Broche de oro a Hellfest 2014 con el mejor domingo de todos los tiempos
Al contrario que el día anterior, el domingo en Hellfest traía una programación matutina que hacía viable el tener que levantarse temprano en lugar de cercano el mediodía, así que del mismo modo que el viernes, nos plantamos en el Mainstage 2 ya a las 10:30 de la mañana, dispuestos a presenciar el primer concierto del día. Los encargados de realizar nuestro saludo al sol particular (pero sin posturas de yoga) fueron los suecos Year of the Goat, conjunto de rock psicodélico de tintes ocultistas que tan sólo dispone de un álbum en su haber, el triunfal «Angels’ Necropolis» de 2012. Desde el inicio con el gran tema homónimo del mencionado (pieza que ronda casi los 11 minutos de duración), dejaron claro que maman directamente de la ubre de Blue Öyster Cult, y consiguieron hacer volar a los curiosos que nos dejamos caer por allí a tan tempranas horas con bellas progresiones y un apartado vocal excelente. Tres cortes de duración más estándar sonaron: «Spirits of Fire», «For the King» y una inédita «The Key and the Gate» de su próximo álbum, la cuál no hizo más que acrecentar expectativas de cara a una próxima segunda entrega del sexteto. Sus escasos 30 minutos sobre el escenario hicieron que nos quedásemos ansiosos de más de sus oscuras atmósferas, pero nos tuvimos que conformar con un genial cierre en el que combinaron «The Lines of Broken Hopes» con «Of Darkness», un tema de su primer EP titulado «Lucem Ferre». Después de tan tranquilo inicio tocaba darle al cuerpo su dosis necesaria de extremo, proporcionada por los noruegos Obliteration en The Altar, una banda que si bien no había escuchado antes, quería ir a ver por el mero hecho de haber sido seleccionados por Mikael Åkerfeldt para tocar en el Roadburn de este año. Y suerte que le hice caso a Miguelito. Haciendo suyo el escenario desde el primer segundo, su concierto fue una increíble exhibición del death metal más tradicional y purista, inyectado en vena a través de demenciales composiciones como «Sepulchral Rites». Una salvajada de principio a fin y una de las bandas revelación del festival.
Segunda sesión de ocultismo sueco en el Mainstage 2, esta vez de la mano de unos pletóricos In Solitude que ya arrasaron en su reciente visita a España. La nana de la monja Irene O’Connor «Fire of Gods Love» servía de inquietante intro para que los suecos arrancasen con el tema título de su último álbum, el excepcional «Sister»: un trabajo en el que combinan una fuerte influencia del post-punk con el metal clásico con tintes oscuros que venían practicando en sus dos primeros redondos. Sorpresivamente, la actuación en su integridad se centró tan sólo en ese disco, y ni siquiera interpretaron temas más conocidos como «Witches Sabbath». A más de uno no le sentaría bien esta decisión, pero lo cierto es que a servidor le pareció lo mejor que podían hacer: sus dos primeros álbumes son indudablemente buenos, pero no rozan la grandeza de esa joya que publicaron el año pasado. «Death Knows Where» es una muestra de ello, pero si tuviera que quedarme con una sola canción de su repertorio, esa sería «A Buried Sun». Excelente presencia escénica y un bonito detalle hacia su compañero Salim de The Devil’s Blood, recientemente fallecido, colocando unas flores en el frontal de la batería. «Lavender», «Horses in the Ground» y «He Comes» (la intro del álbum, curiosa manera de acabar un concierto) sirvieron para cerrar un repertorio cargado de intensidad y emoción. Sin lugar a dudas, tienen un gran directo. Y esto es algo que me duele no poder decir de Crowbar, quienes salieron a escena acto seguido y ofrecieron uno de los conciertos más decepcionantes de todo el festival. Empezaron bien con «Conquering», pero aquello poco a poco se fue desinflando hasta resultar en una actuación insulsa y muy poco atractiva. Sonaron bien, sin duda, pero no consiguieron en ningún momento retener la atención del público o causar algo de movimiento. Deberían replantear su visión del directo, porque ni siquiera temazos como «All I Had (I Gave)» mejoraron aquella tediosa experiencia. Podrían aprender de los conciertos de una banda tan tan cercana como los propios Down o incluso Eyehategod.
Un poco de power metal a primera hora de la tarde no está nada mal. Y menos con un grupo que, según nos confesaban en una entrevista tiempo ha, hacen de la música una religión. Dígase en el sentido más literal de la palabra, pues comandados por un vocalista vestido de clérigo, ataviados de forma muy llamativa, y con un escenario que simulaba una catedral, Powerwolf salieron a por todas. Mucho público se agolpó en el segundo escenario principal para disfrutar de su directo, que destacó por su dinamismo… y por su sentido sarcástico, ya que los movimientos obscenos acompañaban a las letras de “Resurrection by Erection” o “Raise Your Fist, Evagelist”. Para terminar eligieron “Lupus Dei”, todo un clásico de la carrera de estos lobos de la Europa del este. Inmediatamente después, tocaba cambio de estilo y cambio de escenario principal con los sudafricanos Seether. Fueron listos y conscientes del marco en el que se encontraban, así que recurrieron a su material más duro y cañero dejando a un lado sus singles más populares. El caso es que nada fue forzado y se les veía bastante cómodos soltando su rabia en canciones como “Words As Weapons” o “Rise Above This”: mucha más actitud y energía de las que muchos creían, y sorprendieron para bien. Quienes sorprendieron para mal fueron Repulsion, y es que una de las bandas pioneras en el mundo extremo, siendo uno de los padres del grindcore, debía arrasar con todo… y lo que nos encontramos fue todo lo opuesto. Un concierto absolutamente estático, sin adrenalina alguna, repasando los temas de su único y legendario álbum «Horrified» con un poco esmero que apenas incitaba a sacudir la cabeza. Incluyeron en su repertorio dos versiones, una de Venom y otra de Slaughter, pero si sus propios temas no iban a dar intensidad al concierto, tampoco lo iban a hacer estos. Se nota la falta de rodaje sobre los escenarios.
De vuelta a la explana de los escenarios principales, había una incógnita por resolver a continuación para muchos. ¿Fabio Lione en Angra? Calzarse los zapatos de Andre Matos no es nada fácil, ni tan siquiera los de Edu Falashi, pero ahí estaba el italiano para demostrar de primeras con “Angels Cry” o “Nothing to Say”, que es una elección más que válida para sacar a flote a la formación brasileña en las horas más bajas de su carrera. Pero miren por dónde, al comenzar “Lisbon”, apareció un protagonista inesperado que le quitó importancia al show de Angra: un camión de bomberos. Con esas altas temperaturas, una gran parte del público se dirigió al lugar donde dos bomberos lanzaban agua a presión. Aún así, las ejecuciones de “Spread Your Fire” y “Rebirth” fueron más que notables, antes de cerrar con “Carry On” y “Nova Era” de forma encadenada. Estuvieron a la altura, pero les queda rodaje por delante (y quizás temas nuevos) para que den la sensación de ser una banda unida y compacta, más que un trapo cosido con retales del pasado. Giramos el cogote hace el escenario principal 1 para el concierto de Alter Bridge, unos habituales ya en el circuito de festivales europeos. Su potente comienzo con “Addicted to Pain” y “White Knuckles” pusieron el Hellfest patas arriba, pero por si no habíamos tenido bastante, siguieron dando guerra con “Come To Life” y “Cry Of Achilles”. Sin querer sonar exagerado, son una de las bandas más en forma de la actualidad sin duda, y en especial Mark Tremonti y Myles Kennedy (¡cómo canta este hombre!) dieron fe de que son capaces de recrear en directo lo grabado en estudio y superarlo con creces. El público de Val de Moine disfrutaba de todas las interpretaciones del cuarteto norteamericano que no les tembló el pulso a la hora de levantar más polvareda con “Metalingus”, para acto seguido hacernos volar con los punteados de guitarra y el sentimiento impreso en la letra de “Blackbird”. “Rise Today” marcaba el final, no sin antes despedirse de uno de los mejores directos vividos en este gran fin de semana con “Isolation”. Se les ha acusado de ser bastantes fríos en directo, pero en esta ocasión se quitaron esa lacra dándolo todo. De ahí que los asistentes les brindaran efusivos aplausos y agradecimientos que se podían contar por miles.
Tras la cancelación de su concierto en Barcelona por un desafortunado accidente en carretera, los que teníamos previsto acudir a aquel evento nos quedamos con muchas ganas de ver a Annihilator en directo. Su actuación en Hellfest era el momento perfecto para quitarse la espinita, y sin duda ofrecieron un concierto muy por encima de lo que algunos esperábamos. El carisma es la principal baza de Jeff Waters y los suyos sobre el escenario, y combinado con sus nada pobres dotes técnicas, consiguen elaborar un espectáculo tan divertido y cercano al público como intenso a nivel musical. Nuevos temas como «Smear Campaign» o «No Way Out» suenan como un tiro en directo, y si hay que agradecerles algo es que tengan el detalle de recuperar canciones antiguas no tan conocidas para ir rotándolas con otros clásicos y así no tocar siempre lo mismo (ya podrían aprender Opeth de esto). Así pues, disfrutamos como críos en «Brain Dance», «Road to Ruin» y «Phantasmagoria», pero sin olvidar aquellos himnos por excelencia como «Alison Hell» y «King of the Kill». Para finalizar nos sorprendieron a todos con uno de sus cortes más veloces: la mordaz «Human Insecticide» de su álbum debut. Cambiando de tercio totalmente, nos dispusimos a presenciar uno de los eventos más esperados del festival: la actuación de Vreid. O como queráis llamarlo. Lo cierto es que se trata de una conmemoración del décimo aniversario de la muerte de Valfar, legendario cantante de Windir, y por ello el resto de ex-miembros de la banda han decidido reunirse no sólo para interpretar los temas de aquellos míticos discos que sentaron las bases del black/folk metal, sino también para interpretar canciones de los propios Vreid, banda en la que tocan juntos desde hace una década. Desde el épico inicio con «Brynjing» sonando por los altavoces, supimos que aquel iba a ser uno de los mejores conciertos del día. Y cuando todo estalló con «Arntor, A Warrior», aquello se convirtió en una fiesta absoluta. Pasando por piezas elementales como «The Spiritlord» y «On the Montain of the Goats» rindieron tributo a Valfar, el hermano del cual también cantó algunas canciones (haciéndolo bastante mal, todo sea dicho, ya que no es vocalista propiamente) y añadió un sentimiento especial a la velada. No faltaron canciones icónicas de Vreid como «The Reap», «Eldast, utan å gro» y «Pitch Black» e incluso nos ofrecieron un tema de su disco como Ulcus: «The Profound Power». Una versión acortada de «Journey to the End» puso punto y final a una actuación increíble que se hizo demasiado corta… ¡pero pronto los veremos en España!
Otra reunión de black metal nos esperaba en el escenario principal, siendo esta la principal razón para que servidor se decidiese a asistir a esta edición de Hellfest (como si el resto de bandas fueran poco), pero antes presenciaríamos el concierto de Soundgarden en el escenario paralelo. Y como el que no quiere la cosa enlazamos tres conciertos que conmemoraban un 20 aniversario: el del nacimiento de Windir, el de la publicación de «Superunknown» y el de la publicación de «In the Nightside Eclipse». Así pues, el repertorio de los de Chris Cornell se centró efectivamente en ese trabajo, combinándolo con su otra piedra angular, «Badmotorfinger». Lo único que cayó de fuera de estos dos trabajos fue «Beyond the Wheel», y no seré yo el que me queje… ofrecieron un espectáculo muy sólido, con un sonido impoluto y una ejecución envidiable, sobretodo por parte de Cornell, quien sigue demostrando día a día que es uno de los mejores vocalistas que haya dado la historia del rock. «Spoonman», «Jesus Christ Pose», «Outshined» y la inevitable «Black Hole Sun» fueron algunos de los puntos álgidos de un concierto que demostró que se encuentran en un estado de gracia una vez más. Una vez terminada la actuación de los de Seattle, había llegado la hora de sumergirse en el eclipse… la inmortal intro de aquel disco que sentó las bases del black metal sonaba en Val de Moine y arrancaba aplausos y gritos, caldeando el ambiente para que Emperor salieran a escena con una llamarada (literalmente) y la explosiva «Into the Infinity of Thoughts». Desde las primeras líneas vocales, Ihsahn demostraba que está a una altura excepcional, conservando la voz sin perder ni un ápice de intensidad o agresividad. Respecto a la reunión anterior se echaban en falta tan sólo dos cosas: en primer lugar, tener a Trym a la batería. Hacer un aniversario de «In the Nightside Eclipse» evidentemente tenía que ser con Faust, pero también es obvio que está a un nivel muy inferior comparado con el que fuera su sucesor. Pese a todo, mantuvo una buena pegada durante todo el concierto e hizo un trabajo más que aceptable. El otro inconveniente era tener un setlist poco variado y no poder disfrutar de joyas de «Anthems to the Welkin at Dusk», pero pensándolo bien… ¿Cuándo vamos a tener una oportunidad de escuchar «In the Nightside» íntegro en directo? Por esto, la ocasión no requería pensar en las joyas que nos perdíamos, sino centrarnos en la excepcional velada que teníamos por delante con uno de los mejores discos de metal de la historia. «Cosmic Keys to my Creations & Times» fue uno de los mejores momentos de la velada, así como «The Majesty of the Nightsky» con su gran explosión final. Pura maldad. El final de disco con todo Val de Moine cantando «Inno a Satana» fue simplemente inolvidable. Eso sí, mención a parte a los anormales que se dedicaron a hacer pogo durante el concierto. A eso se le llama no saber adecuarse a los conciertos. Para cerrar nos obsequiaron con dos temas de sus demos: «Ancient Queen» y «Wrath of the Tyrant». Simplemente mágicos. El mejor concierto del festival.
Todavía en shock por la magistral clase de black metal que nos habían dado Emperor, nos movimos apenas unos metros para situarnos de cara a otra banda legendaria: ni más ni menos que Black Sabbath. Muchas dudas tuve con esta reunión, por muchos motivos: la falta de Bill Ward a la batería, el cáncer de Iommi, el lamentable estado en el que había demostrado estar Ozzy en sus shows en solitario… pero una vez aquello dio comienzo con «War Pigs», supe que nada de eso eclipsaría un concierto verdaderamente estelar. Tommy Clufetos es un gran profesional con mucho groove que sacó los temas adelante sin problemas. Tony se mostró en un estado fortalecido, disfrutando de su propio concierto y luciendo sonrisas sinceras y esperanzadoras. Y Ozzy sigue hecho un desastre físicamente, pero a nivel vocal hace su trabajo bastante bien, manteniéndose afinado (no le podemos pedir mucho más). De Geezer no hay mucho que decir salvo que sigue siendo un absoluto Dios, dentro y fuera del escenario. El sonido fue fácilmente el mejor de todo este Hellfest, y las líneas de bajo tenían tanto color y grosor que eran un deleite constante. «Into the Void» y «Snowblind» fueron las grandes bazas del genial inicio de concierto, y la nueva «Age of Reason» bajó notablemente el listón pero se hizo ligera. «Black Sabbath» fue el punto álgido de la actuación, y en la segunda mitad del concierto sobraron algunas cosas como el solo de batería, pero por lo general muy pocas quejas se pueden hacer. Tras una hora y cuarto con las delicias de Iommi y compañía, aprovechamos el previsible final para escaparnos y atrapar la última media hora de los blackers 1349, otra banda difícil de ver, en el escenario The Temple. Lo que ofrecieron los noruegos alcanzada la medianoche fue un espectáculo absolutamente crudo y visceral: velocidades estratosféricas y pasajes ininteligibles desfilaban ante nosotros con el sonido más cerdo y distorsionado que hayamos presenciado en estos tres días. Y encaja a la perfección con su esencia de muerte y destrucción. Insoportable para los no iniciados, una excelente masacre para los ya aficionados. «Atomic Chapel» o «Sculptor of Flesh» fueron inmensas reverencias al diablo, lástima que se viesen rodeados por el ridículo decorado de las luces del escenario…
Otro cierre de jornada, y en esta ocasión de festival, con una difícil elección. Tras la carnicería que había supuesto el brutal concierto de 1349, en la carpa extrema teníamos a una banda que desde hace tiempo se aleja de cualquier cosa relacionada con ese lado del metal. Opeth arrancaron su actuación con «The Devil’s Orchard», desatando miradas de extrañeza en aquellos que no conocían a la banda y habían venido de rebote al escenario de death metal porque Iced Earth no tuvieron sustituto en el escenario principal. La interpretación de «Heritage» no fue más allá, y los suecos se dispusieron a ofrecernos un setlist muy variado, tocando temas de discos realmente dispares. «Heir Apparent» sacó el lado más agresivo de Mikael, y el propio frontman demostró que con el tiempo sus guturales vuelven a encontrarse en un estado mucho mejor que el que lamentablemente lucía desde hace unos años. «Demon of the Fall» nos llevó atrás en el tiempo, y «Hope Leaves» nos trajo la faceta tranquila de la banda una vez más. Como es habitual, el característico humor de Akerfeldt amenizó la noche, y sin darnos cuenta ya estábamos cerrando con «Deliverance» y «Blackwater Park». Un concierto en mayúsculas por parte de una banda de la que no esperaba tantísimo a estas alturas: actualmente están a un nivel impresionante. Sin lugar a dudas, Opeth haría las delicias de todos los que presenciaran su concierto, pero quien tenía ganas de terminar la fiesta con música de fiesta, había que ir al escenario Warzone y terminar de quemar los cartuchos al ritmo del punk rock de Turbonegro. Y ahí salieron los noruegos a todo trapo que fueron recibidos hasta con carteles al estilo de animadoras de futbol americano. Su legión de fans no paró de brincar, bailar y hacer crowdsurfing desde su inicio con “Back To Dungaree High” y “Selfdestructo Bust”. Aunque no quedara ni una gota de fuerza después de tres días de festival, “Sailor Man” o “All My Friends Are Dead” nos arrancaba los pies del suelo. Aprovecharon todo el tiempo que tuvieron en escena, y además de dispararnos más temas insignias de su carrera como “Fuck The World”, también hubo hueco para presentar una nueva canción: “I’m a Train”. Pura dinamita en escena que en su tramo final nos regalaron una versión bastante original del “Money For Nothing” de Dire Straits, y para rematar la faena, invitaron a Nick Oliveri al escenario – que curiosamente andaba por ahí con un gorro de marinero – para cantar “I Got Erection”. Después del concierto que ofrecieron, ¡todos nos sentíamos así! Un fin de fiesta por todo lo alto y perfecto, para esta enorme edición del Hellfest.
El ránking de la jornada
El tridente dorado: Emperor, Black Sabbath, Turbonegro
Las menciones de honor: Vreid, Opeth, Obliteration, Alter Bridge, In Solitude, Soundgarden, Seether
Cumplidores: Year of the Goat, Annihilator, 1349, Angra, Powerwolf
Las decepciones del día: Repulsion, Crowbar
Fotos: Nacho Criado / Texto: Esteban Portero & Satur Romero
Día:2014-06-23
Hora:10:30
Sala:Val de Moine
Ciudad:Clisson
Puntuación:8
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.