Queen y la revolución del símbolo matemático
¿Tienen justificación algunos "regresos" de viejas glorias, aunque ese retorno sea hecho bajo circunstancias más que cuestionables? El reciente anuncio de una gira mundial de Queen con un triunfito norteamericano como vocalista, nos hace reflexionar al respecto.
Vaya por delante que soy un gran fan de Queen. Enorme fan, desde crío. Los amo y son una de las bandas de mi vida. E insisto en el dato: Queen, es decir, Freddie Mercury, John Deacon, Roger Taylor y Brian May. Estamos ante unos de esos casos donde no se admiten sucedáneos (llámese Thin Lizzy, llámese The Doors o llámese Kiss). La importancia de cada uno de sus componentes era tal, que incluso unos Queen sin Deacon, el miembro más discreto de la banda pero de talento igualmente descomunal, hubiesen sido unos Queen descafeinados.
Por eso se me hinchan los cojones hasta adquirir un tamaño desproporcionado, al ver como dos de sus ex-componentes, Brian May & Roger Taylor y capitaneados por el primero, llevan diez años inmersos en la apasionante tarea de arrastrar el mito de la banda por el fango.
OK, Freddie murió y eso les jodió la empresa. La forma de vida del añorado Mercury, su forma tan intensa de vivir sin pensar en el mañana frustró trágicamente la continuidad de una de esas bandas que parecían destinadas a durar hasta que murieran de viejos. Pero como decía Sinatra, That’s life!, ¡qué vamos a hacerle!
Queen finalizaron su carrera el 24 de noviembre de 1991, que fue el día en el que perdieron no sólo a un cantante sino a un icono, su razón de ser, su ideólogo y líder absoluto. Vamos a perdonarles la jugada comercial de “Made In Heaven” en 1995 porque al fin y al cabo, por muy postizo que fuese, sigue siendo un disco de Queen, un tanto sui generis, pero Queen al fin y al cabo; un LP que incluía la versión original del tan cacareado “Too Much Love Will Kill You” con el que Brian May en solitario, nos abrasó dos años atrás vendiéndonoslo como si de una nueva canción se tratase en la que rendía homenaje a su fenecido amigo, para luego descubrirse que este tema ya había sido escrito en la época de “The Miracle” y cuya temática abarcaba, ¡un divorcio! Pero mientras pudo, nos la metió bien doblada con toda su real y británica jeta.
También pasaremos de puntillas por ese absurdo recopilatorio al que titularon “Queen Rocks”, donde incluyeron como reclamo una toma alternativa del fantástico “I Can’t Live With You”, y un tema inédito interpretado por Deacon, Taylor y May; una babosada de las que hacen época justificada nuevamente bajo la excusa de homenajear (¡otra vez!) a su perdido compañero y cuyo título ya daba arcadas por exceso de sacarina: “No One But You (Only The Good Die Young)”. Este pretendido lacrimógeno tema, y pese a que no era ya necesario a esas alturas, debió ser lo último que perpetrasen bajo el nombre de Queen. Al menos John Deacon así lo pensaba y decidió no volver a involucrarse en ninguno de los proyectos sacacuartos del dúo restante.
Los constantes rumores de un “regreso” con “titanes” de la talla de Robbie Williams no dejaban de aparecer en la prensa musical cada cierto tiempo, pero nunca llegaban a materializarse. Una reunión de Queen allá por comienzos de esa década que aún no sé cómo llamar (la del año 2000), era algo que parecía improbable 100% y cuyos rumores eran tan sólo eso, rumores. Hasta que sucedió.
Y no, ni tan siquiera voy a criticar su capítulo junto al inmenso Paul Rodgers porque hasta yo quedé maravillado del resultado de la unión de esos tres tipos. El material resultante de ese período, los dos directos “Return Of The Champions” y “Live In Ukraine”, más el álbum de estudio “The Cosmos Rocks” fueron sorprendentes. Rodgers llevó a su terreno el material de la banda y éstos a su vez tuvieron a bien mezclar los clásicos de Queen con los de Bad Company y Free, aunque obviamente los nerdie-fans de Queen (una especie más insoportable aún que los nerdie-fans de Kiss, lo cual es mucho decir), ni siquiera sabían quién cojones era ese tal Rodgers ni en qué disco de Queen salía “Shooting Star”.
Por supuesto, huelga decir que esas giras, de haber sido realizadas bajo el nombre de “Brian May, Roger Taylor & Paul Rodgers Plays Queen, Bad Company & Free” (que es lo que eran en realidad), hubiesen quedado relegadas a salas de mediano aforo tipo Razzmatazz y poco más. Recurrir al nombre de La Reina, era algo que óbviamente garantizaba arenas y pabellones por doquier. Le añadieron el “+” para no herir excesivas susceptibilidades pero está claro que para ellos, aquello fue el regreso a lo grande de QUEEN, punto.
Y oye, cojonudo, por mí maravilloso. Si ellos son felices creyéndolo a la vez que vuelven a llenar las arcas y tú te autoengañaste convencido de “por fin” haber visto a Queen, eres muy libre de pensarlo; aunque siento ser yo el que te diga que si no asististe a su tour español en 1986, última visita del grupo como tal a nuestras tierras, no has visto ni verás a Queen en tu vida por muy duro que resulte aceptar la realidad.
Pero valoraciones morales aparte, la cuestión es que Queen + Paul Rodgers molaba, oiga usted. No me hubiese importado que la cosa hubiese seguido adelante pese a que, insisto, eso no era Queen. La “resurreción” del grupo finalmente no fue tan dramática como temí en un principio, ofrecían grandes shows y la formación de esta super jam band era inmejorable, de modo que tampoco pondré el grito en el cielo por ello pese a que podrían haberse ahorrado el detalle de utilizar el sagrado nombre.
¿Sagrado dije? Ay, amigas y amigos, ya no hay nada sagrado. Un mal día, Paul Rodgers decidió aprovechar el tirón mediático que su paso por “Queen” le dio, y mandó a paseo a Taylor y May. Pero ellos, luchadores infatigables, decidieron que su “Queen +” necesitaba un nuevo vocalista para añadir al símbolo matemático y es aquí donde uno ya pierde los papeles y verdaderamente desearía estrangular con sus propias manos a la parejita feliz.
El elegido, Adam Lambert. Una suerte de emo pseudo gótico con aspecto de meme humano, concursante de la versión USA de “Operación Triunfo”, (algo así como si Héroes del Silencio decidiesen regresar con Bustamante a las voces). Las declaraciones de Brian May por supuesto, no dejaron a nadie indiferente, “Freddie aprobaría esta unión, estaría orgulloso de Adam”, dando por sentado que Lambert es una especie de versión 2.0 de Freddie Mercury. Me gustaría saber lo que opinaría Mercury de poder hacerlo. Y mucho me temo que su valoración de los hechos no sería demasiado optimista. Lo único que tienen en común Lambert y Mercury es su homosexualidad, ¡una razón de peso para ocupar el puesto de vocalista en Queen, seguro! Al menos bajo el criterio de Brian May. Flaco favor le hacen desde luego a la comunidad gay si se trata de alguna especie de gesto “solidario”.
Admito que en un primer momento, tras observar unas fotografías del esperpéntico cantante estallé en cólera, pero me dije a mí mismo, “un momento tío, no lo conoces de nada, quizás si le das una oportunidad te sorprenderías y total, lo van a hacer de todos modos…” Pero no. Esta vez no coló aunque la cosa pareció quedar en un festival y alguna fecha aislada creo recordar, (tampoco seguí su itinerario de gira).
Y sin embargo, cuando uno nuevamente creía que la anécdota del triunfito Lambert había pasado a la historia y, tras algunas declaraciones de Rodgers afirmando estar dispuesto a volver a trabajar con Taylor y May, salta la alarma y amenazan con un World Tour 2014 en toda regla con el susodicho vocalista (que tendrá buena voz y es, -aparentemente-, muy rockero, pero esas credenciales no bastan para calzarse unos zapatos tan grandes), y atención, un nuevo LP “Made In Heaven” style, recopilando la mayor cantidad de deshechos con la voz de Farrokh Bulsara que sean capaces de encontrar para luego añadirle lo que haga falta y más en cualquier carísimo estudio.
Es realmente triste para mí, contemplar como a día de hoy todo lo que rodea al nombre de Queen huele tan a podrido y a oportunismo y no del barato precisamente. Brian May se ha salido finalmente con la suya, demostrar que él era tan básico como el añorado Mercury y que mientras haya May, habrá Queen. No es ningún secreto que la lucha de egos entre estos dos fue destacada durante años. Brian siempre dio esa imagen de inglés bonachón y cándido mientras que Freddie era todo arrogancia y divismo, pero dentro de la mente del señor May, existía una rivalidad de muy alto nivel con su ahora amado pero durante años odiado, Freddie Mercury. «No importa cómo lo llames» -declaró Brian recientemente- «Roger y yo hicimos ese material, y creo que vamos a estar haciéndolo más veces este verano». Creo que no hay mucho más que añadir.
Queen ha pasado pues, a convertirse en otra marca comercial que lo abarca todo, desde merchandising a cutre-musicales y biopics Blockbuster, pasando por infumables cajas, recopilatorios absolutamente inoperantes y live albums de archivo (siendo ésto último el único material verdaderamente valioso pese a que hasta ahora sólo han rescatado, por motivos obvios, material de los ochenta y no existe testimonio oficial alguno de su etapa en los 70 más allá del legendario “Live Killers”).
Se admiten apuestas: el día que Adam Lambert decida mandarlos al infierno, ¿quién podría ocupar el puesto en el karaoke Queen+? Y es que desde luego, hasta en eso han sido pioneros y me extraña que no hayan creado escuela, porque con la de bandas que hay por ahí deseando regresar y que se ven imposibilitadas por diversas razones (varios componentes muertos o reacios a reunirse), ¡ha llegado la revolución del símbolo “+”! ¡Ponle un “+” a tu vieja banda y regresa sin remordimientos!
Andrés Torres