Abbath vuelve con fuerza a Barcelona
Tenía a todos sus fans preocupados. Pero parece ser que el paso de Abbath por rehabilitación tras el incidente en Argentina, y posterior cancelación del tour sudamericano, ha dado sus frutos. El icono del black metal noruego vuelve con ganas de repartir cera.
Ha tenido en vilo a todos sus seguidores españoles. Temiendo cada mensaje de la promotora acerca del concierto en sus redes sociales por si las cancelaciones continuaban tras el que, al parecer, fue un punto de inflexión en su carrera. Desde luego el poco tiempo transcurrido desde su paso por rehabilitación tras aquel desastre en Argentina no debe haber significado una recuperación milagrosa, pero sí parece haber sido una toma de contacto con el mundo real, y un volantazo hacia el cambio en positivo. Y la comunidad se alegró profundamente de verle volver a despegar.
Nuclear: cañonazo de salida
La cosa empezaba pronto. Y puntuales, a las seis y cuarto de la tarde, saltaban a escena los chilenos Nuclear. Pese a la escueta cola que se agolpaba fuera de la sala, esta se llenó rápidamente durante la actuación de estos primeros teloneros, que pudieron disfrutar de una salamandra al cincuenta por ciento de ocupación para antes de terminar su set.
Su thrash de corte clásico: veloz y contundente, funcionó de maravilla. Sonó crudo y visceral, como el ambiente requería, y levantó cuernos y puños con relativa facilidad, ya que el público parecía estar realmente receptivo ante la propuesta. Al grupo se le vio agradecido en todo momento, aún que no desperdiciaron casi tiempo de su escasa media hora con charlas, sino que optaron por enfilar tantos temas fuera posible. La conexión definitiva se generó con su última “Apatrida”, que al ser cantada en español siempre funcionará especialmente bien en nuestras tierras.
Vltimas: sabor agridulce
Tras un breve parón para cambiar el equipo, los segundos de a bordo del extenso cartel fueron Vltimas. Se notaba que el público les tenía ganas, pues la sala empezaba a llenarse cada vez más rápido y los niveles de entrega subían considerablemente. Cuando el grupo pisó el escenario una ovación se apoderó de la sala, y es que en una noche así, tener a un ex Mayhem (Rune Blasphemer Eriksen, a la guitarra) y a un ex Morbid Angel (David Vincent, a la voz) en el escenario es ya motivo de cuernos en alto. Sin embargo, el protagonismo se lo iba a llevar todo, para bien y para mal, este último.
El único trabajo que el grupo ha lanzado al mercado, “Something Wicked Marches In”, que por cierto sería el tema con el que abrirían su concierto, es una pequeña joya. Sin embargo, lo que en estudio sonaba como una especie de revisión de Behemoth, no iba a funcionar de la misma forma en directo. Dado al cambio vocal de Vincent, que interpretaría los temas en algo más cercano a la voz rasgada, con mucho eco de melodía, que al gutural propiamente dicho. Esto, combinado con una actitud más propia del hard rock que de una propuesta tan oscura como es esa generó una dualidad que, pese a la impecable ejecución, levantó más de una ceja en la sala.
El grupo disfrutó de uno de los mejores sonidos de la noche, limpio y compacto, pero funcionó infinitamente mejor en las partes instrumentales. Una lástima, pues es un conjunto que realmente apunta maneras.
1349: veni vidi vici
Sin duda el gran reclamo, más allá del cabeza de cartel, era la presencia de un grupo tan mítico como es 1349. Y desde luego fueron el acercamiento más puro al género que íbamos a ver aquella noche. Su último trabajo “The Infernal Pathway” ha levantado pasiones, y que se pasaran a presentarlo por aquí era más que motivo de celebración.
Tras la introducción saltaron a escena cada uno luciendo una indumentaria absolutamente propia, siendo las más llamativas las de Seidemann, luciendo su habitual túnica con la que cubría su cara (y por tanto el corpsepaint, pasándolo a un plano de simple culto propio) y Ravn, por la cantidad de pinchos que surgían de sus brazos. Desde el minuto uno estuvieron en personaje y no se salieron más que para un breve agradecimiento al final del set. De hecho, no se medió ni palabra entre casi ninguno de los temas, y así encadenaron nueve cortes sin pararse casi a respirar entre uno y otro.
Cuando se habla de muro sónico se habla de grupos como son los noruegos, y es que los niveles de densidad que alcanzaron fueron insoportables para los simples mortales. El sonido fue contundente, pero crudo y seco como el asfalto. El reverb en la voz aportó el toque old school necesario para la propuesta, y los blastbeats fueron continuos. No cesaron más que en momentos puntuales para volver con el doble de potencia. La voz de Ravn se retorcía entre los instrumentos tal y como lo hacía su cuerpo.
La sensación de descontrol era absoluta, especialmente en temas como “I Am Abomination” o la última “Abyssos Antithesis”. Todos los elementos jugaron a su favor. Incluso las luces, opacamente verdes y rojas, que fueron la más absoluta pesadilla para los fotógrafos. Sin temer al equivoco, fueron para muchísimos de los allí presentes los vencedores de la noche.
Abbath: bomba de humo
Ahora sí, la tela negra que cubría la mitad del escenario descubría un logo gigante de Abbath sobre el cual se situaría la batería. Desde luego todo apuntaba a un concierto de producción elevada, pero a veces esto puede ser un arma de doble filo.
Tras la misteriosa intro, saltaban a escena los tres instrumentistas que (a día de hoy) conforman la banda: Ole Andre Farstad, a la guitarra. Rusty Cornell al bajo, y Ukri Suviletho a los parches. Olve “Abbath” Eikemo, nuestro guerrero favorito, obviamente haría acto de presencia por separado, y entrando justo para iniciar el primer acorde de “Hecate”, de su último trabajo ‘Outsrider’.
Desde que el grupo salió a escena, el público se dio cuenta de que algo pasaba. No les veíamos. De hecho, no se divisaban las primeras filas del respetable por poco detrás que uno se situara. Y es que el encargado de las máquinas de humo debió sentirse generoso aquel día con las cargas, ya que la niebla que se apoderó de la sala durante todo el concierto fue tan consecuente con la temática como incómoda para el público. Y es que de poco sirve que el grupo se traiga una producción tan potente (un set de luces estroboscópicas la mar de efectivas, el mencionado logo, o los clásicos trucos como el ventilador para el efecto melena al viento) si nadie va a poder ser testigo de ella. Había momentos, en que, de no ser por la potencia del sonido, que todo sea dicho fue excelente, uno podía pensarse que el grupo había abandonado la sala y nos habían dejado puesta una lista de reproducción.
Sea como fuere, el contratiempo no afectó a la calidad musical del evento, que vino de parte de una banda en estado pletórico en cuanto a ello. Desde luego se trató de un show medido y coreografiado. Y es que, en un momento tan delicado, es de imaginar que el grupo no puede permitirse una sola fisura en sus shows. El público fue consciente en todo momento de ello y no pareció preocuparle la falta de espontaneidad. Aquí estaban para escuchar himnos, e himnos iban a escuchar.
Lo mejor de cada casa
Durante el primer tramo se sucedieron (lógicamente) temas de los dos discos de estudio que la formación ha presentado. Algunos como “Ashes Of The Damned” o ”Bridge Of Spasms” sonaron especialmente potentes, y es que a su vez son puntos álgidos de sendos trabajos. Sin embargo, la primera gran ovación de la noche llegaba con “Warriors”, de ‘I’, la superformación a la que perteneció Abbath y que solo llegó a editar un trabajo: “Between Two Wordls”. Y es que como era de esperar, las interpretaciones de temas antiguos, ya fuera este o los de Immortal, serían los highlights de la noche a nivel de entusiasmo del público. Así pues, la primera en llegar fue “Against The Tide (In The Arctic World)” (que como consecuencia resultaría en que nos íbamos a quedar sin escuchar “One By One” aquella noche) y el público enloqueció.
Tras un bloque separador, que consistió en “Calm In Ire (Of Hurricane), posiblemente el tema nuevo que mejor lució en directo. Seguido de la homónima del disco, llegaron también, “In My Kingdom Cold” y el clasicazo que es “Tyrants”, que hipnotizó al público con su infernal medio tempo.
El fin de fiesta vino de la mano de una “To War” que ya empezaba a saber a despedida, y de la épica “Winterbane”, que con su melódico tramo final hizo las delicias de los más rockeros antes del abrupto final. Y es que el concierto supo a poco. A poco y a niebla artificial. Posiblemente no por falta de temas, sino por llevar el grupo puesta la directa desde el minuto uno. Sin embargo, las circunstancias son las que son, y lo primordial es ser conscientes de que lo importante es poder seguir disfrutando de una propuesta y un icono que, pese a sus altibajos, siempre termina siendo solvente.
Texto: Titus Ferrer | Fotos: Pol Mascaró y Mavi Parra
Promotor:Madness live!
Día:2020-01-31
Hora:18:00
Sala:Salamandra
Ciudad:Barcelona
Teloneros:1349, Vltimas, Nuclear
Puntuación:7
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