracia, con Lzzy Hale convertida en todo un icono y con un repertorio de canciones para quitarse el sombrero. Pura energía la que nos ofrecieron los Hale y compañía durante su tormenta perfecta. Quizás de ahí su nombre. Ojalá no tengamos que esperar otros cinco años.