Airbourne hace arder Barcelona
Los australianos llenaron también en Barcelona en el concierto de presentación de su nuevo disco "Boneshaker". Nadie fue capaz de ponerle un pero al concierto.
Supersuckers: podrían haber gustado más
Supersuckers tuvieron la difícil tarea de abrir la velada, más habida a cuenta lo difícil que es equiparar la energía y la entrega de los australinos. A pesar de que la sala estaba casi repleta y de que su sonido casaba bastante bien con los gustos de la audiencia, tuvieron un arranque algo accidentado y con un sonido bastante turbio. Aunque el público se entregó bastante en los primeros acordes, principalmente por el parecido del frontman con Lemmy, el concierto se fue enfriando con cada tema, sin que la banda llegara a conectar plenamente con los fans de Airbourne.
Su fórmula de rock de carretera facilón y gamberro gustó sin entusiasmar, y tal vez para ser justos habría que verlos en su gira propia que empezarán el año que viene por nuestro país, y aunque puede que no captaran muchos fans en la velada de ayer, tienen un sonido y un empuje considerables, por lo que seguro que crecen en un concierto propio.
Uno de los conciertos del año: Airbourne
Desde que Airbourne irrumpiesen en el vetusto mundo del hard rock han pasado ni más ni menos que doce años. En aquel entonces, de la mano de Roadrunner Records, la banda tuvo una buena campaña publicitaria y una imagen bien definida que los llevó a alcanzar rápidamente a su público objetivo. Pero si bien en un principio parecían condenados a llenar salas de pequeño formato (su primer concierto en Barcelona fue en un Apolo 2 a reventar) parece que con el paso de los años y la inclusión de una nueva generación necesitada de rock sudoroso, Airbourne están en el punto idóneo para dar el gran salto.
Y no está de más remarcar que, a medida que vemos como AC/DC se acercan a su (teórico) final como banda y postergan una presunta gira que no llega nunca, Airbourne cotizan al alza. Al final, sin tener las grandes canciones o la mística coadyuvante, Airbourne tienen la esencia: boogie rock australiano de muchos octanos y un leitmotiv que se resume en salir, beber y pasárselo bien. Justo lo que todo el mundo debería hacer hoy en día. Total, el mundo se va al cuerno de todos modos.
Fue extraño volver a verles en un Razzmatazz que ya sabemos que son capaces de llenar. Nos consta que el Sant Jordi Club fue una opción pero que la propia banda prefería llenar un recinto como Razzmatazz por el clima que se genera en un bolo hasta los topes lleno de sudor y birra. No en vano, a lo largo de todo el concierto de los australianos la pista de Razzmatazz era un ir y venir de pogos imparable, repleto de gente joven de veintitantos años. No nos olvidemos de otro detalle importante: a la misma vez, La Polla Records estaba llenando el Palau Sant Jordi con su show de reunión con entradas agotadas hace meses.
¿Queda espacio para el buen rock and roll de estadio hoy en día? Seguro que si. ¿Hay espacio para cien mil bandas y doscientos subgéneros? Probablemente si, pero mucho más pequeño. Cuando se habla de renovación a menudo se esta obviando el hecho de que el mercado no puede absorber la ingente cantidad de bandas que pugnan por nuestra atención hoy en día. Lo que si está claro es que el rock and roll básico, potente, con actitud y corazón, triunfa.
No obstante, a Airbourne les falta un elemento clave para dar el gran salto y ese es el de la producción escénica. Ninguno de los grandes de los 70 y 80 fue grande solo por sus buenas canciones, sino por suponer un espectáculo escénico que trascendía lo musical. Convertir la propuesta musical en parte de un fenómeno mucho más grande es lo que llevó a AC/DC, a Iron Maiden, a Metallica o a Pink Floyd al status que consiguieron. El show de Airbourne al final tira de algunos gimmicks pero falta sentido de la oportunidad y timing. En resumidas cuentas: los puntos álgidos de un show de Airbourne a nivel escénico son los siguientes:
- Joel O’Keffe sale a hombros de un roadie a tocar la guitarra entre el público y se peta una lata de cerveza en la cabeza
- Joel O’Keffe saca un roadcase con el nombre de Lemmy y procede a hacerse unos cubatas de Jack Daniels y cola en honor a los caídos del rock
- Ryan O’Keffe hace sonar una sirena de manivela para introducir “Live it Up”
- Joel O’Keffe hace que el público se suba a hombros de sus colegas
- Joel O’Keffe le pide al público que se siente para luego ponerlo de pie y poner aquello patas arriba.
Nada que sea demasiado histriónico y todo orientado a pasarlo bien y dejar el centro de atención siempre sobre la música, claro. Pero al final, una campana de tonelada y media, unos cañones, una plataforma hidráulica en medio de un estadio o ese tipo de cosas siempre quedan bonitas. Quizá es el momento de que Airbourne engrandezcan su espectáculo con algo más que atraiga a aquellos casuales que necesitan un atractivo extra más allá de la música.
Una gran noche de sábado
Lo cierto es que Razzmatazz fue una fiesta a lo largo de toda la velada y más allá de estas consideraciones el público demostró tener muchas ganas de que llegase la noche del sábado. Hay conciertos que los colocas un miércoles y cambian mucho. Bandas como Airbourne o Steel Panther han de verse en sábado para luego pirarse de fiesta y aprovechar las buenas sensaciones.
La velada la abrieron, como ya se sabe, Supersuckers. Con un tremendo Eddie Spaghetti al frente, la banda venía celebrando los 20 años de su mítico “The Evil Powers of Rock and Roll”. Aunque algún otro compañero ha hablado de ellos como una rémora de Motörhead, lo cierto es que Supersuckers nunca pretendieron inventar la rueda. Lo que hacen lo hacen muy bien y, sin dudas, era la mejor banda que se podía escoger para telonear a Airbourne.
La cuestión es que , pese al aniversario de su clásico disco, tocaron solo un tema de éste y se centraron en hacer un repaso a los greatest hits que incluyeron “The History of Rock And Roll”, “Get The Hell”, “Til I Die” y una tremenda versión del “Dead, Jail or Rock N’ Roll” de Michael Monroe antes de irse con “Pretty Fucked Up” y “Born With a Tail”. Magistrales, enérgicos y repletos de actitud.
A punto de ebullición
Cuando salieron Airbourne, el público estaba a punto de ebullición. De haber encendido una cerilla en aquella sala, habría habido una explosión. El rugido del público a la que Joel O’Keffe entró en escena con “Raise the Flag” fue escalofriante, propio de las grandes ocasiones. Es fácil imaginarles en un estadio en un futuro a medio plazo. Airbourne tienen la capacidad de incendiar al público y mantenerlo calentito durante una hora y media sin apenas bajones. Ni solos, ni largas parrafadas sobre el estado del mundo. Un tema tras otro, caña, caña, caña. Sin parar.
Con algunos clásicos quedándose por el camino y solo trece canciones en el set difícil sería encontrar a una persona que dijese que el show no fue bueno. Los nuevos temas como “Burnout the Nitro” o el medio tiempo rítmico “Boneshaker” quedaron perfectos al lado de hits como “Bottom of the Hell”, “Too Much, Too Young, Too Fast” o la siempre efectiva “Girls in Black”, con el paseo por el público de Joel en la parte central y el gag de la cerveza. Un momento del show que sería mucho más efectivo en el tramo final antes de los bises, sin duda.
Tras una hora y media con multitud de grandes momentos, la banda se despidió con dos versiones fastuosas de “Ready to Rock” -cuya melodía de guitarra el publico coreó hasta el hartazgo- y la infaltable “Runnin’ Wild”, que sirvió para rematar un show que dejó al público muy arriba. Nunca nos cansaremos de ellos.
Texto: Marc Fernández y Sergi Ramos | Fotos: Sergi Ramos y Elena Marco
Promotor:Madness Live
Día:26-10-2019
Hora:20:00
Sala:Razzmatazz
Ciudad:Barcelona
Teloneros:Supersuckers
Puntuación:9
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