Demasiados cerdos como para que Roger Waters pueda estar callado
El ex-líder de Pink Floyd ofreció más de dos horas y media de concierto en el inicio de la gira europea "Us+Them" en Barcelona.
Después de un show tan extravagante como “The Wall”, Roger Waters tenía claro que no podía hacer algo más grande o espectacular. Se imponía, pues, volver a lo más básico para poder seguir hacia adelante con su carrera en solitario. Un nuevo disco de estudio, el primero en 25 años, fue el pistoletazo de salida. “Is This The Life We Really Want?”, repleto de ecos floydianos, fue una agradable sorpresa. La gira “Us + Them”, con toda su crítica social y política, era casi necesaria. A veces hace falta que Waters, otrora artífice de algunas de las mayores escaladas bélicas que se podían dar dentro de una banda de rock, venga a poner sentido común a las cosas y hacernos ver la absoluta futilidad de mucho de lo que nos rodea. “Vivimos en tiempos extraños” dijo, dirigiéndose al público antes de finalizar el concierto. “Se que lo sabéis y vosotros sabéis que yo lo se” dijo el músico británico al público antes de desgranar una eternamente valida “Mother”, cuya primera frase sigue siendo escalofriante en el contexto actual: “mother, do you think they’ll drop the bomb?”. Horas después, la noticia del bombardeo conjunto de USA, Francia y Reino Unido a Siria saltaba a todos los medios.
Una semana de ensayos en Barcelona
Waters y su banda habían pasado toda la semana en Barcelona ensayando y haciendo ajustes en la producción escénica para el tramo europeo de la gira. Cuatro días de intensos ensayos con un Waters tan comprometido con su show como siempre (“a veces para el show y dice ‘aquello de allí debería ser de color rojo’, porque está en todo” nos comentaba una fuente cercana). Pese a sus 74 años de edad, el músico inglés cuida cada detalle de un show que supera las dos horas y media de duración.
El Palau Sant Jordi no se llenó del todo en la primera de las noches, con unas 10.000 personas presentes en el recinto, aunque se espera que el concierto de hoy sábado esté cerca de agotar entradas. A las 21:20, puntualmente, Waters salió a escena con la intro “Speak to Me” y un balsámico “Breathe”, primeras selecciones del mítico “Dark Side of the Moon” de Pink Floyd, el disco más reverenciado de toda la noche. Casi como una declaración de intenciones, rápidamente Waters saltó a por “One of These Days”, uno de los temas más delicadamente violentos de Pink Floyd y donde el bajo de Waters se torna protagonista. Ver la figura de Roger, enfundado en su camiseta y pantalones negros, escuálido como siempre, pasear amenazante de lado a lado del escenario mientras su bajo habla con el público es tan impactante hoy como lo ha sido siempre. La interpretación de Dave Kilminster, soberbia, fue la primera sorpresa de la noche.
Otra selección de “Dark Side”, la asfixiante “Time” hizo aullar al público, por lo general comedido en buena parte del concierto. El lloro de “The Great Gig in The Sky” y la opresiva “Welcome to the Machine” sirvieron para certificar que Waters es consciente de los discos que la gente quiere escuchar en directo. El cuarteto de “Dark Side of The Moon”, “Wish You Were Here”, “Animals” y “The Wall” fueron el hilo conductor del show.
Una selección de canciones nuevas fue recibida con respeto y entusiasmo limitado, como es habitual en los artistas clásicos como Waters. “Déja Vu”, con Waters a la acústica, vino seguida de “The Last Refugee” y “Picture That”. Dadas las sonoridades Floyd mencionadas, no desentonaron en absoluto. Un gesto vanidoso pero necesario para el artista que quiere mantenerse creativamente vigente.
“Wish you Were Here” fue el primer ‘gran himno’ de la noche y el público acompañó a la banda en una interpretación muy correcta, aunque falte la voz y guitarra de Gilmour para sentirla completa. Acto seguido, un foco de seguimiento escaneó al público antes de detenerse en un miembro aleatorio del público y gritarle “you, yes you, stand still laddy!”. Un necesario viaje a “The Wall” con “The Happiest Days of Our Lives” y la segunda y tercera parte de “Another Brick in The Wall” sirvieron para finalizar el primer set de la noche. El público, previsiblemente, estalló cuando un grupo de niños locales que subieron al escenario para cantar el segundo verso del tema se despojaron de sus uniformes de presidiario y dejaron ver camisetas con la inscripción “Resist”. Waters ha hecho de esa palabra su lema para los últimos tiempos. Cuando alguien que ha perdido a su padre en la Segunda Guerra Mundial, que ha vivido la escalada de la Guerra Fría, el conflicto de las Malvinas y todos los grandes conflictos geopolíticos del siglo XX te recomienda “resistir”, el consejo es bienvenido. Fin de la primera parte y la banda se retira durante veinte minutos a los camerinos.
Una segunda parte excelsa
Tradicionalmente “Animals” ha sido un disco olvidado en el universo Floyd. Publicado entre obras magnas como “Dark Side”, “Wish You Were Here” y “The Wall”, “Animals” queda comparativamente por debajo de estos. Pero en el contexto de bilis y crítica social en el que se encuentra inmerso Waters en esta gira, era tan solo lógico que las canciones de ese disco tomasen más protagonismo. Si bien en la gira de 2007 interpretó una vitriólica “Sheep” en el mismo recinto, en esta ocasión fue “Dogs” la encargada de abrir el segundo set, seguida de un apropiado “Pigs (Three Different Ones)” que dedicó íntegramente a hacer mofa y chanza de Donald Trump. Un largo sistema de pantallas y proyectores llenó el centro del Palau Sant Jordi replicando la estación de energía de Battersea, con chimeneas humeantes incluidas. Mientras Waters llamaba ‘farsa’ a Trump y recordaba sus mejores y más histriónicas declaraciones públicas, el sempiterno cerdo inflable surcaba el recinto. Al final del tema, un contundente “Trump, eres un gilipollas” sirvió para dejar clara la postura de Waters.
“Money” mantuvo la crítica a la clase dirigente, con una buena selección de imágenes en las pantallas de todos esos líderes mundiales que hacen nuestras vidas algo más difíciles, Rajoy incluido. Su mera aparición en las pantallas durante fracciones de segundos despertó abucheos del respetable. Así esta el panorama. En lo musical, este fue el tema estrella de un Jonathan Wilson que debe tanto a Gilmour que no cabía otra opción que tenerle en la banda. Le falta empaque en la interpretación vocal -demasiado adormecido- pero como guitarrista es un fuera de serie. Más crítica social en “Us and Them”, con unos logrados crescendos a base de imágenes y música, que pusieron los pelos de punta. El conflicto palestino y la guerra de Siria fueron los protagonistas de las imágenes, que despertaron aplausos y algunas lágrimas en los asistentes.
Aún hubo espacio para otro nuevo tema, la floydiana “Smell the Roses”, antes de que “Brain Damage” sirviese para que el prisma láser apareciese en el Palau Sant Jordi y el público estallase en vítores. La importancia que esa imagen tiene en el imaginario colectivo de la música popular del siglo pasado y en varias generaciones es incalculable. Un galvanizante “Eclipse” llevó el concierto a un clímax que se demostraría parcial.
Tras dirigirse al público unos minutos, Waters interpretó “Mother” y se fue directo a por un “Comfortably Numb” que, ahora si, llevó el concierto a su inmejorable clímax. El solo de Dave Kilminster, los lasers, el confetti brotando del techo con la inscripción “Resist” y el infalible contraste de luz y sombra del clásico de Pink Floyd pusieron al público en pie en todo el graderío.
Fin de show, inicio de gira, probablemente la última y un gran recordatorio de que pese a todo, estos son los días más felices de nuestras vidas. Al menos mientras la generación de artistas que cambiaron el mundo y fueron pioneros de la música rock sigan en activo y realizando actuaciones tan musicalmente solventes como la que hizo Waters en el inicio de su gira europea en Barcelona. Esta noche, segundo asalto.
Promotor:Live Nation
Día:2018-04-13
Hora:21:00
Sala:Palau Sant Jordi
Ciudad:Barcelona
Puntuación:9
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