Soy poco objetivo siempre con Phil Lynott y Thin Lizzy. Me parecen, y de largo, una de las más grandes bandas de la historia del rock a pesar de que siempre estuvieron malditos y que, a pesar de todos sus logros, siguen siendo unos completos desconocidos para el gran público más allá de “The Boys Are Back in Town” y “Whisky in the Jar”.

Su historia es apasionante, y nunca antes nos la habían contado como lo hace Graeme Thompson. Hay muchas biografías de Phil Lynott, y algunas ya las hemos reseñado en esta The Metal Circus, pero este exhaustivo trabajo es un auténtico disfrute si lo que queréis son detalles íntimos de todas las etapas de Lynott. Bienvenidos a Cowboy Song, la biografía autorizada de Phil Lynott’.

La gran incógnita de los años en el orfanato

Thomson se sumerge en la vida del genio a base de entrevistas y sigue con la gran incógnita de la infancia de Lynott en el orfanato de Inglaterra. Lynott nunca soltó prenda sobre esos años, pero quedó claro que le marcó de forma definitiva. Las referencias al orfanato están en títulos, nombres de sus bandas y en las letras.

Ya llegado a Dublín gracias a los esfuerzos de su madre Philomena, Lynott cultivó su leyenda jugando con que era el primer negro llegado a Dublín. Nunca lo tuvo fácil en el país más católico de Europa, y más con una madre blanca y un padre desconocido. A Lynott le gustó siempre fantasear con quién era su padre, pero la realidad le dio de bruces ya que el tipo vivía en Dublín y vendía sombreros a cuatro calles de su hogar.

Cómics y la Irlanda mítica como fuente de inspiración

Phil forjó sus letras a partir de la lectura de tebeos y de las historias míticas irlandesas. Un mix precioso que hizo de él un auténtico defensor de la causa irlandesa, plasmando su nacionalismo en letras y discos. El difícil auge hasta “Whisky in the Jar”, la irregular carrera de Thin Lizzy y sus primeras bandas como Skid Row en la que contó con un chaval recién llegado de Irlanda del Norte llamado Gary Moore. La relación de amor, respeto y competición con Moore merece un capítulo aparte… casi un libro.

Los Lizzy nunca tuvieron suerte. Todo se torcía cuando parecía todo hecho. Los muchos guitarristas que pasaron por el grupo fueron todos geniales, pero el defender con los puños el honor del grupo y las peleas en pubs terminarían siendo otro obstáculo, y más cuando Phil nunca le hizo ascos a una buena pelea.

La droga precipita el final

Los capítulos finales dedicados al descenso al infierno de la heroína son absolutamente desgarradores. Pocos reconocían ya al Phil perfeccionista y presumido que siempre vivió como una rock star de manual. Thompson es crítico con todas sus obras y no idealiza los discos como hacemos los fans. Nos habla en boca de los protagonistas de todos los muchos problemas y estados mentales del grupo a la hora de afrontar las grabaciones, también de cómo aprendió de Slade y de Queen a la hora de forjar su personalidad en directo.

Para el recuerdo quedará siempre la icónica imagen de Lynott con sus largas piernas abiertas aferrado a ese bajo con el que lanzaba destellos de luz para elegir a las chicas que más le gustaban, pero también esas canciones inmortales en las que las twin guitars arrasan con todo y te transportan a la Isla Esmeralda. Su estatua en el centro de Dublín, delante del pub Bruxels, es una parada obligada para todos sus fans, tanto como la de Molly Malone.

Si desconocéis al grupo, tratad YA de haceros con un recopilatorio, y si lo sois, dadle una oportunidad a sus dos discos en solitario. Hay muchas bellas historias en la historia del rock, pero pocas tan bonitas como la de Phil Lynott. Y el libro es tan imprescindible como su discografía…

Cowboy Song Phil Lynott