Barcelona Rock Fest 2022 (viernes): Alice Cooper y Mercyful Fate, no os jubiléis: seguís por encima del resto
Después de que el sonido diese un salto de calidad respecto al primer día, Barcelona Rock Fest arrancó su segunda jornada con un plantel en el que la gran calidad de las bandas desde prácticamente la apertura de puertas fueron las grandes protagonistas tal y como se reflejó en los asistentes al evento de Santa Coloma de Gramenet.
Jornada a modo de «ecuador» en Barcelona Rock Fest. La segunda jornada del festival, celebrada el viernes 1 de julio de 2022, fue iniciada de la mano de Reef, banda originaria de Glastonbury, Inglaterra. Y volaron hachas de la mano de la formación británica, quienes con un sonido distorsionado de corte alternativo se hicieron rápidamente con un público que todavía franqueaba los accesos.
Presentando su último trabajo de estudio ‘Shoot Me Your Ace’, el quinteto destacó por la gran personalidad y carisma de Gary Stringer, cuyos movimientos al más puro estilo electroshock se compenetraban a la perfección con la estética ruda y sin tapujos de Jack Bessant (bajo) y el plano secundario de Jesse Wood (guitarra). El directo en cuestión finalizó con un guiño a la clásica banda Fleetwood Mac con “The Chain”.
El sonido no acompañó a unos Evil Invaders que salieron a por todas sobre el escenario de la Rock Tent y cuyo imparable ímpetu solo se vio mermado por los constantes problemas en el sonido de las guitarras. Un séquito de lo más fiel y entregado (y que luego se vería venerando a Mercyful Fate), se encargó de darlo todo a base de unos mosh pits que a diferencia de en el escenario principal, en la Tent levantaron una espesa polvareda, que unida a la atmósfera claustrofóbica y cerrada de este escenario, daba la sensación de que se estaba conteniendo un campo de batalla.
La propia banda se refirió al público como los «Old School Maniacs», un sector dentro del metal que en Barcelona Rock Fest siempre ha tenido mucha representación, y que les permite introducir la tranquila «In Deepest Black» de su más reciente trabajo de estudio. La caña volvió con «Sledgehammer Justice» y su pertinente pogo en las primeras filas, pese a que los problemas de sonido en la guitarra de Belga Mc Belgoso se hicieron notar en las secciones más agresivas de la canción.
En «Feed Me Violence» se llegó a aupar a un fan en medio del pogo, lo que protagonizó uno de esos momentos de absoluta locura que solo ocurren en los puntos álgidos de los festivales. “Witching Hour” de Venom fue una sorpresa muy bien recibida, y su ejecución mucho más enérgica desató un nuevo huracán de locura colectiva, lo que aunado a la loca intensidad de «Raising Hell» sirvió para culminar un concierto en el que la actitud de la banda superó a los problemas de sonido.
Doblete de Blackøwl en la segunda jornada de Barcelona Rock Fest. Tras una baja de última hora por parte de Diamond Head en base a problemas logísticos (que les lleva a tocar el sábado 2 de julio), la formación barcelonesa aceptó el reto de enfrentarse de nuevo al público del festival con una llamada de atención acontecida únicamente con una hora de antelación. Y es que la calidad se burla del reloj cuando se trata de Blackøwl, banda que puso el listón a la altura de los grandes cabezas de cartel.
Ampliando el setlist planteado en la jornada anterior, el grupo local repasó temas de ‘Long Road Ghost’ (EP, 2020) y ‘Fly Away’, el primer álbum de estudio de la banda. El eco de Brian Johnson, materializado en Dani Martos, así como los riffs crudos y pesados ejecutados por su escolta se hicieron de nuevo con el espíritu de los asistentes del festival.
La extravagante puesta en escena de Kontrust captó la atención de un público que de buenas a primeras no parecía muy interesado en lo que pudiera ocurrir encima del escenario. Pero seamos honestos, ¿cuántas veces ves a una panda de tiroleses con dos baterías subirse al escenario para mezclar nu metal, electrónica y pop? Son de esas cosas que siempre dan para hablar, aun cuando se omita el aspecto musical.
Pese a que canciones como «Dance» tienen gancho y atrapan, la hora de su actuación perjudicó su capacidad para hacer algo memorable. Podría haber cuajado mejor entre las últimas actuaciones del día solo con la peor calaña de borrachos y juerguistas como público y quizás haber hecho algo extraordinario. Aun así, fueron una de las sorpresas agradables que brindó el festival, y para cuando salieron a culminar con “Hey DJ!”, hubo muchos que saltaron totalmente sumidos en su locura.
Cuando llegó el momento de que Orange Goblin salieran a tocar, Ben Ward se alzaba como Lemmy sin bajo que se difumina con el aura misteriosa del escenario, que con un juego de luces simple y muy efectivo, aprovechó al máximo la falsa oscuridad de la Rock Tent y la convirtió en su territorio. Una vez más, el sonido de la rock tent hizo de las suyas, aunque el sonido lento y vibrante de la banda impide que se note tanto como en otros conciertos. Para sorpresa de muchos, un grupo que a primeras podía parecer pecar de frialdad, de pronto mimetizaba al público con la canción coordinando gritos, y hasta se llegaron a pedir mosh pits y el público cumplió.
Una pantalla tras la batería iba proyectando las distintas portadas de sus discos, aunque siempre con el omnipresente logo de la banda. Si en Krontust la mayoría generacional era más bien joven, en Orange Goblin nos encontramos un batiburrillo de edades a las que les unía la pasión por un sonido tan tradicional y a la vez tan de nicho. En «They Come Back (Harvest of Skulls)» se volvió a pedir un pogo que el público consiguió abrir con una afluencia y un tamaño que me pilló por sorpresa, más que nada porque tan solo un minuto antes toda esa gente estaba hipnotizada inmóvil por el show.
«You Can’t Escape The Devils Whip» siguió perpetuando la locura con su ritmo cañero y saltarín, muy reminiscente de unos Motorhead a los que todo el mundo echa de menos, que guio a la perfección hasta un “Red Tide Rising” pesado y pegajoso que sirvió para poner punto final a una actuación que pese al sonido a lata no se vino abajo ni un solo minuto.
El viento sopló a favor de Igualada de la mano de Crisix, banda de thrash metal que se hizo con el público de la segunda jornada de Barcelona Rock Fest del viernes 1 de julio. Y es que el reloj marcaba las 18:20h cuando las ametralladoras empezaron a arremeter contra la audiencia. De la mano de “Macarena Mosh”, track incluído en su último trabajo de estudio ‘Full HD’ (2022), se inició un setlist que afilaba el sonido cual cuchillo. Javi Carry, que no había podido estar en Hellfest una semana antes por covid, pudo recuperarse a tiempo para este show, lo que el público alentó y agradeció cuando lo comentaron.
Con un directo resumido en términos de brutalidad, la formación interpretó cortes que chuparon la sangre de los presentes como si de sanguijuelas se tratasen. Un brebaje materializado en la combinación de tracks como “Leech Breeder”, “Speak Your Brutal” y “Get Out Of My Head”, a modo de repaso de la discografía de la banda. Con todo, no hay concierto de thrash que no se precie sin hacer frente a la muerte y es espectáculo de Crisix no iba a ser menos. El final de la velada estuvo marcado por un circle pit en el cual BB Plaza y Albert Requena (guitarristas) se bajaron a la pista para que la gente hiciera un circle pit sobre ellos.
Cuando antes del concierto Alestorm se presentaba con un logo que imitaba la tipografía del de Manowar, que además estaba coronado con un solemne: Kings of Pirate Metal, sabes que algo bueno se avecina. Este falso tributo a la célebre banda que deja tirada a los festivales a última hora no se detuvo ahí, y es que después de una eléctrica “Keelhauled” que abrió el concierto, Bowes cantó la letra de “Kings of Metal” durante el primero verso de “Treasure Chest Party Quest”.
Si Alestorm no llevaban de por sí el suficiente cachondeo, todo el contexto de las bromas con Manowar no hizo sino acentuar sus inclinaciones hacia la comedia, allanando la disposición de un público en temas tan celebrados como “Sunk And Norwegian”. Beef Guy, aka: el capitán Yarrface, también hizo acto de presencia en un par de ocasiones, tanto para cantar la sección en rap de “Hangover” como para hacer un pequeño cameo en la nueva y celebrada “P.A.R.TY.”.
De hecho, el concierto del Rock Fest Barcelona vivió un momento muy especial, y es que la banda interpretó por primera vez en vivo el tema que da título a su último disco, un “Seventh Rum of a Seventh Rum” que funcionó muy bien pese a que el sonido por momentos era atroz y se comía el sonido del keytar y los teclados. Finalmente, el dúo prodigioso compuesto por “Fucked With an Anchor” y “Shitboat (No Fans)” terminaron la velada con los mismos niveles de energía y cachondeo que al principio, y hasta se presentó a los miembros con los nombres de los integrantes de Manowar, por lo que al final los asistentes del Rock Fest lo que pudieron fue deleitarse con Alestorm siendo más Alestorm que nunca.
La cúspide del death metal fue alcanzada en la segunda jornada de Barcelona Rock Fest de la mano de Bloodbath, banda originaria de Estocolmo (Suecia) que sumió a las almas del Rock Tent en un baño de sangre nunca antes visto. Y así, zambullendo a la audiencia en los horrores de la moralidad, el cuarteto ofreció una lección sobre los valores impartidos en la vieja escuela del género.
Llegó la hora de presentar ‘Survival of The Sickest’, el sexto trabajo de estudio de la formación encargado de reafirmar el lado sucio de lo supernatural. Sin dar respiro a los horrores de la realidad, el LP en cuestión permitió al festival disfrutar de la presencia de Tomas Akviv, una nueva incorporación a la guitarra. En definitiva, una actuación directa que destruyó cerebros de la mano de cortes como “Zombie Inferno” o “No God Before Me”. Toda una declaración de intenciones en plata pintada con tinta blanca y negra que hizo del Tent el lugar y el momento adecuado para los amantes del death metal.
Con los británicos UFO sobre el escenario y todavía con un sol imponente sobre el recinto llegaba el ecuador de la jornada a ritmo de rock elegante de tintes espaciales, de ahí su nombre, para celebrar más de medio siglo de intensa carrera, que se dice pronto. Y es que no demasiadas bandas pueden presumir de ello.
Arrancaron su show con una «Fighting Man» que sonaba imponente en la carismática voz de Phil Mogg para dar paso a la festiva «Only You Can Rock Me» que venía como anillo al dedo. «Cherry», la solemne instrumentación de «Love to Love» y la pegadiza «To Hot to Handle», que hizo mover el esqueleto a más de uno, no faltaron a la cita de una celebración de puro rock and roll.
Curiosamente, caprichos de la vida, parecía que el cielo comenzaba a taparse levemente al sonar los primeros acordes de «Lights Out» con Vinnie Moore ofreciendo una lección tan sobria como talentosa a las seis cuerdas. Aunque para lección la que brindó con su larga exhibición durante una extensa «Rock Bottom» como perfecta antesala de una tan esperada como celebrada «Doctor, Doctor» y una «Shoot Shoot» que dispararon a forma de despedida.
Electroshock. Oscuridad. Y caída del telón. El maestro de ceremonias, el mismísimo Alice Cooper estaba listo para sumir a Barcelona Rock Fest en los recónditos más profundos de su propia y genuina pesadilla. Al ritmo de “Feed My Frankenstein”, la piedra angular del shock rock dio inicio a un espectáculo teatral materializado en una actuación en vivo sin precedentes. Y es que está claro que Alice Cooper nunca fue un chico bueno (“No More Mr. Nice Guy”), pero música y escenografía casaban a la perfección.
Para aquellos afectados por la fatiga, Cooper recomendó una cabezada en su clásica “Bed of Nails”. Pero si las observaciones médicas del cabeza de cartel no eran suficientes, el frontman ofreció, bajo el manto de su chistera y el gesto firme de su bastón, lecciones morales en términos de rock n’ roll de la mano de “Hey Stoopid”.
En pocas palabras. Un repaso a los grandes clásicos de su discografía que contó con la presencia de “He’s Back (The Man Behind The Mask)”, “Billion Dollar Babies” y el incomparable “Poison”, track para el que todavía no se ha encontrado antídoto. Y si tal corpus de temas maestros no escandalizaron a aquellos al borde de la mayoría de edad (“Eighteen”), el músico estadounidense se sumió en los páramos del infierno con “Go to Hell” y “Devil’s Food”.
Un espectáculo digno de aquellos locos de atar en el que el propio Alice se vio obligado a vestir una camisa de fuerza que evitara sus impulsos asesinos.Todo en vano, como era de esperar. Un frontman decapitado y, posteriormente, vuelto en vida presentó a la banda de la que se alimentaba, destacando el papel inigualable de Nita Strauss, Ryan Roxie y Tommy Henriksen en la guitarra y Chuck Garric y Glen Sobel en la base sónica.
El final de la velada se caracterizó por una inclinación a favor del lado izquierdo del festival, haciendo del escenario Rock el punto de mira de los asistentes. Con Cooper en manos del timón, surcando mareas intrincadas al más puro estilo de una novela clásica de terror y ocultismo, la banda alcanzó un nuevo hito en su historia para con tal acontecimiento musical. Y es que la escuela voló en pedazos al ritmo de «School’s Out», hito en el que, a modo de interludio, la formación interpretó un fragmento del clásico «The Wall» de los británicos Pink Floyd. Efectivamente, el muro había caído y nadie necesitaba educación para saber que el show presenciado establecía las bases de la vieja escuela.
Nashville Pussy, el cuarteto de Atlanta liderado por la pareja Blaine Cartwright y su mujer Ruyter Suys, dejó buena muestra de su southern rock tan directo como sucio y consiguió que quienes estuvieran en su show sedientos de más rock and roll acabaran más que satisfechos en la Rock Tent (por si la propuesta de Alice Cooper, en el escenario principal del festival, no era la que más cuajaba con ese sector del respetable).
Con un estilo que huele a alcohol, drogas, pelea de bar y rock sucio, sin olvidar el sexo, por supuesto, descargaron temas como la inicial «Struttin’ Cock», «Piece of Ass», «Wrong Side of a Gun» o «Going Down Swinging», en la que Cartwright ejerció de maestro de ceremonias presentando a la banda. El puñetazo definitivo lo dieron con la cañera «Go Motherfucker Go», que dejó al público con una sonrisa de oreja a oreja, levantando los puños, las cervezas y aplaudiendo el intenso recital de los estadounidenses en el que apenas dieron un segundo de tregua. Al fin y al cabo, esto es lo que uno espera de un festival de estas características, ¿no? ¡Pura diversión!
El legítimo rey diamante se adentró de nuevo en un cadáver sin alma en la clausura de la segunda jornada de Barcelona Rock Fest 2022, acontecida el pasado viernes 1 de julio. Con una audiencia que migraba de la sección izquierda del festival, Mercyful Fate inició su oscuro juramento de la mano de “The Oath”, track incluído en el segundo trabajo de estudio de la banda, ‘Don’t Break the Oath’ (1984), a modo de reminiscencia de sus inicios.
Con todo, pasado y presente fueron entrelazados de forma circular en el directo en cuestión, atendiendo a la interpretación del tema más reciente de la formación “The Jackal of Salzburg”, ejecutado exclusivamente en sus más recientes actuaciones.
El oscuro y siniestro funeral colapsado en la puesta en escena (“Black Funeral”) dio paso a una unión suntuosa y arriesgada entre el alma de los presentes y los atisbos ocultistas escondidos tras los riffs pesados de la formación de metal danesa. Vuelta al punto de partida, “Melissa” reafirmó el pacto con el mismísimo diablo, sentenciando la condena dictada por los muertos vivientes (“Doomed by the Living Dead”). Y es que aquellos aventurados a sumirse en el páramo sónico de Mercyful Fate, fueron bendecidos por la maldición de los antiguos faraones (“Curse of the Pharaohs”).
El directo en cuestión, en el que destacó la escenografía característica de la formación, así como un juego de luces que resaltaba los puntos fuertes de la misma, concluyó con la lectura del manifiesto de la maldad (“Evil”), hecho que dio paso al ritual de iniciación del mismísimo Sabbath (“Come To The Sabbath”). Un giro de tuerca más tarde y la velada narró en primera persona la caída de Satán («Satan’s Fall»), dejando un final abierto para aquellos que anhelan una nueva visita de Mercyful Fate.
Los alemanes Blind Guardian son de esas bandas que forman parte de la historia del heavy metal y que son clave para entender la explosión del power europeo que marcó, marca y marcará a un buen puñado de generaciones. Y si encima celebran tres décadas de una obra como ‘Somewhere Far Beyond’ les sobran razones para lanzarse a la carretera para felicidad de toda su legión, que no son pocos, de seguidores.
La actuación comenzó por todo lo alto con «Into the Storm», clásico donde los haya, a la que le acompaño la veloz «Welcome to Dying» y la muy celebrada «Time Stands Still (At the Iron Hill)», poniendo de manifiesto el más que notable estado de forma vocal de Hansi Kürsch, quien no paró de alentar a los suyos. ¿La nota negativa? La ausencia a la guitarra de Marcus Siepen, recayendo toda la responsabilidad a las seis cuerdas para el bueno de André Olbrich. Sobra decir que salió más que victorioso de la encrucijada.
A continuación llegó el turno de la, casi, integridad del disco mencionado anteriormente, y es que ante la baja de Marcus decidieron dejarse en el tintero «Theatre of Pain». Por suerte, con composiciones en su haber de la talla de «Time What is Time», «Journey Through the Dark» o la canción que da título al álbum apenas se le echó en falta. Mención especial, como es habitual en sus actuaciones por otra parte, para «The Bard’s Song», formando una comunión perfecta entre banda y público.
A pesar de ir fuera de tiempo, no se podían olvidar de dos de sus piezas angulares de su discografía, y no lo hicieron. «Mirror Mirror» fue cantada al unisono por miles de gargantas y «Valhalla» sonó como nunca, probablemente porque hacía demasiado tiempo que no se subían a un escenario para el deleite de sus seguidores españoles, cerrando una hora de celebración no ya de una gran obra sino también de toda una leyenda viva que parece tener cuerda para treinta años más.
Los encargados de cerrar la jornada, por lo menos en lo que a la carpa se refiere, fueron Wild Freedom, ganadores del band contest de este año, que jugaban en casa con su propuesta hard rockera salpicada de tintes tanto electrónicos como metálicos que exploran nuevas sonoridades. Presentaban nuevo disco, ‘Polarize’, y como era de esperar dieron buena muestra del mismo.
Ian Wilde, su vocalista, dejó junto al resto de sus compañeros, buena y sobrada muestra de sus tablas en canciones como «Trapped in Pradise» o «Keep the Fire», o las más recientes «New Dawn» o «Monsters». Además, contaron con la colaboración en el escenario de la incombustible Kris Vega de Born in Exile (entre otras bandas) y dejaron por el camino composiciones como «Promise». Quien sabe si su paso por el festival es el paso definitivo para pasar de promesa, precisamente, a toda una realidad. Una pena que no acudiese más gente a su interesante espectáculo.
Ross The Boss y los suyos aparecieron sin florituras sobre el escenario, con las luces aún apagadas y sin narraciones épicas de fondo. Esta salida escenificó lo que ha sido este cambio de bandas, cuajándose a la perfección en una impoluta ejecución de «Blood of the Kings”. Tenemos a todo lo bueno de Manowar, pero sin parafernalias innecesarias, sin autofelaciones, sin discursos interminables y sin presentaciones en power point sobre lo machos que son. Es lo que Manowar debió haber sido, pero no es: una fuente directa y sin paliativos de puro heavy metal. Lo único que quizás se echaron de menos fueron los fuegos artificiales, pero eso dice mucho de lo mediocres que son sus actuaciones.
En cortes como «Sign of the Hammer» se pudo ver a las miles de personas que se habían quedado para ver el concierto pese a la hora, pues Blind Guardian actuaron casi media hora de más, y que se volcaron en los temas como si los estuviera ejecutando uno de los cabezas de cartel. «Thor the Powerhead» inundó de cánticos un festival que ya estaba agotado, pero que aun así guardaba fuerzas para entonar los mejores clásicos de Manowar.
Un «Black Wind, Fire and Steel» apoteósico provocó que todo el mundo se pusiera a corear «Ross The Boss», el hombre que se había encargado de traer los cortes más clásicos de la banda en un formato revigorizado y extra intenso. Los himnos se fueron desgranando uno a uno, desde un épico «Battle Hymns» hasta un clamoroso «Fighting the World». La encargada ya no solo de cerrar su concierto, sino también esta segunda jornada de festival, fue una «Hail and Kill» por todo lo alto en la que se terminaron de descargar las energías que quedaban (aunque un buen puñado de gente llenó la carpa después de ello con el Party Hard montado y hasta que no paró la música casi a las 05:00h no se marchó).
Texto: Marc Fernández, Lluís García y Lorena Mendoza
Promotor:Barcelona Rock Fest
Día:2022-07-01
Hora:15:10
Sala:Parc de Can Zam
Ciudad:Santa Coloma de Gramenet
Puntuación:8
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