El Rock corre por sus venas, eso lo supieron trasmitir a un público que no dejó de danzar a su ritmo, corear y saltar; de las primeras a las últimas filas.

Como ya va siendo costumbre en la provincia de Tarragona, prácticamente cada fin de semana hay sitio para una dosis de rock y metal en sus vertientes clásicas y extremas. Lo viene demostrando la sala Toman de Reus, que no ha parado de dar oferta desde su apertura en verano pasado. Con un equipamiento de lujo y unas instalaciones nuevas en una sala de unas 300 personas de capacidad y gracias a la profesionalidad con la que se ejecutan los conciertos por parte de promotores y técnicos de sala, es casi imposible pensar que no va a haber calidad en una velada como la que se nos presentaba el pasado sábado.

Si había algo que podía preocupar a la cantidad de asistentes es habitual el solapamiento de conciertos por la oferta de música en directo y el hecho que cada día sean más las giras que pisan estas tierras, puesto que en Salou se ofrecía gratuitamente un concierto de metal extremo con los locales Breaking Silence y los barceloneses Symmetric Chaos. A pesar de ello, esta vez sucedió el deseado efecto contrario. El público asistente en ambos conciertos pudo escoger el género que le apetecía escuchar, llenando ambos recintos de greñas y personas de todas las edades.

Y no podía ser de otra manera, puesto que el trio británico The Brew serían una promesa muy esperada para su consolidado público tras varios conciertos anuales en la provincia de Tarragona que dejaron a más de uno deseoso de repetir. Ellos mismos manifestaban en el “diari de Tarragona” que tras haber tocado en el festival Internacional de blues de Reus en 2009 y volver en 2010 a la misma ciudad para ofrecer su show, tenían muchísimas ganas de volver a darlo todo tras años de no pisarla; pese haber actuado en la ciudad de Tarragona con anterioridad.

Con todas esas razones para no perdernos a “The Brew”, llegamos al recinto pasadas un poco más de las diez de la noche y ya se respiraba lo que tenía que ser una noche especial de Rock and Roll. A falta de más de media hora para su inicio, la sala se llenaba a buen ritmo y los asistentes hablaban de Rock y de la banda mientras se hacían largas colas en la barra para refrigerar las gargantas que serían secadas progresivamente.

Con todos los ingredientes necesarios y con el recinto ya lleno, era hora de bajar las luces y presentar el concierto con un fragmento de la intro sacada de la película «The Good, the Bad and the Ugly», la misma «The Ecstasy of Gold»; ya usada por grandes referentes de la escena Rock y Metal. La habitual presencia de teloneros no fue complacida, pero parecía no importar mucho: la gente sabía lo que quería escuchar.

Ante algunos gritos enérgicos de impaciencia e impregnada ilusión de los asistentes, nos fijábamos en el backline que traía la banda. Una curiosa combinación de pantallas era usada por el jovencísimo guitarrista Jason Barwick, desde nuestra mano izquierda, con tan solo 25 años de edad: dos Marshall la una encima de la otra y ambas amplificadas por micro, pasadas por mesa a PA. Un viejo truco para doblar guitarras que, en mis años como amante del directo, solo he tenido la oportunidad de apreciar una vez y que ya me sorprendió en un concierto de los barceloneses black-metaleros Perennial Isolation; que ellos mismos me ayudaron a comprender. Al otro lado del escenario se encontraba el bajista Tim Smith, con una única pantalla Marshall y ya de más adentrada edad contrastaba con el joven batería Kurtis Smith, de unos 26 años, su hijo. Hay que hacer especial mención a su instrumento: contaba, en especial, con un solo tom y dos goliat; además de un gong a la parte trasera.

Y sin tiempo para más análisis, una ensordecedora “Repeat” cortó la intro como un trueno por las manos de los ingleses. Con una fuerza tremenda, hicieron ganarse a su público desde el momento cero. Por mi cabeza rondaba la idea que se les haría difícil aguantar los mismos saltos, piruetas con los instrumentos y florituras en el escenario durante todo el concierto… pero me equivoqué. Con los consiguientes temas que caían demostraban cada vez más fuerza y más ganas, sin mostrar cansancio alguno. El Rock corre por sus venas, eso lo supieron trasmitir a un público que no dejó de danzar a su ritmo, corear y saltar; de las primeras a las últimas filas en muchas ocasiones.

Su gira se basaba en la presentación del nuevo álbum “Control”, que había recibido buenísimas críticas tanto en versión estudio como en directo. Pero la calidad se debe apreciar en directo, y bien si lo hicieron. Sonó idéntico gracias a su profesionalidad como músicos, difícil encontrar una nota que no sonara a tiempo o un sonido poco claro, pero eso sí: con una potencia y fuerza digna de clasificar como superación del trabajo en estudio. Se debe reconocer que hubo algún problema técnico en los coros justo empezar, aunque se solucionó de inmediato: una ejecución técnica excelente sin algún que otro pequeño fallo no sería humano.

Con Jason Barwick en las voces principales y sus dos guitarras Fender Stratocaster y Gibson Les Paul y acompañado en coro por sus dos compañeros, los temas caían ordenados según intensidades y progresiones entre ellos. De ninguna forma se hacían pesados de escuchar. Parecía que el siguiente superaba al anterior, y así consecutivamente; llegados al punto que la técnica impoluta usada en sus canciones se combinaba con la magia que trataban de transmitir.

La profesionalidad de la banda hizo dificultar la tarea periodística puesto que se sabían el setlist de memoria. Ni siquiera el técnico de sonido poseía una copia. No obstante, pudimos escuchar su nuevo disco casi entero con temas de otros trabajos. Si algo nos sorprendió gratamente fue el solo de batería que Jason nos ofreció. 15 cortos minutos de técnica y agudeza rítmica tocando incluso con sus propias manos para hacerlo algo más ameno y virtuoso. Tengo un lema sobre los baterías: no es mejor aquél quien toca con miles de instrumentos a velocidad luz, sino aquél quien y con nada menos que un kit básico tiene un buen dominio de ritmos, velocidades e intensidades; dado el caso fueron abrumadoras. Incluso Kurtis quiso aparecer al final del solo con un arco de violín tocado en guitarra haciendo juego con el gong de Jason para aportar algo de su virtuosismo y no ser menos; incluso habiendo demostrado ya su gran potencial.

Quién quizá sufría el paso de las horas era el bajista Tim, pero parecía que cómo más cansado estaba mejor se lo pasaba. No escondían sonrisas y bromas entre ellos, cosa que hace denotar cohesión de banda y naturalidad.

Después de la mencionada lluvia magistral, nos cerraron el bolo con “Million Dead Stars” y “Rewind” entre palabras de agradecimientos y alucine por la acogida local. Acto seguido bajaron entre la gente para hacerse fotos y firmas, provocando avalancha sudorosa y agradecida hacia ellos; entre risas y cachondeo. Incluso intenté sacarles una foto a los tres, pero no hubo manera: siempre se metía alguien por delante para hacer la coña.

Pudiendo hablar con Jason, me manifestó personalmente su satisfacción por la noche vivida. Calificó la sala como técnicamente muy buena, la acogida de la gente maravillosa y que el día siguiente viajaban a Bélgica, tras Reus y Lleida.

The Brew nos hicieron pasar, en Reus, dos horas de concierto de manera que nos mirábamos incrédulos el reloj al terminar. ¿Seguro que no duró menos? No fueron una banda de muchas palabras, pero… ¿y qué? Nos hablaron con su música desde el inicio hasta el final.

No puedo más que calificar el concierto de The Brew como excelente. No creo en las perfecciones, pero dado que no se puede calificar en 9’5 me decanto al 10, de otro modo sería injusto.

Felicitaciones a la banda, al equipo técnico y a los promotores por la decisión de acogerlos; agradecimientos a mis acompañantes y al equipo de TMC por hacer posible mi primera crónica. Seguiremos atentos a las propuestas que se cuecen en la provincia de Tarragona.

Promotor:Stigia

Día:2014-03-08

Hora:23:00

Sala:Toman Music

Ciudad:Reus

Puntuación:10