Ante las obras del parque de Can Zam, el Barcelona Rocks se ha planteado como un festival que hace a la vez de paliativo y de puente, supliendo la falta del festival más emblemático de la ciudad condal y uno de los más importantes del país con un cartel nada desdeñable.

Más de 3.000 personas se acercaron hasta la montaña de Montjuïc para celebrar el heavy metal más clásico de la mano de dos clásicos como Scorpions y Saxon y dos bandas con trayectoria dilatada y firme como Angelus Apatrida y Eclipse.

Si bien el cambio de recinto desde el Palau Olimpic de Badalona al Sant Jordi Club y la caída de algunas bandas como HEAT y Ross the Boss había generado cierto desánimo en el público, la oportunidad de ver a grandes leyendas del género seguía siendo mejor que un año en blanco. Así mismo, la sombra del Sant Jordi Club era sin duda mejor que la intensidad justiciera del verano catalán en un descampado aleatorio.

No ha sido el mejor año para Barcelona Rock Fest, pero algo era mejor que nada. El festival ya avisa desde hace meses de que “la edición del año 2024 será la más grande hasta la fecha”. Sin embargo, la competencia de citas como Resurrection Fest o Rock Imperium cada vez es más feroz en España: toca poner el turbo para asegurar el futuro de uno de los festivales con más solera de nuestro país: siete ediciones en las que han pasado por su escenario Kiss, Iron Maiden, Judas Priest, Whitesnake, Aerosmith, Slayer, Scorpions, Manowar, ZZ Top, Def Leppard, Ozzy Osbourne, Helloween, Deep Purple, Alice Cooper, Status Quo y cientos de bandas de intachable status legendario. 

Eclipse: imperturbables

Los suecos tuvieron la difícil papeleta de ser la primera banda de la velada, pese a que el Sant Jordi Club brindaba el privilegio de no tener que exponerse al despiadado sol de julio. La banda salió a por todas con «Roses On Your Grave» para ser recibidos por una sala, que aún estando a medio llenar, respondió muy bien al Hard Rock Melódico que descargaron. 

Eclipse (Foto: Andrea Rodróguez)

La propuesta de Eclipse realmente cuajaba entre el seguidor estándar de Scorpions, estando su actuación además aupada por el carisma de Erik Martensson, que en todo momento se aseguraba de que el público interactuara con las canciones, haciéndoles aplaudir y saltar en los momentos intensos, pero también emocionarse en momentos más pausados como en la hermosa «Hurt». 

Eclipse (Foto: Andrea Rodróguez)

Aún habiendo iniciado antes su actuación, el grupo tenía unos escasos 45 minutos sobre las tablas, desgranando por ello su setlist con solvencia y eficiencia, exprimiendo al máximo su breve actuación al ritmo de la marchosa «Twilight». El final vino rubricado por la queridísima «Viva la Victoria», que curiosamente gran parte del público recibió afirmando que se trataba de «Viva la Vida», aún cuándo el tema de Eclipse funcionó mejor que nada que Coldplay haya hecho en toda su carrera. 

Eclipse (Foto: Andrea Rodróguez)

Al final los suecos abandonaron el escenario con una sonrisa en la cara y dejando con ganas de más a un público que de no saber de ellos, probablemente se fue a casa con la sensación de haber descubierto al futuro del género.

Ángelus Apatrida: las «nuevas promesas»

En un evento en el que los grandes protagonistas eran la nostalgia, el sonido clásico y las viejas glorias, los manchegos se alzaron como la rara avis del día, corriendo el riesgo de que al desentonar no pudieran sacar adelante un concierto memorable. 

Angelus Apatrida (Foto: Andrea Rodróguez)

Nada más lejos de la realidad, Angelus se plantaron en el escenario como una trituradora de carne que logró agolpar a los no pocos locos del thrash del recinto, que enseguida estalló en mosh pits. Trallazos como «Indoctrinate» o «One of Us» hicieron temblar los cimientos del Sant Jordi, deleitando a un sector del público tan fiel como enérgico. 

Angelus Apatrida (Foto: Andrea Rodróguez)

Pese a todo, sí que hubo un sector del público de más edad y que buscaba una experiencia más familiar. Sector que o bien optaron para irse a fumar al patio interior del recinto o se quedaron observando el show con cierta distancia, sin saber bien qué estaba ocurriendo.

Por lo demás, con la apatía de una parte de la afluencia y la entrega de otra, Angelus culminaron un concierto sin muchas sorpresas con «You Are Next», en el que pudieron verse unos últimos estertores de ira thrasher antes de que la vieja escuela tomara el mando del lugar.

Angelus Apatrida (Foto: Andrea Rodróguez)

Saxon: con sorpresa

Tras una baja de última hora en el Barcelona Rock Fest el año pasado, la gente tenía más ganas de Saxon que nunca, y es que la leyenda británica se ha labrado la merecida reputación de sacar adelante conciertos memorables sin falla posible. No existe “una mala noche” para Saxon, aunque les hayas visto en directo una treintena de veces.

 Ya desde las primeras notas de «Motorcycle Man» se pudo ver a una banda que fue recibida como si fueran los grandes protagonistas de la noche, liderados por un incombustible Biff Byford que conserva tanto su voz como su capacidad de dejar sordo al público a silbido limpio 

Saxon (Foto: Sergi Ramos)

La primera sorpresa fue la presencia del guitarrista Paul Quinn, quien oficialmente había abandonado la banda hace unos meses, siendo sustituido por Brian Tatler de Diamond Head. El hartazo de las giras y la edad de Quinn eran el motivo pero el entrañable guitarrista clásico y fundador de Saxon no quiso perderse la oportunidad de volver una última vez a Barcelona a despedirse de uno de los públicos que siempre ha adorado a la banda británica. 

Saxon (Foto: Sergi Ramos)

Aunque hubo tiempo para cortes como «Carpe Diem (Sieze the Day)» o «Thunderbolt», el setlist de Saxon estuvo principalmente poblado de clásicos de la talla de «Wheels of Steel» o «Heavy Metal Thunder», que desataron la locura con el poderío de unos riffs que viven en la memoria colectivo del metalero promedio. 

Más allá de los clásicos, Saxon ya presentaban una puesta en escena más digna de un cabeza de cartel, manifestando que pese a actuar antes que Scorpions, son una institución de pleno derecho. Pese a todo, los británicos tienen esa humildad «working class» que los hace tan queridos, pues con pequeños detalles como vestir y amontonar los chalecos con parches que les tiraba el público, se ganaron la entrega y el amor de todo el recinto.

Saxon (Foto: Sergi Ramos)

Tras otro clásico como «Strong Arm of the Law», Biff pidió a la audiencia que eligiera entre «Never Surrender» o «Ride Like the Wind», ganando la primera en un tipo de experiencia en vivo cada vez menos común y que se echa bastante de menos. El bajo de Nibss Carter lideró el abordaje a «Dallas 1 PM», a la que le siguió una «Denim and Leather» que le iba como anillo al dedo al ambiente de la noche, aún cuándo hubo problemas con la guitarra de Paul Quinn.

Saxon (Foto: Sergi Ramos)

La épica «Crusader» supuso el momento álgido de un concierto que ya estaba llegando a su fin y que se sintió muy corto, culminando con una pletórica «Princess of the Night» que puso a cantar a todo el mundo, dejando al Sant Jordi bien calentito para la actuación de Scorpions.

Scorpions: ¿la última vez?

Si, son un grupo que llevan más años despidiéndose que otras bandas en activo, y si, puede que se paseen por nuestro país cada verano, pero Scorpions son de esos grupos que por lo clásicos que son y por su presencia en la cultura popular se han ganado el galón de ser imperdibles. Como en el caso de Saxon, no existe un mal concierto de Scorpions. 

Algo que enseguida se notó y que debería ser evidente, es que el público no estaba ahí por ‘Rock Believer’, porqué aunque «Gas in the Tank» funcionó gracias a la magia de ser la primera canción, cuándo empezaron a llegar temas antiguos como «Make It Real» o «The Zoo» fue cuando la audiencia despertó a los niveles que había cuándo Saxon estaban sobre las tablas. Curiosamente, el grupo parece haber aprendido la lección, y está vez en lugar de lucir una bandera española gigante en sus pantallas, como sucedió en el Rock Fest del año 2015, en plena explosión independentista catalana, optaron por una mucho más sensata senyera.

Esta dicotomía se hizo evidente cuándo un corte instrumental como «Coast to Coast» funcionó mejor que «Seventh Sun» o «Peacemaker» que cayeron con bastante frialdad, aún cuándo la resultona producción de la banda compensara su falta de gancho con una pantalla que presentaba imágenes bastante trabajadas.

Aunque el aforo era respetable, no podía evitar pensar que el Sant Jordi Club les queda algo pequeño a toda una institución como Scorpions, pese a que probablemente se deba a que lo normal es verlos encabezar grandes festivales al aire libre. No en vano, en la ciudad de Barcelona han llegado a actuar en Razzmatazz, en el año 2004. 

Scorpions (Foto: Sergi Ramos)

Esa actitud de poder desgranar temas inmemoriales se sustanció en su interpretación de «Bad Boys Running Wild», en el que un Klaus Meine al que se le ve muy frágil demostró que puede capear un registro que, aunque no toma muchos riesgos, es resultón a la hora de encarar el sonido clásico de Scorpions.

Scorpions (Foto: andrea Rodríguez)

La sentida «Send Me An Angel» abrió la veda de las baladas. Pese a que se sintió como un calentamiento para la locura que fue «Wind of Change» (con una pequeña modificación al inicio como muestra de apoyo a Ucrania), que tantos años después sigue teniendo el poder de ponerle los pelos de punta hasta a Vin Diesel. «Tease Me Please Me» fue la última visita al querido ‘Crazy World’, antes de regresar por última vez a su último lanzamiento de la mano de la homónima «Rock Believer».

Scorpions (Foto: Sergi Ramos)

Una retahíla de solos de Jabs y Dee permitió a la banda tomar aliento antes de encarar una recta final de shows plagada de los clásicos que todo el mundo esperaba, comenzando con un «Blackout» en el que una vez más se pudo apreciar la impecable aportación de Mikkey Dee a la base rítmica del grupo, con una pegada que insufla toda la energía que comienza a escasear en el centro del escenario.

Scorpions (Foto: Sergi Ramos)

La festiva «Big City Nights» cuajó especialmente bien en el contexto de un sábado por la noche en Barcelona y como el último tema antes de los bises que compusieron el epílogo de su actuación. Cómo no podía ser menos, Scorpions volvieron a aparecer sobre las tablas para encarar «Still Loving You», que sigue siendo capaz de emocionar y de provocar cánticos aún cuándo es uno de los temas más gastados ya no solo de su discografía, sino del rock en general. Pero ahí estábamos todos: coreando aquello como si fuese 1988 y nos fuésemos después de fiesta al Wawanco de Sagrera. 

Scorpions (Foto: Sergi Ramos)

El mítico riff the «Rock You Like a Hurricane» culminó el show con la energía tan alta como una colección de septuagenarios podía afrontar. El público, extasiado, acababa de vivir una experiencia de aquellas que desaparecerán en pocos años. No nos quedan muchas más “big city nights” con Scorpions: ver a Klaus Meine bajar del escenario en estado de evidente fragilidad y ser acompañado al escuadrón de coches de alta gama que esperaba a la banda para llevarla rápidamente a su hotel fue un recordatorio de que esto se acaba. Cualquier día nos tocará dar la noticia. Pero, de momento, en esa noche de sábado de julio en lo alto de la montaña de Montjuïc, todos fuimos héroes del heavy metal junto a las figuras paternas del género que siempre están ahí. Una vez más. Una vez menos. 

Texto: Sergi Ramos / Marc Fernandez | Fotos: Sergi Ramos | Andrea Domínguez

Promotor:Barcelona Rock Fest

Día:2023-07-08

Hora:17:30

Sala:Sant Jordi Club

Ciudad:Barcelona

Puntuación:9