Frank Carter & The Rattlesnakes: baño de masas en Barcelona
Frank Carter es el alma inquieta más querida de una escena que, llegados a este punto, ya nadie tiene claro cuál es. Y es un placer verlo consolidarse, por fin, con su banda más personal.
Frank Carter se ha convertido por derecho propio en todo un icono. No solo del punk, del que fue estandarte cuando lideraba Gallows. Sino de aquellos que buscan una identidad a partir de la música. Este es el proyecto con el que más éxito está cosechando, y a estas alturas, nos alegramos de que una personalidad tan única como la suya goce de un estatus que, en vista de todos, se ha gestado a partir de duro trabajo y mucha alma.
Su ascendente éxito tras nuestras fronteras se debe en gran parte a lo bien que han funcionado siempre sus potentes directos en el Resurrection Fest, del cual es repetidor. Y en compañía de los cuales visita siempre nuestras tierras. Todas sus visitas, sea a Viveiro o a nuestras salas, se han ido tornando más y más multitudinarias con el tiempo. Y esta sin duda fue la consolidación en directo de un grupo con un futuro más que esperanzador.
Kid Kapichi, temperatura gradual
La propuesta rockera de Kid Kapichi casaba a la perfección con esta nueva identidad que Carter y las serpientes se han formado en su último ‘End Of Suffering’, que venían a presentar. Así que eran la elección perfecta para caldear a un público que aún no era grande en número, pero si en expectativas. Y, así pues, con emblemática puntualidad británica, los ingleses salieron a escena a descargar toda la ira de sus guitarras gruesas y espasmódicas en el escenario.
Pese a que en un principio la reacción del público fue algo tibia, poco a poco consiguieron meterse bajo la piel de los asistentes y despertar en ellos las ganas de celebrar el rock. Su estilo southern chocaba con el marcadísimo acento británico de su cantante. Pero es que poco tardamos en darnos cuenta que Kid Kapichi era un grupo de contrastes, empezando por su mezcla de géneros, entre los que brillaban desde el stoner al rock alternativo.
Fue a partir de su tercer tema ‘Sardines’ que el público hizo el click necesario para conectar definitivamente con un grupo que luchaba contra un sonido demasiado estridente para su propuesta. A partir de aquí todo fue cuesta abajo, y los integrantes de ambos bandos se unieron en una fiesta que, si bien no desfasó, fue más que placentera tanto para el respetable como para el grupo, conscientes de su papel y visiblemente agradecidos.
Terminaron sus cuarenta y cinco minutos de set con su último single ‘2019’, previa introducción para explicarnos que se trata de un tema reflejo del momento convulso que vive Inglaterra ahora mismo. Y es que, a lo largo de su actuación, el grupo nos dejó clara su faceta política y reivindicativa que tan bien casó con una audiencia como la congregada allí aquella noche.
Barcelona sigue enamorada de Frank Carter
Era muy curioso ver cómo, dada la evolución del grupo, aquella noche asistieron a la sala Razzmatazz 2 tantas vertientes distintas de público. Desde metaleros y punks, más atraídos por los orígenes del inglés, a asistentes más casuales y no adheridos a un estilo concreto. Una comunión de personalidades muy en la onda de lo que Carter parece buscar. Esta vez con unos minutos de retraso, y con un público absolutamente eufórico que, ahora sí, abarrotaba la sala de principio a fin (pese a que no se llegó a colgar el cartel de Sold out) salían a escena Frank Carter & The Rattlesnakes para recibir a su líder. Nos sorprendió que el concierto se iniciara con el mismo tema que se abre ‘The End Of Suffering’: “Why A Butterfly Can’t Love A Spider”, ya que no aparecía en anteriores sets de la gira.
El tema es perfecto para iniciar un concierto de estas características, ya que su bellísima atmosfera contrasta con los pequeños espasmos de intensidad que la hacen marca de la casa. Además, nos dejó descubrir que la voz de Carter se ha adaptado a la perfección a esta nueva propuesta, y que su rango se encontraba en mucho mejores cualidades que la última vez que se le vio en sala, abriendo para Biffy Clyro.
Estaba claro que este último trabajo iba a ser el hilo conductor del espectáculo. A nadie parecía preocuparle, pues el disco es una pequeña joya y la bajada de revoluciones no parece haber causado mella, pues se compensa con una calidad compositiva envidiable. Así pues, la cosa prosiguió con “Tyrant Lizard king”, durante la cual Carter ya se subió al público y terminó siendo llevando en volandas por el mismo. “Kitty Sucker” sonó antes de encarar el cambio de tono radical que supuso “Trouble”, de su primer disco ‘Blossom’. Mucho más cercano a esa etapa punk que tan celebrada fue en el pasado, y aquella noche en Razzmatazz.
“Wild Flowers” fue el primer acercamiento a su disco de transición “Modern ruin”, en el cual conviven las dos etapas de la banda. Este tema siempre suena potentísimo en directo, y además le sirvió a Carter para empezar a descorchar su verborrea con la creación de un pit en el centro de la sala en el cual las mujeres, a las que va dedicado el tema, pudieran sentirse seguras aquella noche.
Una vez presentados los tres trabajos, era hora de centrarnos de verdad en ‘The End Of Suffering’, con una retahíla de temas ininterrumpidos más que por los habituales discursos cómplices de Carter. Sonaron “Anxiety”, “Acid Veins”, “Latex Dreams”, “Love Games” y la tremendamente emotiva “Angel Wings”, previa a la cual el inglés exorcizó sus demonios explicándonos que en ella habla del peor día de su vida, en el cual se vio con una soga al cuello. Literalmente. Sobre estos altibajos Frank habló largo y tendido durante el concierto, y también en la entrevista que nos concedió hace unos días. El tema además fue interpretado en una entonación distinta a como aparece en el álbum, creando una atmosfera muy delicada y emotiva.
Tras esta declaración de amor a su último trabajo por parte de la banda, y que nos permitió corroborar que el disco no solo funciona a la perfección en estudio. Tocaba encarar el bloque más agresivo de la noche. El público demostró una espectacular capacidad de adaptación ante todas estas facetas distintas. Y es que cuando “Juggernaut” empezó a sonar, la cosa se puso seria de verdad. Le siguieron “Fangs”, “Snake Eyes” y “Lullaby”. Esta última, como siempre, fue dedicada a su hija.
Cercanía Pelirroja
El concierto empezaba a llegar a su fin. Pero al grupo aún le quedaban un par de ases por sacar. Y es que a mitad de “Vampires”, Carter y el Guitarra Dean Richardson, al cual nos escamaba ver tan tranquilo y en segundo plano hasta ahora, abandonaron el escenario para bajarse de nuevo al público uno por cada lado. Carter terminó saltando desde la barra del bar sobre un público que le transportaba mientras entonaba el clásico “lololo” que acompañaba la instrumental y que tanto caracteriza al público español.
De cara a los temas finales, Carter decidió lucir sus tan icónicos tatuajes y afrontar el fin del concierto sin camiseta para, al parecer, deleite de un público que vitoreó tal decisión. “Devil Inside Me” fue recibida a modo de emblema y cabeceada por todos hasta la extenuación. El público sabía que esto solo podía suponer que el final estaba cerca. Así que aprovechó la festividad de “Crowbar”, el tema bailable por excelencia de este último trabajo, para gastar sus últimas fuerzas antes de que el cierre reglamentario que es “Hate Me” cayese sobre nosotros casi como algo terapéutico. Y es que el tema ha calado tan hondo que Carter no tuvo casi ni que cantar ya que el público se encargó de hacerlo por él.
Texto: Titus Ferrer | Fotos: Mavi Parra
Promotor:Bring The Noise
Día:2019-11-13
Hora:19:30
Sala:Razzmatazz 2
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Kid Kapichi
Puntuación:8
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