El pasado Domingo 16 de Diciembre, recalaba en la sala Razzmatazz 2 de Barcelona la gira Skalstorm, bajo cuyo nombre se unen Skálmöld y Alestorm: dos monstruos de la escena folk metal europea. La alianza vikingo-pirata ya llegaba a la Ciudad Condal tras causar daño en Bilbao, Santiago de Compostela, Sevilla, Salamanca y Madrid... y buena parte del Viejo Continente, por el que llevan dando vueltas desde el 25 de Noviembre. Después de que los filibusteros hagan campaña en solitario en Australia, ambos grupos de isleños se juntarán con Bootyard Bandits (porque lo que le faltaba a esta gira eran vaqueros, claro que sí) para fondear en los fiordos del norte de Europa. Son gente ocupada.

El estilo musical de Skálmöld y Alestorm tiene poco en común, pero esto no les impide girar y funcionar muy bien juntos: algo habitual en el mundillo folk, y uno de los motivos por los que, en mi opinión, es uno de los subgéneros más ricos dentro metal. Sin embargo, si tuviésemos que encontrar algo que uniese a estas dos bandas, seria el meteórico ascenso del que han disfrutado aún y teniendo en cuenta su juventud: Alestorm nació como tal en 2007 y tienen 5 álbumes en su haber; Skálmöld se formó en 2009 y llegaban a Barcelona con su nuevecito quinto álbum ‘Sorgir‘ bajo el brazo.

En esta más o menos década, los técnicamente-escoceses Alestorm (aunque a fecha de hoy no quede en sus filas nadie de esa nacionalidad) han conquistado lenta pero inexorablemente las primeras filas (y las bodegas) de los festivales a lo largo y ancho del mundo con su descojonante metal de corte pirata que navega entre los mares del folk y el power con los ocasionales flirteos al thrash, el death o el core. Skálmöld, por otra parte, han sabido exportar la música tradicional islandesa, con todos sus tecnicismos, a través del prisma del black metal y un indudable amor por la armonía bien hecha, hasta ser unos imprescindibles en las mejores giras del mundillo y en las playlists de sus fans.

Si el domingo no estabas en Razz, no eres nadie

No era la primera vez que podíamos presenciar tal comunión, que, tal como nos contaba Jón Geir Jóhannsson, surcó los mares en 2011 por primera vez en el marco del Heidenfest junto a Finntroll, Turisas, Arkona y Trollfest. No fue hasta 2016 que la hermandad se afianzó: con motivo del lanzamiento del ‘Vögguvísur Yggdrasils’ de Skálmöld, ambos grupos intercambiaron singles. Así, tuvimos la suerte de disfrutar de un “Drink” interpretado en los gritos tradicionales islandeses y un Kvadning con más keytar del que estamos acostumbrados. Se asentaban las bases de una fructífera relación.

Viendo el éxito de convocatoria por las redes, el llenazo de Razzmatazz se preveía apoteósico, en parte gracias al buen trabajo de promoción que se había hecho desde RockNRock. Llegando a la sala, era indudable que la combinación de vikingos y piratas que asaltaba nuestras costas había conseguido algo que hacía tiempo que no se veía en Razzmatazz 2, y menos un domingo por la tarde: toda la sala abierta, con las dos barras funcionando a toda castaña, y gente hasta tocar la pared del fondo.

Antes ni siquiera que Skálmöld saltase al escenario, la atmósfera entre el respetable ya hervía. Estábamos ante el concierto de fin de gira (hasta después de Navidades) del duo Skalestorm, y la energía que se preparaba tras las bambalinas era perceptible desde el foso. Nos preparábamos para una noche muy especial. La gente había venido con ganas de fiesta Y SE NOTABA.

6 vikingos en una sala… y lo petan

Skálmöld subió al escenario con su habitual sosiego, sin ceremonias superfluas ni aspavientos innecesarios. “Aras” fue la canción escogida para abrir el setlist, pero tristemente quedó empañada por un sonido completamente deficiente. Como ya comentaba Olga Vidal en la crónica de Santiago, Skálmöld son un auténtico reto a la hora de sonorizar: no sólo estamos hablando de que en sus directos suenan tres guitarras, un bajo, un teclado y una batería, si no que también se tienen que ecualizar los guturales de Björgvin “Bobby” Sigurdsson, los shrieks de Baldur Ragnarsson y los coros del resto de miembros de la banda. A todo eso, súmale la natural oscilación de intensidades en las composiciones de los islandeses. De locos.

Skálmöld Barcelona 2018

Skálmöld (Foto: Daniel Cruz)

Por suerte, para el segundo tema, “Gleipnir”, el sonido empezó a fluir mejor y dejó apreciar la musicalidad de sus riffs. Esto hizo que la gente fuera despertándose y lanzándose a bailar, saltar y tararear. La compenetración de los hermanos Ragnarsson (Baldur a la guitarra y Snaebjörn al bajo) era total, completando la tríada con Thráinn Árni Baldvinsson a la otra guitarra. La batería seguía como siempre en manos de un Jón Geir Jóhannsson que no podía estar disfrutando más lo que hacía.

Crónica Skálmöld Barcelona

Skálmöld (Foto: Daniel Cruz)

Su entusiasmo tras el bombo no acabó de contagiarse al respetable que, al encontrarse que “Sverdid” (tema de su nuevo ‘Sorgir’) no contenía tantos riffs bailables como otras canciones más viejas, se calmó un poco. Sin embargo, el nuevo sonido se escuchó excelente en todos sus pasajes, haciendo honor a esa atmósfera más fría que los de Reykjavík querían conseguir en su nuevo lanzamiento.

Como ya avanzábamos, la noche era especial por varios motivos: otro de ellos es que era el cumpleaños de Helga, tercer miembro del clan Ragnarsson/Ragnarsdóttir, que en esos momentos estaba sustituyendo a Gunnar Ben a los teclados tal como ya había ocurrido en pasados tours. Tras cantarle un “Feliz cumpleaños” que fluctuó entre el catalán, el castellano, el inglés y el islandés (si ya se oye un murmurio pantanoso cuando llega la parte de “Te deseamos… ¿todos? ¿el nombre del cumpleañero?” de normal, imaginaos cómo sonó en Razz), Skálmöld se lanzó de cabeza a interpretar un celebrado “Múspell”.

Skálmöld Barcelona

Skálmöld (Foto: Daniel Cruz)

Con el arranque de “Niflheimur” el aire acondicionado de la sala empezó a funcionar, cosa que todos los presentes agradecimos de corazón. Por casualidades de la vida, el aire también hizo caer algunos papelitos de colores, dando un ambiente carnavalero-festivo a la situación que animó a la gente a entregarse aún más, manos en alto y todo. Desde el escenario, cada uno de los seis miembros del escenario lo vivía a su manera: la serenidad de infalible sonrisa de Björgvin contrastaba con las constantes arengas de Baldur.

“Móri”, el otro tema del nuevo disco del que pudimos disfrutar, marcó el descenso hacia el final del concierto. Las luces se volvieron frías, tiñendo el escenario de un azul glacial sólo roto por la vibración de centenares de cuerpos en tensión: el público esperaba ese momento. Fue, sin lugar a dudas, el mejor momento de la noche: “Móri” es un tema especial, con un crescendo único que, interpretado en directo, se convierte en algo mágico. El estallido catatónico después de la voz de la soprano (pre-grabada para la ocasión) hizo temblar los cimientos de Razzmatazz.

Crónica Skálmöld Barcelona

Skálmöld (Foto: Daniel Cruz)

El ambiente estaba caldeado y preparado para que, a partir de ese momento, cualquier canción fuera un éxito rotundo. “Nidavellir” y “Ad vetri” cayeron en rápida sucesión, alternando solos armónicos, riffs brutales y pogos desenfrenados, para que, finalmente, Skálmöld cerrara su actuación con la fiesta que es “Kvadning”. Varias cosas quedaron claras esa noche (como, por ejemplo, que los de Islandia están en su mejor momento tanto interpretativamente como compositivamente), pero, por encima de todo, lo que demostraron es que no es necesario hablar una palabra de islandés para perder la voz cantando con ellos.

Alestorm llega, se bebe nuestras birras, y se va

La primera señal de la aparición de Alestorm fue el despliegue de la lona, de gran tamaño, que ya hizo gritar a la gente. Poco después se montó la mastodóntica batería de Peter Alcorn, el teclado rojo sangre de Elliot Vernon, y la incauta víctima de la noche: el pato hinchable mascota de la banda. Estaba todo preparado para que los piratas saltaran al escenario: un MC les presentó, se levantaron columnas de humo, y se desató la locura. Con los primeros acordes de “Keelhauled”, el resto iba a ser historia.

Fue un acierto de los británicos empezar el show con uno de sus éxitos más atemporales. El ambiente estaba ya preparado para recibir temas más nuevos como “Alestorm”, “Magnetic North” o “Mexico”, donde los descarados se atreven a rimar “alcohol is free” con “alcohol is free”. Y sin pedir perdón: si algo caracteriza a Alestorm, y cada vez más, es su desfachatez y total irreverencia hacia todo lo que les rodea.

Hubo momentos en que Christopher Bowes, vocalista y “keytarista” de la banda, jugó con toda la jeta con las habilidades lingüísticas (o falta de) del público: consciente de que se levantaría un coro de afirmaciones fuera lo que fuera que preguntase, inquirió al respetable por su preferencia por comer pizza directamente del ojete. Tras la respuesta (afirmativa, por supuesto), los británicos introdujeron “The Sunk’n Norwegian”, una verdadera joya de su tercer álbum, ‘Back Through Time’ (2011).

El momento más brillantemente divertido de la noche se dio durante la interpretación de “Nancy, The Tavern Wench”, un pseudo-acústico que Chris presentó como “un tema lento que os va a tener que gustar queráis o no”. Con los primeros acordes, ni corta ni perezosa, una parte de la audiencia se sentó en el suelo y empezó a imitar el gesto de estar remando. El efecto dominó fue instantáneo, y enseguida estaba más de media platea sentada, remando al unísono de una forma que haría empalidecer de envidia a los de la regata Oxford-Cambridge. Se terminó el tema y hubo aplausos para todos. Llegábamos al turno del tema más largo y complejo de Alestorm: “Rumpelkombo”.

Alestorm Barcelona 2018

Alestorm (Foto: Daniel Cruz)

Es broma. Tal honor le tocaría posiblemente a “1741 (The Battle of Cartagena)”, aunque no se puede decir que la clave de Alestorm esté en la dificultad de sus composiciones. De hecho, había momento en que Elliot se recostaba sobre el soporte de su micro y contemplaba perezosamente los mosh que se formaban constantemente entre el público, sin mucho más con lo que entretenerse que alternar entre dos notas con una sola mano. Máté Bodor (guitarrista) y Gareth Murdock (bajista) pasaban las pausas entre tema y tema bajando Coronitas como unos campeones.

Sin embargo, el verdadero héroe de tragar cerveza fue Phil, que bajó el increíble número de cinco medianas en el tiempo que le tomó a Chris presentarle. El ex-Lagerstein ahora viaja con Alestorm para, entre otras cosas, rapear la parte de “Hangover” y aupar el caos que se desata durante la interpretación de esta cover de Taio Cruz que Alestorm se ha hecho completamente suya. Tras ese loco momento fue el turno de dos temas del reciente ‘No Grave But The Sea’ (2017): “Pegleg Potion”, que invocó pogos, y “Bar ünd Imbiss”, que provocó un wall of death.

Crónica Alestorm Barcelona 2018

Alestorm (Foto: Daniel Cruz)

El final de la noche se acercaba con “Captain Morgan’s Revenge”, single indiscutible de su primer álbum, que recientemente acaba de disfrutar de una re-edición. Con el mismo clamor con el que se había recibido a “Keelhauled” al inicio del show, se celebró ahora la llegada de “Shipwrecked” y, poco después, la archicoreada “Drink”.

Y mata al pato

Pocos sabían la tragedia que se iba a desatar llegados a este punto de la noche. Alestorm estaba dispuesto a matar a un pato joven a inocente que aún tenía mucha vida por delante por el simple motivo de que el concierto en Barcelona era el final de gira… y porque les debe salir más a cuenta comprar uno nuevo que hacerle volar de vuelta a casa. Qué crueldad, encima en Navidades…

Los escoceses-que-no-son-escoceses alentaron a una joven del público llamada Eva a armarse con un cuchillo para encarnizarse con el animal. Luego lanzaron su cadáver varias veces apuñalado a la muchedumbre rabiosa, que descuartizó al ave y se llevó partes de su cuerpo de plástico amarillo a casa a modo de trofeo. El pato fue llorado por algunos miembros del público, que quedaron traumatizados ante tal salvajada.

Alestorm Santiago de Compostela 2018

Alestorm (Foto: Iria López)

Era imposible que la noche se superase, aunque los dos temas que quedaban fueran la animada y clásica “Wolves Of The Sea” y la siempre tan agradable e inocente “Fucked With An Anchor”, que propició el intercambio de peinetas y dulces palabras entre el público y Bowes y sus lads.

Lo que pasó esta noche de Domingo en Razzmatazz no tiene nombre, y es que hacía tiempo que no veía tal afluencia de público dispuesto a disfrutar de la fiesta con tal locura. Sin embargo, como ya avanzaban ellos mismo en “Scrapping the Barrel” (porque si algo no tienen los chicos de Alestorm es un pelo de tontos), la banda se encuentra hoy en día en la encrucijada de ser un meme de sí mismos que se ríe con todos y de todo, por ejemplo, lanzando discos cantados por perros sampleados. ¿Hasta cuándo podrán aguantar el chiringuito?

Texto: Laura Cano | Fotos: Dani Cruz + Iria López

Promotor:RockNRock

Día:2018-12-16

Hora:19:30

Sala:Razzmatazz

Ciudad:Barcelona

Teloneros:Skálmöld

Puntuación:8