Cancer Bats: ¿nostalgia o sensación de pertenencia?
Los canadienses Cancer Bats hicieron parada en Madrid dentro de su gira española para dotar a sus fans de una buena dosis de hardcore a la inglesa. Acompañándoles: The Wax.
La palabra hardcore puede suscitar muchas emociones muy diversas: energía, hermandad y honestidad por un lado, pero también nostalgia, estancamiento y cansancio por otro. Sin ser un doctor en el género, pude sentir muchas de estas cosas en la Gruta ’77 de Madrid el pasado miércoles. Lo primero, cuando entras al Gruta sientes ese ambiente: un olor a sudor de pogo aromatizado con algo de cerveza. La sala está oscura, descuidada hasta el punto en el que estrenas el baño y aún así huele a orín. Todo plagado de pegatinas de bandas de todas las épocas y estilos. No había un enclave mejor para un concierto de estas características.
Dar cera, pulir The Wax
Abrían los gironeses The Wax, quienes acompañaron a Cancer Bats en Madrid. Con un hardcore que empezó asemejándose más al noise, el cuarteto presentaba su tercer disco, ‘A Place to Bury Our Sins Away’ en su primera visita a Madrid.
No tengo conciencia de cuántos conciertos ni con qué formaciones han tocado, pero este grupo demostró una solvencia sobre el escenario muy potente que fue creciendo a medida que lo hacía la dinámica de sus canciones. Agarrándose al truss de luces o bajándose al escenario, sumado a una energía portentosa, Aitor de Haro y los suyos obligaron al respetable (en el buen sentido de la palabra) a aumentar los decibelios de aplausos con cada canción que pasaba.
Cancer Bats se hacen con la Gruta
Salen, montan sus instrumentos, chequeos de línea y se meten en el camerino a cambiarse. A los diez minutos, como si del Katrina se tratase, salen a escena los cuatro jinetes del apocalipsis hardcore a derribar la sala. El sonido (durante casi toda la noche) es acorde al evento: sucio, desequilibrado pero muy potente. Aquí da igual que se entiendan las melodías de guitarra, lo que importa es que el bombo pese y el bajo cargue con ello mientras la voz de Liam Cormier te perfora el tímpano. El público, tímido de entrada, no coge ritmo hasta que, tras el tercer tema, Liam les inste a moverse, a darlo todo.
No sin antes, y permítanme la anécdota, quejarse de la cantidad de luz que le daba sobre el escenario, a lo que Jaye R. Schwarzer, bajista del cuarteto, responde usando su bajo para mover los focos (o “Lumieras “ según el canadiense) que le daban de cara a su cantante. Ahora nos ve, y aunque el escenario esté más oscuro, no importa, porque Cancer Bats vienen a ser oídos, no vistos. Su conquista de la capital prosigue y Liam introduce “Bricks and Mortar”, que pone al público a dos mil revoluciones por minuto. Casi cien de las ciento veinte personas que debían haber en el antro de Carabanchel se unieron en un pogo ante el liderazgo de Liam sobre las tablas.
Nostalgia vs. Pertenecer
En torno al ecuador del concierto, Liam aprovechaba para agradecer a los fans que les vieron por primera vez en 2007 junto a Parkway Drive y Comeback Kid. Esto me llevó a hacerme una pregunta: ¿por qué Parkway Drive llenaron en enero el Alexandra Palace de Londres (10.000 personas) y Cancer Bats consiguen un aforo medio en el Gruta ’77? La respuesta creo que es la esencia del hardcore.
Hay un rollo en este género muy único, donde todo lo que sucede queda en familia. Si bien es un género que gozó de sus años de gloria a principio de los dos mil con la llegada del metalcore y el traspaso de públicos entre bandas de hardcore y metal, hoy en día pocos son los conciertos de hardcore que veamos llenando grandes salas.
Pensé mucho en Frank Carter cuando decidió abandonar Gallows y encarrilar una carrera en solitario con sus Rattlesnakes. Hoy Gallows no son ni la sombra de lo que fueron con el pelirrojo, mientras que este ha unido a sus fans hardcoretas con un público pseudo-indie. A Cancer Bats les pasa lo que a Gallows: siguen haciendo el mismo hardcore machacón que cuando vinieron con Parkway Drive, y no han querido desarrollarlo como los australianos. Es lo que tienen los fieles al estilo: están ahí para zurrarte en la cara con pesadez y contundencia en temas de tres minutos durante una hora y pico. Y les gusta hacerlo en familia, con sus “colegas” de todo el mundo. Y, a mi parecer, eso es algo muy bonito.
Ahora bien, lo de la nostalgia lo mismo me lo estoy inventando, porque con la tralla que estaban repartiendo, Cancer Bats no daban la sensación de estar echando de menos a nadie en la sala. Los riffs tronaban, la batería aplastaba, el bajo retumbaba y Liam a lo suyo, pegando botes, gritando, dándole el micrófono a los alocados de las primeras filas… Era una fiesta de miércoles a ritmo de temazos de tres minutos. El gimnasio de ese día se lo ahorró más de uno, os lo aseguro, pues Cancer Bats voló todo por los aires sin piedad.
Texto: Diego Solana | Fotos: Sandra Obarrio
Promotor:Hello Cleveland
Día:2019-05-22
Hora:21:20
Sala:Gruta '77
Ciudad:Madrid
Teloneros:The Wax
Puntuación:8
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