El retorno del hijo prodigo se consuma en Madrid con la vuelta de Portnoy a Dream Theater tras catorce años.

Indudablemente, era uno de los conciertos del año: Dream Theater volvían a España en fecha única reunidos con Mike Portnoy. Difícilmente la banda podría haber seguido creciendo en 2010, cuando Portnoy abandonó o la banda le abandonó, según a quién preguntas. Tras discos como “Systematic Chaos” o “Black Clouds & Silver Linings”, la banda estaba alcanzando un determinado tope compositivo fruto de un cuarto de siglo compartiendo estudios y escenarios. Hacía falta replegarse para volver a crecer. Y replegarse es lo que han hecho, en términos comerciales, Dream Theater desde entonces.

Pese a discos gigantescos como “A Dramatic Turn of Events” o “Distance Over Time”, es innegable que la magia de Dream Theater se encontraba ausente desde hace tiempo. , claro que “A Momentary Lapse of Reason” de Pink Floyd es un gran disco, pero no es “Animals” o “Wish You Were Here”. La realidad es caprichosa y tiende a imponerse: la última visita de la banda a España, en enero de 2023, apenas reunió a mil quinientas personas en algunas ciudades. Así pues, la reunión con Mike Portnoy -aunque orgánica y basada en una amistad de toda la vida entre los miembros y sus familias- era necesaria en pos de la restitución de Dream Theater al nivel comercial que merecían y merecen.

Apuesta ganadora

La apuesta de Z Live por hacer una fecha única en un gran recinto fue una que podría haber sido tachada de temeraria pero funcionó indudablemente. Más de siete mil personas se reunieron en Madrid para ver el retorno del hijo pródigo tras los parches. Y es que, por mucho que Mike Mangini hiciese un trabajo musical encomiable, Mike Portnoy es, indudablemente, la espina dorsal de Dream Theater.

La apertura de puertas sucedió a eso de las siete y media de la tarde con multitudinarias colas rodeando el coso del municipio madrileño. A pesar de la prematura apertura, fueron muchos los que optaron por apurar los últimos minutos en los bares aledaños al recinto, lo que supuso que comenzase el concierto y aún hubiese algunos últimos rezagados haciendo cola para acceder ya habiéndose perdido el inicio del show.

Hora y media más tarde, a las nueve de la noche, se apagaban las luces y “Prelude” de Bernard Herrmann comenzaba a sonar (más conocida como la intro de ‘Psicosis’ del maestro Hitchcock) ante el delirio de Madrid. Era el momento de recibir en escena a John Petrucci a la guitarra, Jordan Rudess al teclado, James LaBrie a la voz, Mike Portnoy a la batería y John Myung al bajo, el quinteto mastodóntico reunido para celebrar sus cuarenta años de música.

Dream Theater (Foto: Óscar Gil)

Setlist histórico

Caía entonces el telón y aparecía el combo americano con tres grandes pantallas led al fondo mostrando motivos relativos a la banda constantemente desde el primer segundo con la atronadora “Metropolis Pt. 1: The Miracle and the Sleeper” en la que el sonido comienza a asentarse y a ir encontrando un equilibrio perfecto en un desequilibrio virtuoso musical que desgranaba Dream Theater sobre las tablas de La Cubierta.

Tras diez minutos de puras transiciones, un imponente redoble de Mike Portnoy introducía el riff de Petrucci y al resto en “Act I: Scene Two: I. Overture 1928”, que enlaza con “Act I: Scene Two: II. Strange Déjà Vu”, cortas pero efectivas con LaBrie salvando bien la papeleta vocalmente, y es que muchas eran las dudas que caían sobre su estado vocal actual.

El rugido de la galopada de Petrucci con la interacción de un Jordan soberbio a los teclados hacía vibrar desde el inicio de “The Mirror” a los asistentes, no podía faltar este trallazo de su ‘Awake’, con la outro de “Lie” para despedir este corte. Así llegaba “Panic Attack” en la que la base rítmica compuesta por Myung (muy protagonista desde la intro) y Portnoy llevaban las riendas de toda una maravilla compositiva, en la que lo progresivo y lo épico se unían para llegar nítido a los sentidos.

Las contagiosas melodías de “Barstool Warrior” eran una auténtica delicia, mientras un prodigioso solo de John Petrucci introducía entonces una preciosa “Hollow Years”, en la que LaBrie se encargaba de hacer de maestro de ceremonias y hacer mover los brazos de lado a lado a los presentes, algo que se quedó un tanto descafeinado en cuanto a ‘feedback’.

Satisfechos

Se subía de nuevo el pistón con “Constant Motion” y otro ejemplo de por qué John es una auténtica máquina de crear riffs, mientras “As I Am” suena oscura y con un estribillo que de nuevo James defendió formidablemente cuidando esa pegadiza línea vocal. Fin del primer set con la música de fondo de “Dance of the Dream Man” de Angelo Badalamenti, perfecta para darnos un respiro.

La cosa iba de bandas sonoras, y ahora sería el turno de una propia, una intro que contenía extractos de todos los álbumes de Dream Theater (como visualmente sucedía con el telón inicial que cubría el escenario). Los arpegios oscuros e inquietantes de “Night Terror” creaban una atmósfera que resucitaba del letargo a propios y extraños, para romper tras otro prodigioso arranque de Mike.

“Under a Glass Moon” y las melodías dobladas a guitarra y teclado dieron paso a un excelente LaBrie, sin duda uno de esos cortes que no dejaron indiferente a nadie de su ‘Images And Words’. Melodías bellas por doquier para una “This Is the Life” que se convertía en la balada de la noche, un susurro que recorría todos los rincones de la plaza, como reza la canción en su letra, “un regalo divino”. Con esta dinámica baladesca continuaba “Vacant”, y otra de su ‘Train Of Thought’ como “Stream of Consciousness” era perfecta para volver a su rama más progresiva con canciones por encima de los diez minutos.

Y ya estaba aquí la pieza maestra, la joya compositiva de la corona, “Octavarium”, y qué decir de ella: un verdadero privilegio disfrutar de ella a través de su longitud y complejidad, qué derroche de talento, calidad y precisión. Suponía un punto y seguido perfecto, la despedida perfecta a un segundo set cargado de emociones, un set mucho más conectado con el público que el primero.

La intro de “There’s No Place Like Home” con el clip de la película del Mago de Oz daba paso a la arabesca “Act II: Scene Six: Home”, todo un derroche de melodías orientales de lo más efectivas que nos dejaban con la bonita y cálida “Act II: Scene Eight: The Spirit Carries On”. En ella, Rudess al piano marcaba el devenir de una canción que nos llevaba inevitablemente al final: la aclamadísima “Pull Me Under” hizo acto de presencia en la Cubierta y todo parecía en su sitio. Leganés se venía abajo literalmente con para muchos el punto álgido de la velada, y es que este himno atemporal es imposible no disfrutarlo. Podrán ser soporíferos para algunos, extremadamente virtuosos para otros, pero de lo que no hay duda es que esta última pieza es efectividad en estado puro, lo tiene todo. Cierre colosal para despedirse de sus fieles definitivamente al son del “Singin’ in the Rain” filarmónico de Arthur Freed.

Texto y fotos: Óscar Gil

Promotor:Z Live

Día:2024-11-17

Hora:21:00

Sala:La Nueva Cubierta de Leganés

Ciudad:Leganés (Madrid)

Puntuación:5