Las redes sociales en sí, no son malas. Lo que es malo es el uso que por desgracia, le da el 90% de la gente. Hoy os hablamos de algunos personajes y comportamientos que son ya un clásico dentro de esas páginas.

Que las redes sociales han revolucionado a la sociedad no es algo nuevo a estas alturas. No hay que olvidar que redes como Facebook son un auténtico culto al ego y ahí radica su éxito. Todo el mundo, por supuesto, tiene una excusa para justificar el porqué disfrutan poniéndose en evidencia 24/7 en una estúpida página de internet, pero la realidad por más que la mayoría trate de ocultarla, es esa. La búsqueda del aplauso fácil, de la aprobación inmediata del grupo de palmeros que aguardan alegres a que su Facebookstar favorita anuncie cualquier chorrada, o a los “amigos” que siempre estarán de nuestra parte hagamos lo que hagamos distorsionando así, la percepción de la realidad. Porque no nos engañemos: si eres un imbécil, lo seguirás siendo por mucho que te busques a unos cuántos que te rían las gracias.

Siendo honestos, hay que reconocer que Facebook es una red muy útil para promocionarse… si es que tienes algo que promocionar, claro… música, cine, literatura… pero nunca dejará de sorprenderme el efecto que ha causado en el ciudadanito de a pie, ese que antes siempre estaba bajo el escenario y nunca encima, que de la noche al día se encuentra con un espacio donde mostrar a los demás todo lo que tiene en casa, fotos de sus discos, fotos de las entradas de los conciertos que ha ido, fotos de su perro, fotos de los muñequitos que tiene en la estantería, fotos de los libros que (supuestamente) lee, lo que se ha cocinado para cenar… cuando no directamente lo postea: «Esta noche pizza para cenar», “Leyendo El Señor de Los Anillos”, «Viendo La Guerra de Las Galaxias”.. probablemente está viendo el Sálvame o leyendo el Pronto, pero la red también da esas facilidades, la de autoatribuirnos virtudes que no tenemos porque sólo hay que chequear la wikipedia para meterte en cualquier conversación.

La excusa más común cuando he preguntado a algunos colegas míos el porqué hacen eso, suele ser “es que yo escribo para mis amigos, no para desconocidos”. Pero algo no me cuadra, cuando ves que tiene 1784 “amigos” de los cuales apenas conoce a una docena en persona. ¿No sobran ahí unos cuántos? La consecuencia directa de todo esto, es que la gente vive sumida en un egotrip contínuo y le importa muy poco o directamente nada si el vecino vive o muere, empezando por grupetes musicales absolutamente anónimos e inoperantes con no más de 150 «likes» en su página, que sin embargo, lanzan «comunicados oficiales» con la misma solemnidad que si los publicase Metallica, y a los que nunca verás recomendando a sus cuatro seguidores que visiten la página de otros grupos, no sea que alguien vaya a dejar un «like» a sus «rivales».

Facebook también ha fomentado que el clásico troll cuya vida anterior a la red era gris y patética, haya encontrado el parque de atracciones más grande que nunca pudo imaginar y allá que va dejando su opinión DE TODO (normalmente encendido y rabioso) porque claro, está en su derecho, estamos en un país democrático (ja!) y yo digo lo que se me pase por el arco del triunfo aunque sea a costa de difamar a quién haga falta con tal de salirme con la mía. Y de ese modo se montan unas trifulcas entre los que yo denomino “exaltados de red social” que no sólo dan verdadera vergüenza ajena sino que echan por tierra el trabajo de la persona que se ha molestado en redactar un artículo ya que como seas de los que al terminar de leer una columna, continúes por los comentarios, llega un momento donde sencillamente ni recuerdas qué hacías en esa página. No es de extrañar que por ese motivo, muchas webs hayan tomado la determinación de eliminar la opción de comentar sus noticias.

Antes del boom de Facebook o Twitter, este tipo de gente solía concentrarse en los conocidos “foros de debate”; pero el foro ha quedado desfasado, permanece para una minoría normalmente de entre 40 y 50 años que no termina de dar el salto a las redes sociales y siguen con las mismas bobadas de hace diez años sobre si tal o cual grupo mola más con uno u otro guitarra o cantante y de ahí no los sacas. Pero muchos de aquellos agitadores, descubrieron que Facebook es un caramelo inagotable y es ahí donde han trasladado sus patéticas guerrillas personales, escondidos cómo no, tras vistosos nombres tan pretenciosos como falsos.

Es curioso también, el efecto que Facebook ha causado en alguna gente antaño apacible y tranquila, que de repente se ha vuelto paranoica, antipática, bloquea a sus propios amigos porque “Manolito es un fantasma que no hace más que hablar de sí mismo” (tú no, claro) o “Paquito nunca comenta pero sé que me espía”. Puedo aseguraros que estas frases son extraídas de testimonios reales. Un buen amigo, llegó a comentarme que no reconocía a un colega común desde que éste se hizo un perfil en Facebook, que se había vuelto desconfiado, huraño y de repente le entró la obsesión de que le acosaban, de que si iba a tal o cual concierto, la gente sabía quién era “por el Facebook” y cosas por el estilo. Y lo más triste, es que conozco casos así a patadas, desgraciadamente no se trata de un caso aislado.

Hace un mes, se publicaba en The Metal Circus mi primer artículo (Queen y la revolución del símbolo matemático), y más recientemente otros dos dedicados a los cachondos tópicos del mundo del metal: no tardaron ni medio minuto en aparecer los clásicos comentaristas ofendidísimos, ¡como si dichos artículos estuviesen dedicados a ellos personalmente! Y es que siempre ha de aparecer alguien a soltar la suya, lo que sea, da igual, hay un cajoncito para dejar comentarios y deben hacerlo. Y lo peor de todo es la total, y absoluta falta de sentido del humor de la inmensa mayoría. Nunca lo admitirían, pero hay personas que sólo se sienten realizadas cuando son (o más bien creen ser) ofendidas y buscan cualquier excusa para mostrar su «indignación». Muy triste.

Estos, suelen ser también los mismos que se pasan el día publicando actualizaciones de estado proclamando a los cuatro vientos el cabreo que llevan encima porque les ha pasado algo, porque tal cosa les indigna o porque están hartos de la “hipocresía de la peña” (estos son mis favoritos, los que lanzan mensajes claramente dirigidos a alguien y lo publican con un tono solemne que da verdadera risa esperando que alguien les pregunte qué les pasa para abrir su torturado corazón al mundo).

Yo particularmente, cuando entro a una web como esta, sin ir más lejos, lo hago para leer noticias e informarme, no me interesa saber lo que opina Antoñito de Móstoles. Cuando leo el periódico, no escribo mi opinión sobre las noticias en los bordes de las hojas, ¿comprendeis a dónde quiero ir a parar? El libertinaje de La Red de Redes solamente ha servido para que a la mayoría de desequilibrados que pululan por ahí, se les haya terminado de ir la poca razón que les quedaba.

¿Creeis que la piratería ha sido la única causa del declive de la industria de la música? En parte si, pero mucha culpa la tienen artefactos como Facebook que han hecho que la gente pierda el interés por todo lo que antes le apasionaba y han consagrado su vida ya no a un PC, teléfono o tablet sino a una red social donde hacer “nuevas amistades” con personas a las que jamás conocerán en carne y hueso, pasarse la vida librando batallitas que muchas veces ni les incumben, escupiendo bilis sin pararse a pensar medio segundo si lo que han leído y que tanta rabia les ha dado es o no en tono jocoso, y mostrando al mundo cualquier cosa que se preste a ser fotografiada con el móvil.

O el clásico de los clásicos, que está más en boga que nunca estos días: la foto de la entrada que acabas de comprar para ver a los Rolling Stones en el Bernabeu tras pasar horas de penurias y gastarte un dineral. Eso si, la semana que viene, uno de tus «amigos» de Facebook toca con su banda en un bar de tu barrio, cobran 3€ de entrada con consumición mínima incluída… pero no irás, ¿para qué? ¿de qué fardas luego? ¿de haber visto al grupo de un tío que no conoces de nada pese a pasarte el día «comentando» en su «muro»? ¡Y además con la crísis que hay!

Podría extenderme hasta la extenuación nombrando más y más tipos de especímenes Made In FB, pero tampoco os contaría nada que no sepais.

Chicos y chicas, vivid y dejad vivir la vida a los demás, hay que salir a relacionarse con seres humanos y no con perfiles de Facebook, hay que follar más en persona y menos hacerse pajas por webcam. Solamente cuando alcanceis ese nivel espiritual, os dareis cuenta del valioso tiempo que habeis desperdiciado peleandoos en la página de Kiss con un tío que dice que Tommy Thayer es mejor que Ace Frehley o mostrándole al mundo los calzoncillos que os regaló la abuela por navidades.

Andrés Torres