No podemos predecir el futuro pero podemos olerlo. Esto es lo que pasará clarísimamente en los festivales de rock y metal en 2025.

La temporada de festivales ha pasado a monopolizar mucha de nuestra atención en el campo del rock y metal. Aunque durante el año hay muchas buenas giras de infinidad de grupos, parece que todo sucede entre mayo y agosto y todo sucede, concretamente, en los festivales de verano. Polémicas, cancelaciones, sorpresas, colaboraciones… Lo que sí tenemos claro con certeza es que habrá ciertas cosas que sucederán en 2025 y que os detallamos a continuación.

La cerveza será más cara que en 2024

Bien, poca sorpresa en este ámbito. Los festivales viven de la barra y, si apuras, de los patrocinadores que terminan de financiar el enorme coste logístico que supone organizar un festival allí donde no se llega con los ingresos de la venta de entradas.

Con precios que hace años que superan ciertos límites psicológicos (especialmente para el público senior que vivió la época donde una birra costaba 200 pesetas), la cerveza es una de las principales fuentes de ingresos de cualquier festival, especialmente en el rock y metal. Si un litro o un mini costaba 10 €, preparaos para que cueste 12 €. Si costaba 12 €, preparaos para que cueste 15 €. Las bandas que tanto os gustan y que venían por 100.000 € ahora piden 300.000 €.

Uno de los festivales de junio pinchará

Sin entrar en polémicas partidistas, está bastante claro que en este 2025 habrá vencedores claros y otros que harán lo que puedan. El contexto es el que es, la coincidencia de fechas de los tres grandes festivales no ayuda a ensanchar la base de público, sino a repartirlo.

Así mismo, la aparición de nuevas opciones (Sun And Thunder en Fuengirola) aún complican más la ecuación.

Lo que está claro es que en España existe una masa crítica de unas 50.000 personas dispuestas a ir a festivales (más si existe un cabeza de cartel que llene estadios por sí mismo). El cómo se reparte esa masa crítica (que no siempre tiene intención de viajar o no siempre simpatiza con la programación de los festivales de ese año) depende enteramente de quién presente la mejor programación artística o la más rimbombante en lo que a valor agregado de los artistas. No hase falta disir nada más.

La media de edad seguirá creciendo

Con la honrosa excepción del Resurrection Fest y ese giro modernoide que ha dado el Barcelona Rock Fest en los últimos tiempos, hablar de público “joven” en los festivales de rock y metal es hablar de gente que muy probablemente ya tiene hijos (en la guardería) e hipoteca.

Del mismo modo que la edad de los beneficiarios del Carnet Joven cada vez se amplía más, algo similar sucede con “la juventud” que acude a los festivales.

Por mucho que los festivales intentan crear cantera facilitando el acceso a los más pequeños, una cosa está clara: el mainstream de 2025 no es el heavy metal ni el hard rock. Es otra cosa. Que no tiene ni guitarras. Probablemente ni voces reales. Mientras tanto, cada vez más pensionistas acuden, literalmente, a los festivales de la música que nos gusta.

Hellfest 2022 (Foto: Óscar Gil)

Los medios generalistas no harán ni caso

Pese a la potencia del movimiento contracultural que supone el rock duro y el heavy metal, hemos de afirmar categóricamente que es algo que no interesa mediáticamente.

Si Ana Mena o Quevedo se tropiezan con una piedra, salen en las noticias. Si un solvente grupo de músicos octogenarios llena un recinto de 10.000 personas por enésima vez en 50 años, con suerte sale un apunte en algún medio porque el friki medio rockero de la sección de Cultura pidió acreditación y había que rellenar algún espacio (ya que nadie tropezó con una piedra y no hubo noticia bomba).

Hay honrosas excepciones en medios locales y regionales, pero, seamos realistas, nuestra música solo nos interesa a nosotros en líneas generales.

Algunas bandas cancelarán sus conciertos

Si bien esto es algo que alcanzó su pico en la época del retorno de los festivales post-Covid en 2022, lamentablemente alguna banda cancelará su aparición. No sabemos cuál es ni cuál será el motivo. Pero puede ser desde un problema de caos aéreo, una separación inesperada en plena gira, la enfermedad del vocalista de turno o que, sencillamente, no salían los números en última instancia.

En cualquier caso, estamos seguros de que a un mes de que llegue junio, alguien emitirá un comunicado y dirá que cancela su gira de festivales. Es una tradición y las tradiciones están para respetarlas.

promotor conciertos cancelados

Los hoteles se pasarán tres pueblos con los precios

Lo del turismo musical parecía una utopía hace 25 años, cuando el asunto de los macrofestivales estaba en sus albores. Apenas el Festimad, el FIB, el Menorrock y el Esparrago Rock generaban cierto ruido turístico a su alrededor en tanto en cuanto era las pocas grandes citas de nuestro país.

Hoy en día, existe un fenómeno turístico cuantificado y deseado alrededor de los grandes eventos musicales: desde un concierto de Taylor Swift, Beyoncé o AC/DC a un macrofestival de varios días que genera gran necesidad de pernoctaciones en hoteles, especialmente a medida que las zonas de acampada han ido pasando a mejor vida en muchos de estos eventos.

Encontrar hoteles o Airbnb en los entornos del Leyendas Del Rock, del Rock Fest o del Resu a precios que superan los 200 o 300 € por noche es, tristemente, cada vez más habitual. Y es que, paradójicamente y volviendo a lo que decíamos más arriba sobre la cobertura mediática, nuestro rollo no interesa, pero sí el dinero que genera nuestro afán por disfrutar de los conciertos y festivales.

Al público le dará bastante igual quién esté tocando

Los festivales, entendidos como parques de atracciones donde uno va a intentar maximizar la entrada subiéndose al máximo de atracciones que se pueda uno subir sin perder la salud, son experiencias en las que la gente colecciona recuerdos o, en el caso del heavy, espacios donde la gente tacha de su lista a una serie de bandas que, en algunos casos, nunca ha visto en directo y se resigna a ver por enésima vez a otras con fingido desinterés.

Pero a medida que las bandas que nos cambiaron la vida, los grandes pioneros, van desapareciendo, a la gente cada vez le importa menos quién está tocando. El disco hace tiempo que no es la unidad de medida, así que el público conoce tan solo determinadas canciones de aquellos artistas que llevan menos de 25 años en la palestra, sean Sabaton o Falling In Reverse. El concierto de hora y media, como unidad, también comienza a estar en desuso porque muchas bandas no tienen suficiente cantidad de hits para sustentar actuaciones largas. Y, por último, la gente tampoco tiene la retentiva necesaria para estar dos horas haciendo caso a una misma cosa.

En resumidas cuentas: el festival es el evento ideal. Picoteas un poco de cada, como si de citas de Tinder se tratase, sin terminar de quedarte con ninguno. Con decenas y decenas de bandas y escenarios múltiples, cualquier otra manera de sobrellevarlo es poco realista.

Público Viña Rock (Foto: Daniel Cruz)

Os quejaréis de todo en las redes sociales hasta que llegue el día después del festival

Mención aparte merece el capítulo de la toxicidad de los asistentes a festivales en las redes sociales de los mismos. Una toxicidad que se resume en rajar con más o menos intensidad durante todo el tiempo previo al festival y deshacerse en elogios sobre el mismo al día siguiente de que se acabe, contando los días para que llegue la siguiente edición. Un clásico entre clásicos.

Sergi Ramos