EL RETORNO DEL REY (Michael Kiske)
Michael Kiske ha sido, es y será la voz del power metal. Toda una generación creció escuchando los espectaculares “Keeper of the Seven Keys” de Helloween y muchas otras se han sumado considerando esas obras como auténticas maravillas. Ambos discos formaron parte de una misma época y de unas mismas sesiones de grabación y, posiblemente, fueron el momento álgido de popularidad y de inspiración de esa banda. Michael Kiske, Kai Hansen y Michael Weikath eran el tiunvirato que las compuso y ejecutó. Cada tema era mejor que el otro, y es difícil destacar a un compositor por encima del otro. Las cosas se torcieron pronto. Primero se largó Kai, luego Kiske, el suicidio de Ingo… Los tres siguieron sus carreras. Weiki con los renovados Helloween y Kai con sus rayos Gamma. Pero Kiske se sumió en un estado aletargado y confuso. Una lástima, pues décadas más tarde sigue siendo imitado por miles de cantantes que intentan acercarse a sus registros. Nadie ha llegado siquiera a rozar su nivel vocal.
Ha dado pocas señales de vida discográfica. Ayudó a Hansen de forma puntual y grabó irregulares discos que van de lo interesante (“Instant Clarity”) a lo aborrecible (“Supared”). Kiske nunca ocultó su enemistad con Weiki pero también había más… Su filosofía de vida cristiana empezó a pesar mucho y el heavy metal era para el divo un hecho pasado y aborrecible. En entrevistas dejaba muy claro que su retorno a la senda mítica no podía ser. No estaba para nada interesado en ello. También supimos luego que el trasfondo de los “Keepers” era absolutamente cristiano. Kiske daba signos de retorno, pero se lo tomó en calma. La gente de Frontiers hizo mucho, así como Kosta Zaffirou y Dennis Ward (Pink Cream 69). Tobias Sammet lo intentó para que cantase en directo sobre las tablas de Wacken con su ópera Avantasia. Pero para Kiske era dar una señal equívoca el reaparecer en el mayor festival de metal del mundo. Curioso era ver que las bandas de sonidos guturales y más agresivas eran algo que Kiske detestaba. No le hacía ninguna gracia compartir escenario con grupos prosatánicos (siempre a sus ojos). Le costó mucho llegar a entender que eran sólo compañeros con diferentes propuestas musicales. Incluso muchos le pedían autógrafos.
Afortunadamente Michael ha vuelto a los ruedos. Verlo sobre el escenario con Unisonic fue un sueño hecho realidad. Fue impresionante ver cómo la gente coreaba su nombre en Barcelona y él no podía ocultar su emoción. Llevábamos tres lustros esperando esto. Está calvo y más gordo, cierto, pero su voz sigue siendo mágica. Cuando canta sigue enamorando, y cuando atacó el agudo final y largo de “I Want Out” la sala quedó a sus pies. De todas formas, viéndole en tan buena forma, uno echa la vista atrás y considera que el mundo le ha perdido durante casi 15 años. Mucho tiempo. Demasiado. Ahora que la cosa parece que va para adelante, es evidente que los rumores de que los exHelloween hagan un show especial de los “Keepers” van a ser una constante. Estoy seguro que Wacken mueve ficha, a pesar de que Weiki va a continuar enrocado. Veremos pronto las decisiones que tomen, pero está claro que la gente quiere ver este material en directo. El rey ha vuelto, y parece ser, que para quedarse. ¡Larga vida al Rey!
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