13 Bats caldea una Donostia helada

A 13 Bats le tocó lidiar el viernes con un público escaso y difícil, tímido y apagado durante la mayor parte del concierto, y quizá por esto mismo y a pesar del impecable sonido del grupo, no pudimos disfrutar casi hasta el final del carisma y la cercanía que da fama al trío.

13 Bats son ese tipo de grupos que ponen nerviosos a los fans del etiquetado crónico. Desde el rockabilly hasta el punk, pasando por el psychobilly, soul, el rock & roll o hasta el hardcore, nada detiene a este trío madrileño desde que empezara su andadura en 2008, consiguiendo un estilo propio y una amalgama de seguidores de lo más variados.

Pasaban las 21.30 de la noche cuando el grupo saltó al escenario con la difícil misión de calentar una Doka medio vacía y con el frío y la lluvia donostiarra calada hasta los huesos de los asistentes. Los madrileños comenzaron con Frankenstyle, seguida de El Diablo en persona, pasando del psychobilly y los toques de soul de su primer álbum al punkabilly, como ellos mismos lo definen, del tercero, y haciendo que muchos nos catapultáramos sorprendidos a una adolescencia entre casettes de La Polla y The Clash. Una muy buena declaración de intenciones de lo que nos esperaba aquella noche.

Le siguieron Hippie Van, Riot, Colonos de Marte y The Judge, tras lo cual abordaron su nuevo tema, Globotox, grabado junto a la banda china Rowling Bowling y que podemos escuchar desde hace unas semanas en el canal de youtube del grupo, un tema sencillo pero pegadizo que sirvió de paréntesis antes de Punk Party Roll, temazo al más puro estilo The Ramones. Continuaron con Let’s Lynch the Landlord, gran versión de los estadounidenses Dead Kennedys que 13 Bats supieron llevar a su terreno con soltura, aportándole su característico estilo propio.

Lavipies fue la siguiente, tema con cierto aire ska que quizá se pierde un poco en directo debido a la falta de la característica sección de viento que en cambio sí podemos escuchar en el disco. La noche siguió con Virus 187, Junk Yard Dog y Losers, apoyadas cada vez más por un público que poco a poco parecía empezar a salir de su hibernación, intercambiando chistes con el grupo y bailando aquí y allá. Le tocó el turno a Skeleton Girl, poniéndonos la piel de gallina a más de uno, para acabar con Wrong Side.

Llegados a este punto Dani mira a los asistentes y nos avisa de que van a tocar una versión que “nadie va a reconocer” porque la han hecho “como les ha salido de los cojones”, con lo que consiguió picarnos a todos y que aguzáramos el oído, intentando descubrir el origen de aquel tema… y ciertamente, no fue hasta escuchar el “run to the hills, run for your lives” del estribillo que caí en la cuenta de que lo que sonaba era nada más y nada menos que el archiconocido tema de los Maiden, totalmente rockabillyzado y con un resultado de lo más curioso e innovador. Le tocó el turno a Canarios y Jilgueros, versión de La Polla Records que si bien sigue la misma línea musical del grupo, no desentona tanto respecto a la canción original. El contrabajo de Dani y el sonido puramente rockero de la guitarra de Albert aportan además un rollito y una chulería nueva al tema que funcionan realmente bien.

Se adivinaba la recta final del concierto. El público comenzaba a animarse y Dani pedía un poco de colaboración con los coros de The man with the toilet made of gold, para cerrar con la potente Run Goodfellas, hacer un débil amago de despedida y volver a los pocos minutos entre bromas y risas con los asistentes. Super Crunchy fue el primero de los bises, seguido sin descanso por la cañera Le Surf y dejando para el final Bomb extra bomb, divertida y con mensaje, pero quizá un poco más floja que sus predecesoras y no tan acertada para el cierre de la noche.

A 13 Bats le tocó lidiar el viernes con un público escaso y difícil, tímido y apagado durante la mayor parte del concierto, y quizá por esto mismo y a pesar del impecable sonido del grupo, no pudimos disfrutar casi hasta el final del carisma y la cercanía que da fama al trío. Cabe destacar, eso sí, las imposibles acrobacias de Dani sobre el contrabajo, y un buen rollo que fue creciendo en la sala a medida que se desgranaban los temas y que dejó al público con ganas de más punkabilly y mucha, mucha más fiesta.