El segundo concierto del Calderón se ha caracterizado por ser mucho más enérgico y engrasado que el del domingo. Angus estaba muy inspirado, aunque no al nivel de Barcelona, pero si lo suficiente como para decir que si, que hoy lo ha vuelto a bordar.

Tras una intensa semana persiguiendo a AC/DC por Barcelona y Madrid, la gira de los australianos ha llegado a su fin tras haber colocado más de 160.000 entradas en nuestro país al nada despreciable precio de casi 90 Euros. Y lo que ya no son entradas: alguna empresa cervecera debe haber visto subir sus ventas un 40% esta semana, mientras que bares cercanos a los recintos, clubs rockeros y lateros han hecho su agosto al hilo de los conciertos de la banda. Y obviamente el promotor se debe haber llevado un buen pico, todo sea dicho. La cuestión es que la gira de AC/DC ha llegado a su fin y a nosotros nos queda la sensación de que les veremos de nuevo por España el año que viene, como ya pasó en 2009/2010.

El segundo concierto del Calderón se ha caracterizado por ser mucho más enérgico y engrasado que el del domingo. Angus estaba muy inspirado, aunque no al nivel de Barcelona, pero si lo suficiente como para decir que si, que hoy lo ha vuelto a bordar. La banda también lo ha hecho muy bien, sin apenas errores de Chris Slade, y con un Brian Johnson cuya voz no decae pese a que los shows son muy intensos. Eso sí: el tipo no habla. AC/DC salen a escena, el saluda al acabar el primer tema y no se sabe nada más acerca de la interacción con el público hasta que grita «We Salute You Madrid». Obviamente exageramos: también ha estado buscando al respetable en la versión de «High Voltage» que se ha marcado esta noche la banda, con mucha fuerza y con un público que les ha llevado en volandas durante el break central.
El setlist de la noche ha sido idéntico a las otras paradas de la gira, con profusión de clásicos y tres temas nuevos como son «Rock or Bust», «Baptism by Fire» o «Play Ball». La primera ha sido coreada de manera espectacular por el público nada más empezar el concierto, con «Shoot to Thrill» siguiéndola y con el estadio estallando en la parte central del tema. De hecho, no había acabado el tema y ya Madrid estaba fundida en un «oeoeoe». Es más, pese a llevar el sistema de sonido más mastodóntico de la actualidad, AC/DC no podían evitar que 50.000 madrileños ahogaran su sonido a base de gritos de puro jolgorio.

Criticable es, eso si, que AC/DC no roten su setlist. Vale, es la banda más monolítica de la historia, en planteamiento musical y escénico. Pero no sería pedir mucho que cada noche se rotaran un par de canciones. El espacio que ocupan «Sin City» y «Have a Drink on Me», dos clásicos menores de la banda, podría ser intercambiable. Así pues, no estaría mal escuchar un «Riff Raff», un «Heatseeker», un «Hard as a Rock», un «Bad Boy Boogie», un «Jailbreak» o un «Rock N’ Roll Damnation». Temas facilones con los que conquistar un estadio sin muchos problemas y que darían cierto sentido a los dobles conciertos que algunas ciudades como Paris o Madrid están teniendo en esta gira.

En general, AC/DC dan la impresión de estar pasándoselo bien en esta gira. Los conciertos no dejan de ser sesiones de una obra de teatro, en este caso titulada «El Mayor Show de Rock And Roll del Mundo». Pero es eso: todo en el mismo orden, las luces iguales, los recorridos por el escenario en el mismo orden y tal y cual. Pero no deja de haber una sensación de haberse quitado el cordón umbilical que suponía tener a Malcolm detrás, anclado a los amplis, desde hace 40 años. Es como si de golpe, ciertos aspectos del show de AC/DC hayan podido cambiar debido a la ausencia del mastermind de la banda: no hay strip-tease, Phil Rudd ya no es tan sagrado como parecía, el final de «For Those…» ya no incluye lo de ir cada vez más rápido en el final del tema y hasta se permiten cierta improvisación en el tramo central de «High Voltage». Minucias, si, pero en el mundo de AC/DC, cambiar una silla de sitio en la cena de navidad es el equivalente a reformar la Unión Europea.

Obviamente, en la segunda noche de Madrid no hubo grandes sorpresas, excepto que la horrorosa temperatura -la sensación térmica en el estadio debía ser superior a los 40 grados centígrados- hizo que Angus volviese a olvidar sus remilgos y se descamisara a medio concierto porque ya no podía más. Hay algo bello en el hecho de ver a Angus fuera de si sin camisa sobre la plataforma hidráulica en «Let There Be Rock». Es una de esas cosas que deben ser así. Puro rock and roll. A todos los sesentones les cuelgan un poco las tetillas. No pasa nada. It’s alright.

A partir de medio concierto, Brian estaba sufriendo de lo lindo con el calor y comenzó a medir un poco sus fuerzas y no era raro verle arrodillado por el escenario aprovechando para recuperar el resuello. Es admirable que con casi 68 años el tipo rinda al nivel que rinde, porque no para quieto ni un minuto.

La entrada de Stevie Young en la banda y el tono «aperturista» de esta gira ha dado lugar a que se vean muchas guitarras sobre el escenario. Antiguamente, Malcolm llevaba la Gretsch amarilla y Angus la Gibson SG negra, tan solo usando la roja para «Let There Be Rock» ocasionalmente. Ahora podemos ver Gretsch amarilla, negra y ocasionalmente roja para Stevie y por parte de Angus estamos viendo la Gibson negra, la de la placa blanca (que no salía desde la gira de «For Those About to Rock») y algún otro modelo vintage de finales de los 70, como la roja desgastada que ha usado en algunos shows de la gira. Otro síntoma de minúsculo cambio en AC/DC que no pasa desapercibido por los fans.

Y hablando de los fans, en los shows de AC/DC se ha visto de todo: viejos rockeros que no salían desde que AC/DC vinieron a tocar la última vez, chavales jóvenes que les veían por primera vez y pasaban su rito de iniciación y sobretodo mucho, mucho postureo por parte de gente a la cual AC/DC se la han traído al pairo toda su vida más allá de «Highway to Hell» pero que se sienten en la obligación moral de «verles una vez en la vida». Ese síndrome, tan extendido en época de leyendas que se están apagando poco a poco, es lo que llena los estadios. Los fans acérrimos de AC/DC llenarían un Palacio de los Deportes. Son las novias, los amigos que «fueron heavies en su adolescencia» y los que quieren hacerse la selfie ante el escenario los que hacen que el asunto se sobredimensione hasta el paroxismo.

El show, como decíamos, fue calcado al del domingo salvo por el extra de inspiración de la banda. Los grandes momentos fueron los de siempre: desde el fuego de «Highway to Hell» a la épica del solo de «Let There Be Rock» -eso hay que vivirlo en pista, siempre lo diré- o los campanazos de «Hells Bells». Seguramente el momento más curioso de la noche fue cuando a Angus se le rompió una cuerda en el final de «For Those About To Rock», justo cuando estaba en el frontal del escenario con Brian despidiendo al público y a punto de empezar la ceremonia de cañonazos. El diminuto guitarrista lo salvó como pudo, pese a alguna mirada desesperada a su técnico, aunque en ese momento no se podía hacer nada. Era el climax del show, venían los cañonazos y no se podía parar la locomotora bajo ningún concepto.
Acabado el concierto y con el público desalojando el estadio, éste inició otro «oeoeoe». Había acabado el show, se habían encendido las luces, pero por las escaleras del Calderón la gente seguía el cántico, casi como último homenaje a la banda que les acababa de hacer tan felices. Y es que es muy difícil salir de un show de AC/DC sin una sonrisa de oreja a oreja.

Promotor:Live Nation

Día:2015-06-02

Hora:20:30

Sala:Estadio Vicente Calderón

Ciudad:Madrid

Teloneros:Vintage Trouble

Puntuación:9