THE STORY OF ANVIL – El documental
Aluciné en colores cuando en 2009 el metro de Londres estaba repleto de carteles anunciando esta película-documental. ¿Anvil en una película? Ya costaba de creer… pero más viéndolo anunciado a bombo y platillo en la capital inglesa. En primera instancia parecía absurdo que esta banda canadiense llegara al celuloide. Eso sí, los pocos fans que conozco de este grupo lo son A MUERTE. Pero la verdad es que hay muy pocos. Esa es la gracia de Anvil. Lo que nadie sabía es que Sacha Gervasi había sido un fan incondicional en sus inicios y que estuvo haciendo de roadie para ellos. Les pagó su amor con un film que a partir de entonces ha llegado a ser imprescindible. Un retrato de la amistad, de la lucha por lo imposible y de que la realidad de la vida te atrapa y te machaca con su rueda dentada hasta que eres parte del sistema establecido.
Lips y Reiner empezaron tiempo ha con una banda de metal básica pero simpática. Nunca fueron los mejores en nada pero consiguieron cierta repercusión con sus primeros discos. Llegaron a influenciar a muchos grupos que realmente triunfaron, pero esto sólo se ha sabido a raíz de esta película. Posiblemente la historia podría haber sido igual o muy similar con varias bandas de la época, pero quizá sólo Gervasi sabía que la calidad humana de sus protagonistas podía hacer de este documental una obra maestra. De entrada vemos al grupo tocando en un garito pequeño frente a sus incondicionales. Hay un par de freakies que son sus die-hard fans que ni el mejor de los guionistas podría haber imaginado. El grupo vive una época oscura y mantienen su sueño vivo a pesar de que el día a día y la realidad discográfica les aconsejan que lo dejen. Sus familias les apoyan pero no lo comprenden. A pesar de todo Lips y Reiner consiguen una gira por Europa.
El desastre está escrito. La chica que monta la gira es absolutamente amateur y en los locales donde tocan las audiencias son de cuatro gatos. Las discusiones aumentan y el grupo cuando vuelve a Ontario decide dar otro paso adelante con una última intentona: un nuevo disco. Llaman a Chris Tsangarides para que les produzca, reviviendo los tiempos de “Metal On Metal”. La lucha por conseguir editar ese disco es dura como pocas, pero su amistad y su ilusión hacen que la cosa tire para adelante. Es duro ver que ambos saludan a sus ídolos musicales pero ellos ni les recuerdan. La discusión entre lágrimas entre ambos es más que emocionante. Lars Ulrich, Slash y otros astros intercalan opiniones y van recordando el potencial del grupo, al que finalmente les llega otra oportunidad: sacar el disco y tocar en Japón. No desvelaremos si ambas cosas llegaron a buen puerto, pero sí que recomendamos encarecidamente el visionar esta maravillosa obra.
Anvil siguen siendo una banda simpática, con un material que no pasará a la historia pero que sí encantará a los que gusten de metal clásico añejo. Siguen peleando y esta vez gozan de una segunda juventud gracias a esta obra. Sus nuevos discos poseen ilusión, pero no la frescura de sus cuatro primeras obras. Verles sobre las tablas siempre es interesante. Gracias a este film son el ejemplo más evidente de lo que es una banda de culto. Su truco de tocar con un consolador es fácil y algo cutre, pero… ¡es Anvil! Posiblemente sea la mejor película de heavy metal de la historia a pesar de que precisamente el heavy metal sea lo menos importante de este film. Les veremos en Wacken, vestiremos su camiseta oficial y entonaremos el “Metal On Metal” como si fuera la última noche. Que vivan Anvil, pero que vivan también todas las bandas que tras tantos años siguen peleando por lo que realmente sienten. Hasta cierto punto, todos somos Anvil…
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