Paul Stanley es un tipo inseguro. Desde que nació y tuvo que batallar con una deformidad conocida como “microtia” en uno de sus oídos, lo cual le provocó una sordera parcial, el legendario vocalista y guitarrista de Kiss ha convivido con complejos.

Paul Stanley es un tipo inseguro. Desde que nació y tuvo que batallar con una deformidad conocida como “microtia” en uno de sus oídos, lo cual le provocó una sordera parcial, el legendario vocalista y guitarrista de Kiss ha convivido con complejos. Eso es lo que el mismo explica en su reciente biografía “Face The Music”, editada hace escasamente hace dos meses, al hilo de la introducción de Kiss en el Rock And Roll Hall of Fame. Stanley ha tardado más que ningún otro miembro original de la banda en explicar su versión de esa manipulable historia que es la de Kiss. Tras los libros de Gene Simmons, Ace Frehley y Peter Criss – posiblemente el más duro de los cuatro- ahora le tocaba el turno al viejo Starchild, que se ha dejado un buen montón de cosas en el tintero, pero al menos no ha hecho un libro de autoayuda al estilo de Simmons.

La historia de Stanley es posiblemente la más interesante de todos los miembros de Kiss, justamente porque es la que menos se conoce. A fin de cuentas, Gene Simmons se ha pasado años en televisión con “Family Jewels” mostrando quien es fuera de los escenarios, aunque sea con un pequeño guión de por medio. Pero de Stanley se sabe poco. Un tipo reservado, pero también increíblemente pasivo/agresivo en su actitud frente a las personas e incluso la vida.

En “Face the Music” nos encontramos de todo: desde las ya conocidas historias de groupies y sexo casual ya tan manidas (después del libro de Motley Crue todo es un juego de niños) hasta los ataques frontales a Gene Simmons, asegurando que dista mucho de ser el genio del marketing que proyecta ser. Pero uno de los momentos más cándidos del libro es cuando Stanley admite su propia inseguridad teñida de vanidad y cuenta cómo se dedicaba a comprar cosas sin ton ni son, casi compulsivamente, tal y como Kiss tuvieron algo de dinero en el banco. Stanley tuvo el empuje necesario para meterse en una tienda y comprar una lámpara de 70.000 dólares de la época, tan solo porque se había antojado de ella. “Cuando llegue a casa” explica “la enchufé y la puse en medio del salón. Me senté en el suelo a admirar la lámpara durante horas” mientras algo por dentro le decía que la vida era maravillosa. Y es ahí donde el verdadero Paul sale a relucir: obsesivo, desconfiado y sobretodo, solitario. El músico explica que en los años de mayor éxito de la banda, el se pasaba el tiempo solo y sin nadie con quien hacer nada. Todo el mundo le quería por ser quien era y a él eso le provocaba rechazo.

Lamentablemente el libro habla de manera muy discreta de los últimos años de la banda, especialmente de la gira de reunión, que tantos secretos posee aún a dia de hoy. Curiosamente Paul habla del tour como algo muy normal y corriente para él, casi sin admitir que fue el paso más grande y exitoso dado por Kiss en toda su existencia como banda. En ocasiones peca de ofrecer más detalles de sus conquistas sexuales que de la realidad de las relaciones dentro de la banda o la grabación de determinados discos, que al final es lo que interesa a los lectores. No obstante, hace especial hincapié en el terrible desastre económico que fue su divorcio tras la gira de reunión, donde había ganado mucho dinero y había podía rellenar los cofres que dilapidó en los 70 y en los 80.

Posiblemente el mejor libro de los cuatro editados por la banda original, pero seguramente el más desaprovechado a nivel de potencial sorpresivo. Stanley tiene muchas más cosas que explicar y se las calla.