En este capítulo de El Arte del Rock hacemos un repaso por la historia de esta diseñadora, la música punk y los revolucionarios años setenta de la Inglaterra más luchadora.

La fuerte e histórica relación entre la música y otras vertientes del arte (porque sí, porque la música es puro arte) ha sido evidenciada a lo largo de los años. Hay quien no ve clara esta retroalimentación, sin embargo, si se afina el ojo y se entrena la mirada, esta correlación es además de palpable y clara, hermosa y curiosa.

Por eso, en El Arte del Rock, analizamos una de las conexiones más importantes y mágicas entre la música punk germinada en las calles de la Inglaterra de los años setenta y la diseñadora de moda, icono y ahora activista, Vivienne Westwood. Una referente mundial que de profesora adaptada a las costumbres de la sociedad de la época, pasó en un rápido abrir y cerrar de ojos a una mujer poderosa, creativa y símbolo de una generación.

Vivienne está a punto de cumplir los ochenta, y después de una ajetreada vida ha pisado ya todas las pasarelas junto a otras casas tan emblemáticas como Dior, Gucci o Balenciaga, destacando siempre por su visión revolucionaria adelantada a su era. Siempre focalizando su inspiración hacia la música más alternativa y con mensaje, la historia y las preocupaciones de la sociedad.

Su andadura comenzó junto a la de Malcolm McLaren, manager y fundador de los Sex Pistols en las calles de Londres de 1970. Allí, abrieron un pequeño comercio de discos de segunda mano en la parte de atrás (poco visible) de una tiendita en King’s Road. Con el tiempo acabó siendo la mítica tienda de ropa de King’s Road que cualquier amante del punk añade en su ruta cuando visita Londres.

El lugar cambiaba de nombre a la vez que cambiaba el enfoque de su colección. «Sex», fue uno de sus conocidos títulos, representando su espíritu revolucionario y antisistema. «Let It Rock» o «To Young to Die», fueron algunos de sus otras designaciones, y bien podrían tratarse de títulos de canciones. Todos ellos recogiendo su peculiar estilo.

Allí germinó no solo la estética punk (pues la primera que cosió tartán a cuadros fue la mismísima Westwood) sino que aquella pequeña y curiosa tienda se convirtió en un punto oficial de encuentro para grupos tan icónicos de los 70 como los Sex Pistols o The Clash, y a la cual aún (se dice) que el mismísimo Johnny Rotten sigue visitando.

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