Amon Amarth arrasan Barcelona a lo grande
Tras una larga espera, una de las giras del año aterrizó al fin en Barcelona. Rozando el sold out en nada más y nada menos que en el Sant Jordi Club, Amon Amarth venían dispuestos a demostrar porqué son una de las bandas más relevantes del panorama actual, a dar un golpe sobre la mesa y a dar fe de que cuándo los titantes comiencen a caer, ellos estarán ahí para recoger el testigo y ser los referentes de toda una generación. El cartel es en sí mismo era un placer para la vista, y es que reunía como teloneros tanto a una banda célebre por sus directos contundentes como Hypocrisy como a otro titán del death metal melódico: unos muy queridos Arch Enemy.
El Sant Jordi Club es algo más que una sala, es un indicador infalible, una prueba de la capacidad de convocatoria y de la popularidad de la que goza una banda. Puede parecer una tontería, pero es la clase de detalles que separan a una banda con cierta notoriedad de una capaz de trascender del nicho del género.
El Sant Jordi significa otro nivel de producción escénica, otro caché a la hora de encarar festivales, vamos, lo que en deporte se dice una división completamente nueva. Varias bandas han pinchado intentando dar este salto. Blind Guardian movió su concierto a Razzmataz en 2015, Ghost en 2016 y más recientemente Alter Bridge.Triunfar puede suponer entrar en una dinámica totalmente distinta, aunque no es tarea fácil. Sin embargo, siempre es más sencillo si reúnes un cartel de ensueño y traes una producción hollywoodiense.
Hypocrisy: letales pero fríos
Es algo común y mundialmente aceptado que la primera banda sea «barrida» hacia adelante por la producción de un headliner que ocupa la mayoría del escenario, pero en este caso, Hypocrisy, lejos de recibir el trato de unos teloneros, estaban dispuestos como un headliner más, pues la batería estaba ubicada en una plataforma bastante elevada y gozaron de espacio más que suficiente para corretear por el amplio escenario del Sant Jordi.
«Fractured Millenium» quebró con brutalidad la tibia tranquilidad que había en un Sant Jordi que aún se estaba llenando, y logró que unos asistentes mojados e impacientes hicieran las primeras ollas de la noche, aunque los ánimos se fueron enfriando en temas como «Adjusting the Sky» o «Fire in the Sky», aunque no por la ejecución de una banda muy solvente en directo, sino principalmente por lo fríos y tensos que se vio a los músicos.
Una actitud así es más que comprensible en el contexto de una fecha como la vivida, siendo ellos la banda más pequeña en un cartel con dos colosos del género y con poco más de media hora para actuar, pero tal vez sacrificar un tema les habría dado el espacio suficiente como para tratar de conectar con el público.
La introducción con tape de “The Gathering” dio pie a un “Roswell 47” devastador y en que la banda centró toda su energía, y aunque lograron prender al público en estos últimos compases, abandonaron el escenario con la misma frialdad y equidistancia con la que plantearon su espectáculo. Hypocrisy demostraron que son una banda solvente y capaz, pero no se les vio cómodos en este rol de “show openers”. Queda esperar a que nos visiten con show propio para dejarles el espacio suficiente como para desplegar toda su magia.
Arch Enemy: la banda que nadie quiere de teloneros
Si al principio hablaba de la diferencia entre tocar en una sala de medio aforo grande y una de gran capacidad pequeña, en el caso Arch Enemy es importante destacar la gran diferencia entre ser los teloneros de alguien o ser su invitado especial. El telonero es un papel bastante desagradecido en el mundo de la música, un mero trámite para un público que no suele prestarles mucha atención y un reto para la banda que tiene que enfrentarse a la apatía, la impaciencia y hasta la hostilidad de unos seguidores que son suyos.
Sin embargo, un invitado especial está ahí para generar sinergia, para hacer subir un peldaño más a los protagonistas, y sinceramente, no sé que le ha estado pasando por la cabeza a Johan Hegg estos últimos conciertos, pero a mí me daría verdadero pánico tener que salir a actuar después de ver lo que es capaz de hacer Arch Enemy con un set de una hora.
Con una fresca y aún así muy querida “The World is Yours”, el quinteto de Michael Amott salió como un huracán e hizo estallar a una sala ya muy llena y totalmente volcada a su música. El que hubiera pasado por ahí de causalidad, jamás habría dicho que los suecos estaban abriendo para nadie, pues la producción de Amon Amarth quedaba oculta tras una cortina situada muy atrás en el escenario, brindando así una disposición y un espacio sobre el escenario digna del show que estaba por caer sobre el respetable.
“War Eternal” mantuvo caliente a un público que ha demostrado estar tan entusiasmado tanto con los trabajos que poseen la voz de Alissa White como con su desempeño en directo, aunque también fueron muy queridos los regresos a la consolidación del grupo allá por los dos mil con un “My Apocalyspe” del celebrado ‘Doomsday Machine’. La banda estuvo fresca, divertida y desenvuelta con un público que nunca dejó de saltar, corear o hacer ollas, y no deja de ser una prueba del buen momento en que se encuentra la banda cuándo temas más modernos y melódicos como “The Eagle Flies Alone” o “First Day in Hell” son recibidos con la euforia de los clásicos atemporales.
La introducción de “Saturnine” desembocó en la épica brutalidad de un “As the Pages Burn” que casi derrumba la montaña de Montjuic, al que siguió un “No Gods, No Masters” que mantuvo la energía a los más altos niveles. Finalmente, y como no podía ser menos, culminó la velada un himno como “Nemesis”, que hizo saltar hasta a los oyentes más atentos que estaban haciendo cola en las paradas de merchandising del final de la sala. Así, con 10 temas y una hora, unos Arch Enemy en plena forma y que parecen no saber editar un mal trabajo, dieron toda una lección de brutalidad y desempeño, y no creo que sea descabellado pensar que en unos años serán ellos los que traigan a una banda reconocida como invitada especial para tratar de dar el salto al Sant Jordi.
Amon Amarth logran ascender a otro nivel
Y por fin, ocultando su prodigiosa producción detrás de una lona que cubría todo el escenario, Amon Amarth desembarcaron en Barcelona al ritmo de una “Raven’s Flight” que pese a sonar increíble, se vio opacada por la impresionante escenografía que los suecos están presentando en esta gira. Ser algo más que una banda de sala, una de esas que estará siempre en la mitad de un cartel y que solo será conocida entre los endogámicos círculos de amigos metaleros, implica un trabajo que va más allá de traer a más gente a los conciertos. Conlleva invertir en producción y en que la audiencia vincule tus shows con una experiencia en directo casi teatral.
Si escuchamos “The Trooper”, inmediatamente visualizamos a Bruce Dickinson ondeando una bandera británica, y si pensamos en “I Was Made for Loving You” enseguida nos viene a la mente a Paul Stanley volando para ocupar un puesto en medio de la audiencia. Se nota que Amon Amarth aspira a estos niveles, y es que no han reparado en medios para tematizar cada uno de sus temas y lograr que el concierto sea todo un viaje a través de las distintas temáticas que nos plantean.
El fuego invadió el escenario tan pronto la lona desveló a la banda y su escenografía, y se descubrió que la batería de Jocke Wallgren estaba sobre un inmenso casco vikingo con dos pantallas por ojos que llegó a elevarse varios metros en el aire gracias a una plataforma que había debajo. El bombardeo de pirotecnia fue intenso y constante a lo largo de todo el show, como si el mismísimo Surtur estuviera blandiendo su espada flamígera contra la audiencia, y cada canción dispuso de su pequeña característica, como las runas en llamas en “Runes for My Memory”, el siniestro Loki que apareció en “Deceiver of the Gods” o la devastadora tormenta de fuego de “Death in Fire”.
La banda capitaneada por Johan Hegg estuvo pletórica y se supo mimetizar a la perfección con una producción que parecía ocupar cada centímetro del escenario, y es que el frontman sacó a relucir su faceta como actor a la hora de introducir temas con tanta personalidad como “First Kill” o “Fafners Gold”, que como el mismo dijo, están hechas para liberar al vikingo que todos tenemos dentro. Como ya he mencionado, cada canción tenía su qué, su pequeño detalle de pirotecnia distintivo o su cambio de decoración que la hacían especial, y aunque los cambios eran notables, en ningún momento se interpusieron en la actuación de la formación.
A pesar de centrar el set en el nuevo trabajo o en éxitos de títulos más recientes como ‘Jomsviking’ o ‘Deceiver of the Gods’, hubo hueco para una joya para los fans más veteranos de la mano de una implacable “Predictions of Warfare” a la que siguió una cañera “Shield Wall”. Fuera el tema que fuera, el público se volcó al 100% durante todo el concierto, ya fuera haciendo pogos, colisionando en walls of death o hasta pretendiendo remar en un drakar que atravesara las tormentosas aguas de los mares del norte. Si, hay veces en que el público viene con ganas de fiesta y otras en las que una audiencia fría es espoleada por la banda, pero cuándo las dos circunstancias se juntan, esto es lo que ocurre.
“Guardians of Asgard fue el primer super clásico de la banda en caer, y aunque suele ser en estos momentos del concierto en que el público da el máximo, la locura llevaba tanto rato por las nubes, que el recibimiento no fue más grande que con cualquier otro corte de la noche. La festiva “Raise Your Horns” fue algo más sobria en cuánto a producción se refiere, pero compensó plenamente con ese espíritu de vikingos que se reúnen para beber en el Valhalla tras perecer gloriosamente en el campo de batalla. Como dato curioso, la organización recordó en las redes sociales que se permitía la entrada con cuernos para beber, y fueron muchos los asistentes que alzaron sus astados y bebieron junto a los miembros de la banda.
El quinteto abandonó brevemente el escenario para regresar por todo lo alto con un queridísimo “Pursuit of Vikings” que nos trasladó a los primeros trabajos de la banda y que fue coreada hasta la extenuación, para finalmente concluir el show con un “Twilight of the Thunder God” que incluyó un Jórmundgander gigante con el que Hegg se enfrentó para recrear la épica portada del trabajo homónimo. Concluido el espectáculo, Amon Amarth se tomó su tiempo para despedirse del respetable, pues eran plenamente conscientes de que habían logrado una tarea nada sencilla: ganarse un puesto entre los pesos pesados de todo un género.
Texto: Marc Fernández | Fotos: Lluís García
Promotor:Madness Live!
Día:2019-11-22
Hora:18:45
Sala:Sant Jordi Club
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Arch Enemy, Hypocrisy
Puntuación:9
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