Cuando un amigo me dijo que tenía “lo mismo que el Ezquerro” tuve unos días realmente duros e intercambiamos mensajes. Me alegré al verte en fotos asistiendo a un concierto hace poco y dando señales de que seguías dando guerra y peleando. Mil gracias por haber estado con nosotros y por tus descubrimientos de grupos y por tus lecciones sobre la vida.

No quise escribir unas líneas sobre la muerte de Leonard Cohen pues últimamente mis escasos blogs se están cargando de malas noticias… pero la mala suerte se vuelve a cebar con la escena barcelonesa y el maldito cáncer se cobra una de las personalidades más queridas de la escena barcelonesa: Sam. Un habitual de los conciertos, estuvo trabajando de pipa y guardia de seguridad en conciertos y discotecas de heavy metal. Alguien que aportó buen rollo y amistad a todos los que conocimos o trabajamos con él.

Le conocí en 1999 en el bus organizado por Wawanco que iba al Eurometal de Madrid. Ese desconocido ya se había hecho notar y antes de llegar a Zaragoza todo el mundo ya había hablado con él. Estaba en la fila de al lado y pronto supimos que ese tal Sam era fanático de Samael. Era todo un entendido de la música extrema y le gustaba la fiesta. A partir de esa amistad fuimos quedando esporádicamente hasta que emprendimos la aventura de ir a Wacken en furgoneta. Una idea suya. La capacidad de liderazgo y su don de gentes eran su carta de presentación. Vivimos bonitas aventuras encargándose de ganarse a todos nuestros vecinos repartiendo jamón a alemanes a cambio de golosinas germanas y cervezas. Nunca olvidaré ese gran Wacken contigo.

Le vimos más habitualmente en conciertos y en la sala Mephisto ejerciendo de segurata pero haciendo también lo que mejor se le daba: relaciones públicas. Se entraba en Mephisto después de darle ese habitual abrazo e intercambiar con él un “¿Cómo va todo?”. Su brutal tatuaje del grabado de Vlad Tepes el Empalador era su gran orgullo y uno de los tattoos más alucinantes que haya visto e mi vida. Todo el mundo le conocía y todo el mundo le recordará. Sus compañeros de trabajo siempre tenían grandes palabras hacia él y nunca he oído críticas ni mala sangre de un tipo que destilaba buen rollo e ilusión.

Cuando un amigo me dijo que tenía “lo mismo que el Ezquerro” tuve unos días realmente duros e intercambiamos mensajes. Me alegré al verte en fotos asistiendo a un concierto hace poco y dando señales de que seguías dando guerra y peleando. Mil gracias por haber estado con nosotros y por tus descubrimientos de grupos y por tus lecciones sobre la vida. Tarde o temprano iremos todos subiendo allí arriba o bajando allí abajo. Lo que sí tengo claro es que vayas donde vayas será fácil dar contigo, todo el mundo te conocerá.

Una abraçada ben forta amic.

Jordi Tàrrega