AC/DC casi llenan el Estadio de La Cartuja de Sevilla para dos horas de rock duro atemporal. ¿Fue un gran concierto? Probablemente el mejor que pueden ofrecer.

No es ninguna exageración decir que la gira de AC/DC en 2024 es el evento más esperado y extraordinario del rock duro en tiempos recientes.

Pocos acontecimientos son capaces de aunar de una manera tan intensa a diferentes generaciones y subgrupos estilísticos del género. Te pueden gustar Marea o Slipknot, pero todo pasa por AC/DC. Es una experiencia religiosa, necesaria, de conversión. Si no has ido a un concierto de la banda no puedes llamarte a ti mismo ni rockero ni metalero. Eres (cas) un hereje.

Desde que AC/DC giraron por última vez en 2016, muchos ansiaban verles por primera vez y otros muchos deseaban poder verles por última vez. Los dos conciertos de Sevilla tienen un certero halo de despedida – pero también lo pensamos de los Rolling Stones cada vez que vienen, y ahí siguen con 80 años llenando estadios. El rock and roll está en terreno desconocido desde hace muchos años: las bandas que hicieron de la energía y la juventud su bandera van cumpliendo años y se ven en la difícil tesitura de replicar la expectativa basada en videos de hace 40 años con las realidades de la física y la gravedad. De algún modo, unos con más suerte que otros, lo consiguen.

AC/DC: Mejor de lo esperado

Tras tres conciertos de la gira “Power Up” el consenso general en las redes es que AC/DC están a un nivel mucho mejor del esperado. Los problemas auditivos de Brian Johnson y el frágil estado de su voz eran el principal talón de Aquiles de la gira. De Angus sospechábamos que a medida que fuesen avanzando los shows, iría entrando en calor, como efectivamente está sucediendo. Y la inyección de savia nueva que ha supuesto la llegada del bajista Chris Chaney y el baterista Matt Laug tampoco se puede ignorar: aunque fuese sacrílego perder a Phil Rudd y a Cliff Williams en ésta gira, los fans rápidamente han entendido que entre no tener a AC/DC en activo o tener a AC/DC con nuevos miembros, era mejor lo segundo.

La ciudad de Sevilla ha decidido volcarse por completo con los conciertos de la banda. Anuncios dándoles la bienvenida en el centro de la ciudad, taxistas con listas de Spotify de AC/DC a todo trapo haciendo servicios en el aeropuerto como si no hubiese un mañana ante el torrente de fans de otros lugares que han acudido a los conciertos sevillanos, hoteles con menús especiales “Power Up” – el mismo de siempre pero con logo de AC/DC en la carta- y tantos otros gestos de devoción hacia una banda que toca ya por tercera vez en la ciudad. También, al otro lado del ring, la parte mala: hoteles a 500€ la noche, coches VTC con precios disparados y masificación general. El precio a pagar por tener una gira de primer nivel en cualquier capital: todo el mundo quiere hacer negocio con ello. 

Con 37 grados de temperatura y con la gente escondida bajo las pocas sombras del entorno del estadio, las puertas del estadio de la Cartuja se abrieron como estaba previsto alrededor de las 18:00h, con los fans corriendo de pura excitación. Daba igual que fuesen chavales de 20 años o sexagenarios. Todo el mundo tenía un nerviosismo propio de quienes están a punto de presenciar algo único. Y, de nuevo, el halo de “…¿y si fuese la última vez?” en el aire.

Dos horas de AC/DC por delante

Tras una tensa espera, amenizada por unos The Pretty Reckless que pasaron sin pena ni gloria por La Cartuja (ser telonero de AC/DC sigue siendo, a día de hoy, el peor trabajo del mundo para un artista), AC/DC tomaron el escenario a las 21:45 exactas, justo cuando el calor comenzaba a dar signos de tregua. Tras el típico video de intro que da paso a todos los conciertos de la banda, el grupo salió al escenario con la energía del estadio en máximos. Lo hizo con “If You Want Blood (You’ve Got It)”, con la que han abierto todos sus conciertos de esta gira. Una elección curiosa -nunca antes habían abierto con este tema- pero que fue toda una declaración de intenciones ante unos fans sedientos de sangre. Concretamente la de AC/DC. 

Sin apenas pausa, la banda se lanzó a por un tosco “Back in Black”. La pantalla del escenario, de un negro solemne con el logo de AC/DC, era todo el espectáculo que el grupo necesitaba a su alrededor. Junto con unas parillas de luces LED reminiscentes de los escenarios que la banda usaba en las giras de “Fly on the Wall”, “Who Made Who” o “The Razor’s Edge” y con un total de cero elementos de atrezzo escénico más allá de la muralla de amplificadores clásica y las escaleras laterales del escenario y la pasarela central, AC/DC demostraron que tan solo necesitan la música para tener a setenta mil personas comiendo de la palma de su mano. Ni grandes muñecas inflables, ni trenes estrellados contra el escenario, ni estatuas gigantescas de Angus. Esta vez no había nada de eso: luces, sonido, batería, guitarras y hágase el rock. 

En defensa de AC/DC hay que decir que, por innecesario que parezca, siempre defienden su más reciente trabajo de estudio. Lo hicieron con “Demon Fire” en el primer tramo del concierto y “Shot in The Dark” más adelante. Sepultados entre clásicos con décadas de solera, los “nuevos” temas de AC/DC sonaron totalmente integrados en el repertorio. No en vano, “Power Up” fue un gran disco de retorno y sus canciones merecen la exposición en directo. Sin embargo, los clásicos mandan y tanto “Shot Down in Flames” como, especialmente, “Thunderstruck” pusieron el estadio a saltar como si se fuese a acabar el mundo.

A favor de Brian Johnson

En éste punto, y a colación de “Thunderstruck”, merece la pena romper una lanza a favor de un casi octogenario Brian Johnson. No solo mantuvo el ritmo y la voz todo el concierto -si bien en algún momento mostraba signos de agotamiento muy justificados- sino que hizo gala de una energía insultante durante todo el show. A veces casi se percibía un ánimo de redención por parte de Johnson. Como de querer demostrar que lo que pasó en la última gira, cuando tuvo que salir de la banda a medio tour por una sordera, o eso se dijo, no era la despedida a la que el aspiraba. Sobre el escenario y ante el público sevillano, Brian se creció hasta el punto de la enajenación mental transitoria en algunos momentos. Fuera de sí, Johnson bailaba, cantaba y enloquecía sobre las tablas. Mi abuela, con su edad, tenía alzheimer y comía triturado. Por aquello de situarnos. 

 

El tramo central del concierto, con “Have a Drink on Me”, “Hell’s Bells” – campana de una tonelada incluída-, la mencionada “Shot in the Dark”, “Stiff Upper Lip” y muy especialmente “Shoot to Thrill” ha servido para que el público se asiente un poco tras el estallido inicial. Una rugosa “Sin City” y el neoclásico (de hace quince años) “Rock n’ Roll Train” han dado paso a ese fenómeno que sucede en los conciertos de AC/DC, donde a partir de cierto momento lo único que se suceden son clásicos imperecederos, guantazo tras guantazo de historia del rock.

 

La batería de clásicos

Con un Angus Young en estado de gracia a lo largo de todo el show, la banda ha atacado “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, una juguetona “High Voltage”, el gran clásico recuperado “Riff Raff”, “You Shook Me All Night Long”, la celebradísima “Highway t Hell” y “Whole Lotta Rosie”, con una cadencia y una potencia que cualquier banda de veinteañeros suspiraría por conseguir. Por delante quedaban lo dieciocho minutos del himno “Let There Be Rock”, donde Angus se ha acercado al final de la pasarela, tocando su solo para cada lateral del estadio antes de elevarse varios metros en una plataforma hidráulica entre el rugido del público. Allí arriba ha caído al suelo, se ha revolcado con falsa histeria teatralizada y el confetti ha inundado la Cartuja. Algo mil veces repetido pero no por ello menos efectivo. 

Tras volver al escenario y subir a hacer su clásico solo sobre la pasarela superior, Angus ha corrido escaleras abajo para acabar el tema vaciándose por completo, tirado por el suelo ante el aullido generalizado y la incredulidad de quienes nos da por recordar que este señor de pelo canoso tiene casi setenta años. De nuevo, mi abuelo con setenta años, llevaba varios años muerto. Para ponernos en perspectiva. 

Tras un breve descanso de tres minutos, la banda ha vuelto a escena para tocar un contundente “TNT” y un “For Those About To Rock” que nos conducía al final inevitable del show. Del mismo modo que el orgasmo es el objetivo y, a la vez, el fin de todo, “For Those About to Rock” es el climax deseado pero odiado de un concierto de AC/DC. Con ella acaba todo: los cañones han disparado salvas ensordecedoras sobre Sevilla mientras el público no salía de su asombro: el espectáculo de AC/DC, mil veces visto, en DVD’s, en YouTube…estaba ahí ante nuestras narices. La banda defendiendo el repertorio con insultante dignidad. Y si, un par de músicos de sesión ocupaban el preciado puesto de Phil Rudd y Cliff Williams. ¿Y qué? Ante la perspectiva de un mundo sin AC/DC o con éste AC/DC, creo que las 70.000 personas que colmaban La Cartuja han escogido este AC/DC. No les culpo. Yo también. 

El sábado, más. 

Texto y fotos: Sergi Ramos

Promotor:Gay Mercader

Día:2024-05-29

Hora:21:45

Sala:Estadio La Cartuja

Ciudad:Sevilla

Teloneros:The Pretty Reckless

Puntuación:5