Disturbed saldan su deuda con Barcelona
Disturbed, pese a haberse distanciado de un estilo tan marcado, formaron parte de los que fueran inicios de una generación de aficionados al metal muy concreta.
Su primer trabajo “The Sickness” es recordado como una de las joyas de la corona de los años dorados del nu metal. Su evolución los hizo alejarse algo de este estilo hasta adaptarse al rock americano de gran público. Sin embargo, su imagen siempre se quedó anclada a aquella época que nuestra generación recuerda con tanto cariño. Así pues, tanto aquellos fieles seguidores que han esperado pacientemente estos 16 años, como aquellos que lo único que buscaban era recordar dichos buenos tiempos, se congregarían en una sala Razzmatazz que vería colmada su capacidad para ver como sus deseos se cumplían al fin.
Skindred piensan a lo grande
Estaba claro que aquella era una noche de clase alta metalera. Pues el sold out alcanzado semanas antes del concierto no era solo debido a las expectativas depositadas en Draiman y compañía. Los encargados de abrir la velada eran uno de los grupos más en auge del momento, que por cierto también cancelaron (pospusieron) hace poco su gira propia, para anunciar acto seguido que su visita sería acompañando a los de Chicago.
El uso de “Thunderstruck” de AC/DC a modo de calentamiento nos dejaba leer entre líneas de que iba a ir la cosa. Esta era la primera vez que veía a los británicos. Sin embargo, su buena prensa les precede, y esperaba grandes dosis de entrega tanto por parte del público como del grupo. Y así fue. Tras sonar su alocada versión de la marcha imperial, el concierto daba inicio con un público tan entregado que costaba creer que aquel no fuese el grupo principal. Y es que estaba claro que muchos de los allí presentes no eran solo repetidores, si no que posiblemente estuviesen allí para verlos a ellos.
No se puede decir que la propuesta de espectáculo de Skindred sea especialmente original (al contrario de su propuesta musical, que desde luego si lo es). En todos los puentes de casi el total de los temas, Benji Webbe, en un indecente derroche de carisma, frenaba la música ya sea para hacer partícipe al público a base de “woohoos” y “eoos” o como para hacer referencias directas a temas clásicos de primero de rockero. No me malinterpretéis. Esto no es algo que pueda hacer cualquiera, y es mucho más fácil en la teoría que en la práctica. Sin embargo, no pude quitarme de la cabeza la sensación continua de estar viendo algo tremendamente prefabricado pese a estar disfrutando de ello como un enano.
Lo que desde luego quedó claro es que su evolución apunta sin miedo hacia arriba. Ya no solo por esta propuesta tan complaciente como efectiva, sino porque en directo se evidencia todavía más sus intenciones de derivar hacia el rock de estadio. Los temas de su último “Big Tings” así lo demuestran. Especialmente su “Machine” en la que quedó claro que depositaban muchísima confianza. Y la cosa les funcionó a la perfección, pese a que personalmente yo disfrute mucho más de sus canciones de mayor mestizaje de estilos.
Sea como fuere, el día en que Skindred estén llenando grandes recintos, tal vez será hora de plantearse dejar de proponer al público hacer el helicóptero de camisetas. Pues si en una sala con capacidad para 2.000 personas la fragancia desprendida de aquella ropa sudada ya tuvo a más de uno al borde del desmayo no quiero ni pensar en qué pasará cuando el numero crezca. Por cierto, para aquellos que decidiesen guardar su entrada para el futuro concierto, Webbe nos anunció que estarían de vuelta en nuestras salas el próximo diciembre.
Disturbed: A blast from the past
Puntuales como un reloj, las luces se apagaban dejándole el protagonismo absoluto a la pantalla central del escenario, que amén de retransmitir en directo el concierto, serviría también como parte del espectáculo en más de un momento. Espectáculo que, por cierto, hizo gala de unos niveles de producción arrolladora. Así pues, el show se iniciaba con la proyección de un audiovisual que mostraba imágenes de la historia del grupo a modo de calienta motores. Cabe decir que resultaba algo extraño ver imágenes del grupo tocando en directo para otros públicos mientras nosotros esperábamos allí para que lo hicieran para nosotros.
Ahora sí, con “Are You Ready” se iniciaba de verdad el concierto. El tema no es solo perfecto para abrir por lo obvio de la palabrería, sino que además se trata de uno de los temas más cañeros de su último y algo descafeinado “Evolution”. Le seguiría “Prayer”, único tema que escucharíamos aquella noche del “Believe”, y que fue recibida con entusiasmo por unos fans que se iría emocionando más y más a medida que el grupo retrocediera en su discografía.
El primer hit serio de la noche vino con “The Vengeful One”, en la que David Draiman tuvo que esforzarse al máximo para hacer justicia al melódico estribillo que tanto le exigiría vocalmente. Pese a dar la talla, estaba claro que David no se encontraba aquella noche en su mejor momento vocal. Sin embargo, aquello no fue problema más allá de alguna que otra salida de tono puntual. Le honra además el insistir en no apoyarse en el público en los momentos más coreables como suele suceder en estos casos.
Tras “The Animal” llegaría el primer corte de aquel “The Sickness” que tan lejano nos parece. Estaba claro que la mayoría venía a lo que venía, y es que el mero anuncio de “Stupify” tras un breve discurso motivacional por parte de Draiman (el primero de muchos) desató una euforia que a estas alturas del concierto aún no habíamos visto. ¡Y aún no habían empezado a tocarla! Tras presenciar el primer solo de la noche a manos de Dan Donegan y su guitarra, la euforia seguía con “Voices”. Así sería cada vez que retrocediesen hasta ese celebradísimo primer álbum aquella noche. Ellos saben que esto es así, y a juzgar por lo equilibrado del setlist, aceptan sin rechiste alguno esta condición como parte de lo que son a día de hoy. Y eso es algo que también habla bien de ellos.
Las versiones de Disturbed siempre han sido bien apreciadas por el buen gusto con el que cuenta el grupo a la hora de hacer suyos temas reconocidos. Tanto es así que algunas de ellas serían consideradas bajas importantes de no formar parte de su setlist. La primera de estas sería la que cerraría el primer tercio del set: “Land Of Confusion” de Genesis puso al público a bailar en un ejercicio de ochentería descontrolada.
A partir de aquí la cosa fue fraccionándose cada vez mas entre presentaciones de temas y discursos de agradecimiento y aprecio al público. Esto último sirvió tanto para distraer la atención mientras el equipo sacaba los bártulos y taburetes, como para anunciar “Hold On To Memories”, que obviamente disfrutaríamos en acústico, acompañada de imágenes del grupo con amigos y familiares, las cuales desataban intensos vítores cuando en ellas aparecían, entre otros, Chester Bennington o Dimebag Darrell.
Tras el encadenado de un solo de bajo especialmente interesante con uno de batería tan intenso como repetitivo, pudimos disfrutar de otro de los momentos emblema del concierto. “Ten Thousand Fists”, tema dedicado además a todos los fans en la sala, se hizo especialmente emotiva cada vez que al final de su estribillo esos puños (dos mil en este caso) se levantaban con orgullo en un momento metamusical especialmente hermoso.
Tras la imparable euforia que desató “The Game”, una de las absolutas favoritas del absoluto favorito trabajo, el equipo volvió a sacar los taburetes y los bártulos (¿no hubiese sido mas fácil juntar todos los temas acústicos en un solo bloque?) para encadenar tres temas. “A Reason To Fight”, previa a la cual Draiman hizo el speech más largo e intenso de la noche, sobre la lucha contra los demonios de la depresión y la adicción que tantos compañeros y amigos les ha robado, nos contaba.
El tema fue dedicado a ellos. Y demostrando la implicación del grupo con esta clase de causas, y creando un momento algo extraño, dicha dedicatoria introduciría la aparición en pantalla de la información de contacto de la FAD (fundación de ayuda contra la drogadicción). Siguieron con Watch You Burn” y por último otra de las gemas del infinito: “The Sound Of Silence”, que fue interpretada acompañada a teclado, cello violín y timbales, demostrando cuan importante resulta ese tema no solo para el público, sino también para el grupo.
Sobra decir que, pese a aquellos energúmenos que se empeñan en estropear esta clase de momentos más íntimos con silbidos y parloteos, el vello se nos erizó tanto que dolía. Pues no solo la versión que el grupo hace es magnífica, sino que el material base es, sin miedo a exagerar, una de las mejores canciones jamás escritas.
Tercer acto, absoluto clímax
Rompiendo con lo delicado del momento creado y sin ninguna clase de paliativo, el grupo volvía a escena para interpretar seguidas “Indestructible” e “Inside The Fire”, que pondrían fin al set principal previo a la falsa despedida del grupo.
En aquel momento el concierto llevaba ya hora y media de duración. La cosa acabaría terminando en dos horas de música. Si restamos la charla y los discursos de David la cosa se quedaría en la hora y media original. Sin embargo, no se puede negar que todo formaba parte de un show perfectamente engrasado. Algo pasado de moda, como el propio Draiman nos dijo, pero de una efectividad añeja envidiable.
Previo al inicio de este tramo final, el grupo hizo subir al escenario a un niño francés, acompañado de su padre, que habían estado disfrutando del concierto en las primeras filas toda la noche. El momento fue realmente emotivo, pese a que sabemos que aquello de subir a dos fans al escenario es un momento repetido cada noche como parte del show (sin ir más lejos, la noche anterior fue nuestra compañera Tamara Ruiz la afortunada en terminar sentada a los pies de la batería). Todo aquello sirvió para introducir “The Light”, un tema que, si ya de por si es muy especial para muchos, aquella noche se tornó infinito para padre e hijo.
Tras ella vino “Stricken,”, que dada su posición en el set terminó pasando algo desapercibida. A la cual siguió uno de los mejores temas del nuevo álbum. Y desde luego el que mejor funciona en directo. El intenso y participativo estribillo de “No More” nos permitía levantar por ultima vez el puño en orgullo, antes de llegar al momento que todos esperábamos. “Down With The Sickness” ponía la guinda al pastel de nostalgia volviendo absolutamente loco al personal. Para muchos, entre los cuales me incluyo, vivir ese momento llevaba en la lista de tareas pendientes muchos años, y fue todo un placer poder poner ese check verde a su lado.
Puede que el concierto de Disturbed pecase también de algo de exceso de ensayo en cuanto a acciones se refiere. Sin embargo, era imposible no creerse la implicación del grupo de cara a la causa y mensaje entregado, lo cual otorga una verdad al ejercicio que pasa por encima de cualquier “pero” posible. Aquella noche, como nos anunció el propio David en algún momento que soy incapaz de posicionar, todos salíamos de la Razzmatazz de Barcelona sintiéndonos mas poderosos que cuando entramos.
Texto: Titus Ferrer | Fotos: Sergi Ramos y Javier Bragado
Promotor:Live Nation
Día:2019-04-19
Hora:19:00
Sala:Razzmatazz 1
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Skindred
Puntuación:7
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.