Kevin Ridley: Flying in the Face of Logic

Reconozco que tengo una gran debilidad por este hombre, de hecho, por todo lo que rodea a Skyclad. A pesar de que sus fans son acérrimos y les tienen en los altares, Skyclad sigue siendo ese gran desconocido. A partir de ellos han salido gente como Subway to Sally, In extremo, toda la movida del folk metal y hasta Mägo de Oz, si me apuráis. Pero nada, nadie les llega a citar como influencia. Ni a eso han llegado. Podría hablaros mil maravillas sobre posiblemente las mejores letras del heavy metal, gentileza de Martin Walkyer, pero… sería absurdo hablar ahora de alguien a quien Ridley ha sustituido.

Ridley es un reputado productor afincado en el norte de Inglaterra. Siempre estuvo tras los controles de Skyclad hasta el punto que llegó a tomar el puesto de Walkyer. Ridley ha estado tras los mandos de otras bandas tan reputadas como Venom, pero había un gusanillo que le carcomía por dentro: hacer su propia música. Tras más de tres décadas de carrera en el negocio, Ridley debuta ayudado por grandes nombres y gente que ha estado a su lado todos estos años. Con este disco vemos que la orientación musical de los actuales Skyclad le debe mucho a él. Si “A Semblance of Normality” era tan genial, era en gran parte, por su culpa.

Pero olvidaros del thrash añejo o incluso el metal, este disco es algo muy personal, un viaje interior a su infancia y a sus vivencias por el norte de Inglaterra. Hay alguna concesión eléctrica pero en general es algo sumamente personal y hecho con el corazón. Hay incluso una evocación a los tiovivos de época en “The Lynton Flyer” y los nombres deben tener conexiones con sitios clave en su vida. “Eat the Sun” es el tema más Skyclad, y es todo un regalo para los seguidores del combo. Excepcional corte. Lástima que el resto vaya por otros derroteros más calmados  e introspectivos.

A pesar de ello hay que notar que cortes como “Good Intentions (A Young Mans Tale)” poseen una gran belleza y unos pasajes folkies muy evocadores. Ridley canta de maravilla, y la mano del itálico Dario Mollo en la producción es todo un seguro para que las cosas suenen bien. Está bien que Ridley haya decidido buscar otro productor que no fuera él. El single “Point of Departure” goza de samplers y una bella línea vocal. La sensación general es que el disco le falta algo de velocidad. Parece que Ridley sólo haya vivido buenos momentos y haya proscrito la rabia y la depresión. Todo el compacto respira felicidad y alegría, pero es innegable que su capacidad compositiva ha plasmado unas músicas sumamente descriptivas y creíbles.

Se retoma la velocidad con “(We All Get) Where We Want to Go”. Otra composición que vuelve a acercarlo a Skyclad, al igual que “They Dance Till Tomorrow” Hay muchos medios tiempos interesantes pero la cosa no va más allá de lo bello o “interesante”. Olvidaros de estribillos para el recuerdo o himnos. Podemos destacar la delicada balada acústica “Knotwork” o las curiosas intros y outros que dan nombre al disco. Otro punto a tener en cuenta es la portada que conecta con Kandinsky y los futuristas italianos como Carlo Carrá, que intentaban plasmar la música en un lienzo.

Este disco apenas tendrá trascendencia más allá de los fans de la última etapa de Skyclad. Un disco muy personal e introspectivo que nos muestra perfectamente la personalidad e historia de su nuevo cantante, y posiblemente actual líder del grupo. A veces la música dice más que las palabras y las etiquetas y Ridley se nos ha desnudado y mostrado su auténtica cara. Pocas veces un disco dice tanto de un autor y sale tan bien cuando este quiere desnudar su alma. Pero desgraciadamente más allá de este pequeño círculo de gente la cosa no irá más allá.