Es muy difícil explicar lo que se llega a vivir antes, durante y después de un concierto de AC/DC. Y aquí entran en juego muchos factores, incluso los extramusicales. Como muestra un botón: pagar una entrada de 75 euros (redondeando) en época de crisis no está al alcance de muchos. Ver a Angus Young destripar su guitarra encima de una plataforma en medio de un monumental estadio rodeado de más de 60.000 personas rendida a sus pies, mientras interpreta “Let There Be Rock” con el cielo inundado por papelillos, no tiene precio. Y momentos como estos, son los que te lleva a comprender la grandeza de los australinos pasen los años que pasen, pese a quien le pese.

Llevan más de año y medio girando por todo el globo presentando su último disco de estudio “Black Ice”, y afortunados hemos sido los españoles de tener la oportunidad de haberlos visto en  tres paradas. Esta última, para finiquitar dicha gira, ha sido Sevilla y Bilbao las ciudades elegidas, y aunque en la capital hispalense no hicieron lleno absoluto, se cumplió de sobras con las expectativas.

Os podéis imaginar el ambiente en los alrededores del Estadio Olímpico de la Cartuja horas antes del concierto. Familias enteras que cubren todas las generaciones posibles que gustan de la música de los australianos. Moteros que se pavoneaban con sus grandes y adornadas máquinas ante los ánimos de los seguidores cuya fiesta había comenzado hacía horas, e incluso días. Autobuses plagados de metalheads, música a todo trapo por todos los rincones y por supuesto, cerveza. Mucha cerveza. Incluso Paula Garber, del programa “Tonterías las justas” del canal Cuatro, estaba haciendo un estúpido reportaje, ataviada con el uniforme de Angus Young, creando más expectación por su físico que por la inteligencia de su palabrería. Y es que sólo una banda como AC/DC puede reunir una estampa tan variopinta de personas en un mismo lugar.

Sevilla nos recibió con sus respectivos treinta y tantos grados largos a la sombra, en un recinto construido para unos campeonatos del mundo de atletismo dejado hoy en día de la mano de Dios, ubicado en una zona de la capital andaluza construido especialmente para la Exposición Universal del 92, también abandonado desde entonces de la mano de Dios. Una pena que el uso anual que se le da al tercer estadio más grande del país se pueda contar con los dedos de una mano. Imagino que esto es lo que se corresponde con la definición de inversión a muy corto plazo. Pero dejemos estos temas a un lado, y centrémonos en el concierto en sí.

Las puertas se abrieron y los seguidores de la banda de los hermanos Young comenzaron a cubrir el amplio espacio del recinto. Más concretados en los 10 euros que costaba el mini de cerveza ,que en los 43,29 segundos empleados por Michael Johnson con los que consiguió el record mundial en los 400 m en ese mismo estadio en 1999, estaba la gran parte de la muchedumbre cuando comenzaron a tocar los teloneros: LOS PERROS DEL BOOGIE. No es que lo hicieran mal los valencianos, pero su rock a lo M-Clan solo entretuvo a las primeras filas que se mantenían expectantes a la entrada en escena de los australianos,. Y cuya posición, o la pérdida de la misma, les impedía desplazarse a la barra para gastarse 10 euros en un mini de cerveza o pisar la pista donde batió la plusmarca el citado atleta norteamericano. Eso sí, detrás, delante, a un lado, al otro, siempre había cuernos luminosos. Qué cosas…

Música de THE ROLLING STONES  hacía de banda sonora durante la espera que se demoró unos minutos. Y después, un vídeo animado proyectado en las cuatro enormes pantallas del escenario, arrancaba el griterío ensordecedor antes de que finalizara y diera inicio una pirotecnia espectacular en la pasarela central acompañado de la salida de su tren del rock n roll al fondo del escenario. Allí estaban ellos: Brian Johnson saliendo a saludar, Angus Young dando su primer largo paseo por la pasarela, y Malcom Young, Cliff William, y Phil Rudd en sus posiciones fijas hasta el final del show. A partir de ahí, AC/DC comenzaron a desarrollar un guión ya escrito que sólo cambia dependiendo de la reacción de los espectadores que estén presentes. Hell Aint a Bad Place to Be” sirvió para mantener la alta temperatura inicial hasta la primera ebullición con una temprana “Back In Black” (aunque, ¿será por clásicos?). Con “Big Jack” dejaron constancia de que tienen nuevo disco. Te gustará más o te gustará menos, pero ahí está y es su gira de presentación. Fueron aumentando los grados con “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, seguida de “Shot Down in Flames”, hasta explotar con “Thunderstruck”, cuyas notas iniciales provocaron una de las mayores ovaciones de la noche. La histeria se templó con “Black Ice”, un inciso de “descanso” hasta la esperada “The Jack”. Momento en el que AC/DC, siguiendo al dedillo el guión previsto, comienza a proyectar por las pantallas imágenes de varias mujeres que pueblan el recinto, con el posterior y simpático striptease de Angus Young. AC/DC hacen todo lo esperado, pero ¿por qué cambiar una escena de una película con tantos años de éxitos?

La campana que coronaba el mastodóntico escenario comenzó a bajar, y sí,  Brian Johnson cogió carrerilla por la pasarela para agarrase por breves momentos (la edad no perdona) a la cuerda de su badajo y comenzar “Hell Bells”. Otra de las más esperadas, junto a la que le continuaba: “Shoot to Thrill”. Pone los pelos de punta ver todos esos brazos haciendo palmas al unísono en el ecuador del tema, y esos brincos también casi al tempo en un estadio cubierto por una marea de personas. Más fría fue la reacción con “War Machine”, pero pronto se olvida cuando descargan una de las “sorpresas” de la noche: “High Voltage”. A partir de ahí, ya se esperaba un final cargados de clásicos y qué mejor manera que hacerlo con “You Shook Me All Night Long” y “T.N.T.”. Como era de esperar, “Rosie” salió a escena subida en el tren a la hora de la cita con “Whole Lotta Rosie”. Y después, el protagonismo fue total para Angus Young en “Let There Be Rock”. Sinceramente; ver a este hombre no sólo tocar la guitarra en este tema, sino aferrarse a ella y rendirle pleitesía con esa energía y derroche de fuerza, es uno de los momentos que se quedan grabado a fuego en la memoria de cualquier asistente de aquella noche. Se transforma de ser mortal a ente divino. O diabólico, como prefieran, ya que con sus populares cuernos salió a escena tras un breve descanso, para hacer temblar de nuevo los cimientos del estadio con los primeros riffs de “Highway To Hell”. Os podéis imaginar la reacción del público: la locura se desató a niveles estratosféricos. Pocos cartuchos quedaban en la recámara, pero comenzaron a cargar con pólvora sus cañones finales con “For Those About to Rock”. Final explosivo, nunca mejor dicho, con el que se retiraron sin apenas despedirse, antes de una traca de fuegos artificiales después de sus cañonazos como fin de fiesta.

Es muy difícil explicar lo que se llega a vivir antes, durante y después de un concierto de AC/DC. Pero es imposible olvidarlo. Mucha gente se quejó del sonido en según que parte del estadio se encontraban situados. Personalmente tengo que decir que desde las primeras filas sólo se notó deficiencias en los primeros temas, y se corrigieron de forma inmediata. Pero dudo que estos detalles empañen una noche mágica y memorable. En el aire sólo quedan dos preguntas: ¿Será uno de los últimos conciertos de AC/DC en nuestro país? ¿Quién será la banda que ocupe su trono en el Olimpo del rock? No seré de los que se atrevan a darles respuesta.

Texto: Satur Romero / Fotos: Satur Romero y Sergi Ramos

Promotor:Live Nation

Asistentes:62.00

Día:26/06/2010

Sala:Estadio Olímpico de la Cartuja

Ciudad:Sevilla

Puntuación:9