Hablar con Devin Townsend es en sí misma toda una experiencia. Famoso por una personalidad excéntrica que no teme abordar temas complicados, el artista canadiense es casi tan conocido por sus curiosos puntos de vista como por su imaginativa música. Le llamamos a su estudio de Canadá para hablar de toda suerte de delirios místicos, e incluso un poquito de su último lanzamiento: ‘Lightwork’.

Has hecho mucho hincapié en que ‘Lightwork’ es un álbum creado durante la cuarentena, por lo que la primera pregunta es obvia: ¿cómo afectó esa circunstancia al proceso creativo?

Lo hizo todo mucho más difícil. El tratar de ser creativo con todo ese caos de fondo es muy difícil. Al final la música que salió no se parecía en nada a lo que tenía en mente. Por supuesto, después de ‘Empath’ más o menos tenía claro hacia dónde quería virar para futuros trabajos, pero al final el destino no se pareció en nada a lo que tenía planeado.

La culminación de toda esta confusión, de lo difícil que se había vuelto la vida, convirtió toda la experiencia en algo extraordinariamente incómodo. Empecé en un lugar y de alguna forma fui rebotando entre distintos estados de ánimo. No ayudó que durante la pandemia rompí absolutamente con todas mis rutinas y aparte me mudé, por lo que puedes imaginar que no era la mejor situación para establecer unos patrones creativos o de trabajo.

Devin Townsend (Foto: Pablo Gándara)

Encontré que gran parte de mi vida antes de la pandemia giraba alrededor de una estructura, de una rutina: despertarte, café, desayuno, leer emails, etc. En pandemia era levantarme y pensar: “Oh Dios, ¿qué haré hoy?”, por lo que no había estructura alguna que me sostuviera. Pero, pese a todo, he logrado que funcione y aquí estoy. ¡Hurra!

Es curioso que señales que es un disco que de alguna forma te empujó fuera de tu zona de confort porque si en ‘Empath’ podíamos encontrar un poco de todo lo que había convertido a Devin Townsend en Devin Townsend, ‘Lightwork’ parece seguir un patrón o un concepto más claro, lo que a priori contradice lo que me acabas de decir. ¿Es algo que perseguiste pese al caos o con lo que sencillamente tropezaste?

Creo que fueron las dos cosas. Primero tropecé con ello, luego sencillamente me dejé llevar. Estoy seguro de que entrevistando a gente te habrás topado con las cosas con las que han tenido que lidiar los artistas que han estado componiendo durante la cuarentena. Algunos se han vuelto más creativos, otros estaban muy furiosos, otros muy deprimidos, es algo bastante curioso.

Yo creo que la pandemia ha sido algo diferente a nada que haya ocurrido antes, y considero que ha cambiado el mundo para siempre. Cuando pienso en ‘Lightwork’ no puedo evitar sentir que representa una transición a través de este momento tan crucial. Algunas partes son buenas, otras son raras, otras podrían ser mejores, unas son furiosas, otras son tristes.

De alguna forma, creo que toda la música que se ha escrito durante la pandemia tiene esta personalidad especial de la que ningún músico ha podido escapar, yo simplemente no me he resistido. A mí me sigue costando relacionarla a cualquier proceso que haya hecho antes, por lo que, pese a que toda la composición fue intencional, la mayoría ha terminado en derivas a las que en otras circunstancias jamás habría llegado.

La verdad es que sí, me tiré la cuarentena entrevistando músicos. Muchos estaban frustrados porque iban a lanzar un álbum cuando ni las giras ni los conciertos estaban permitidos, mientras que otros comentaban que se habían puesto a componer como nunca. ¿Tú alguna vez sentiste que tus esfuerzos musicales en esos tiempos fueron fútiles?

Me vi arrastrado por muchos de estos sentimientos negativos; siempre lo intentan, pero no puedes dejar que ganen. Creo que habría sido distinto si hiciera todo este teatrillo de la música para ser famoso, pero no es así: todo lo que hago lo hago para mí mismo, porque amo la música. Me da igual no poder presentar algo de gira, es más, me hace más feliz no tener que salir de gira.

Si el mundo termina en una guerra nuclear, lo único importante para mí es que mi mente este equilibrada y tenga a mi lado a la gente que de verdad importa. Quiero decir, todos vamos a morir tarde o temprano. Si el miedo a la muerte hubiera de afectar mi proceso creativo, no crearía en primer lugar, ¿por qué para qué sirve? Todos vamos a morir. ¿Qué importa si es en diez segundos o en diez años?

Devin Townsend (Foto: Ignacio Sánchez-Suárez)

Las cosas que me molestaban durante la pandemia implicaban que me costara entrar en dinámicas creativas porque de pronto tenía que ir al super cuando debía, no cuándo quería, así como muchas pequeñas cosas rutinarias que se interponían en mi creatividad. Era una concentración mucho más desesperada sin esa sensación de calma con la que estoy acostumbrado a trabajar. Nunca esperé que un disco como ‘Lightwork’ existiera, fue un curioso accidente.

Ortega y Gasset dijo aquello de: “Yo soy yo y mis circunstancias”, por lo que realmente no puedes entender la libertad sin embriagarte de la complejidad inherente del mundo. ‘Empath’ era muy complejo, con muchas facetas y en él participaron muchos músicos. Por el contrario, ¿sientes que ‘Lightwork’ es el fruto de no poder separarte a ti mismo de las circunstancias?

Yo creo que lo más importante para mí es cuán capaz soy de seguir equilibrado en los distintos periodos con distintas circunstancias. Eso requiere una consciencia muy grande con mis propias capacidades. En un vacío tranquilo es muy fácil creer que eres de una forma, mientras que el caos requiere que analices todo lo que haces y ocurre a tu alrededor.

Creo que todo el proceso ha terminado siendo muy positivo porque fui arrojado en estas circunstancias en las que me obligaron a desarrollar capacidades que en su momento no poseía. Antes era fácil para mí pensar que puedes continuar haciendo lo mismo hasta que te mueres, pero si estas formas de trabajar no son desafiadas, pronto te encuentras en un escenario en el que eres poco más que una víctima de todas las cosas que no puedes controlar.

Creo que ese sería el gran concepto detrás de ‘Lightwork’, y por eso hay un faro en la portada. Ya en ‘Puzzle’ le pedí a mis colaboradores que hicieran lo que quisieran para que cediera parte de ese control, y con ‘Lightwork’ ocurrió lo mismo con mi productor. Creo que el mundo sigue siendo caótico, pero que ahora soy mucho más capaz de lidiar con él. ‘Empath’ sí que tenía un concepto mucho más denso, pero estaba dentro de mi zona de confort. ‘Puzzle’ estaba fuera de mi zona de confort, y ya ‘Lightwork’ estaba mil metros fuera de ella. Es tan distinto y a la vez refleja tan bien dónde estoy que no puedo evitar sentir que todo el caos ocurrió por algo.

Hablar de un concepto puede ser complicado. Si no hubiera habido covid, conceptos así no existirían en primer lugar. El fin de la I Guerra Mundial trajo los locos años ‘20, el fin de la gran depresión y la ley seca vieron el auge del jazz y un alivio de las segregaciones por clase, sexo y raza. Quizás estamos viviendo un renacimiento post covid que se ve ensalzado por conceptos como el de ‘Lightwork’.

Es lo que te decía; puedes sentirte como una víctima y proclamar: “No es justo que esto me haya ocurrido a mí”. Muchas veces cuando ocurre algo terrible es muy sencillo decir: “¿Por qué a mí?”, cuándo creo que lo correcto sería plantearse “¿Por qué a ti no?”.

Hasta cierto punto, un renacimiento post covid requerirá una autonomía emocional que no habrá tenido precedentes. La gente dependerá de sí misma mental y espiritualmente, deberá blandir una libertad de decisión que no se ha visto antes. Esta individualidad debería ejercerse pese a unas condiciones de incertidumbre y económicas muy grandes. Siempre he pensado que es bastante ofensivo afirmar que la clave está en mantener una actitud positiva siempre porque hay gente oprimida en muchos sentidos, sean optimistas o no (risas).

Devin Townsend (Foto: Ignacio Sánchez-Suárez)

Como músico debo tratar de transmitir la idea de cuánta responsabilidad estás dispuesto a asumir antes de comenzar a comportarte como una víctima. Aun así, pese a esta afirmación, siempre se ha de ir con cuidado, porque es muy fácil caer en lo opuesto y ser demasiado duro con uno mismo.

El otro aspecto de la mentalidad de la víctima es la mentalidad de mártir. Afirmar: “Debo ser perfecto para inspirar a toda esa gente”. ¡Venga ya! No podría ser nada más diametralmente opuesto a perfecto. Todas las veces que la gente se tortura por no serlo, se ciega al bien del que es capaz. No te digas esas cosas a ti mismo, tío.

La decisión que tenemos que tomar en cada momento es la culminación de: haz lo que debas hacer, pero no te pases contigo misma. Aún cuando la vida siempre se vuelve caótica, hay principios que te mantendrán sereno o en paz.

Definitivamente, las personas son complicadas

Pero piénsalo, ¿qué alternativa tenemos a la complejidad? Es lo que nos hace tan estúpidos porque las cosas sencillas son siempre las más elegantes. 

Los tiempos cambian

Pese a todas las complicaciones que has comentado haber sufrido en pandemia, lo cierto es que te vi bastante contento y ocupado. Inauguraste tu podcast y diste un par de conciertos desde tu casa. ¿Cómo te sentiste en aquel momento? ¿Te sentiste más cercano a tu audiencia?

Definitivamente, me sentí más cercano que nunca a mi público. Creo que el cambio más fundamental fue eliminar la ilusión de que existe algo que separa al músico del espectador. El otro día vi una camiseta que me dio mucho que pensar porque rezaba algo así como: “Los entretenedores no son líderes”.

Devin Townsend (Foto: Ignacio Sánchez-Suárez)

Pienso que en los ’70 y los ’80 hubo esta deificación de que todas esas personas que son capaces de crear algo son diferentes cuando en realidad el impulso creativo proviene del inconsciente colectivo, y todos estos artistas son una suerte de antena. No es algo que puedas reclamar más allá del trabajo que le dedicas cuando en realidad lo que habría que ser es agradecido de ser capaz de lograr algo así en primer lugar, no en considerarte mejor porque algo así ocurra en primer lugar.

Durante la pandemia me sentí más cerca de la gente porqué sentí que toda esta estúpida jerarquía y separación desapareció. De pronto yo decía: estoy en mi cuarto tocando la guitarra mientras retransmito con el móvil. Es algo que cualquiera puede hacer. Creo que salí mejorando mi relación con los fans.

Creo que en los ’80, especialmente en el heavy metal, esta deificación que mencionas ocurría con más fuerza. Todo era como: soy esta entidad metafísica superpoderosa que lo único que hace es follar y drogarse. De golpe algo como la cuarentena ocurre y ves a tu ídolo, Devin Townsend, tocando la guitarra en albornoz en su cuarto. ¿Crees que hay gente a la que algo así puede romperle? Quizás porque buscaban escapismo.

Tengo muchos conocidos en el mundo de la música que son muy ricos y poderosos, la típica estrella de rock, y en cuarentena pude ver cómo se derrumbaban poco a poco. De pronto llegó la cuarentena y se veían responsables de limpiar, de cuidar a su madre o de hacer cosas que estaban por debajo de la personalidad que llevaban décadas construyendo. Muchos estaban solos en sus mansiones y acababan bebiendo hasta perder el sentido.

Devin Townsend

He leído entrevistas en las que los músicos se quejaban de no poder salir de gira. “Siento que me estoy muriendo porque no estoy delante de mi gente”, lo que me da que pensar que lo que ha creado a todas estas estrellas el rock es el daño: la necesidad imperiosa de conseguir la aprobación de un montón de desconocidos solo porqué refuerzan tu imagen. Es como si el público solo fueran un tatuaje más.

Como no te conocen, es como un santuario emocional muy seguro en el que es fácil estancarse. Eso no es la vida. La vida es hacer cosas cotidianas, como sacar la basura porque te lo pide tu mujer o arreglar la bici que ha roto tu hijo. Si necesitas este escapismo para sobrevivir como artista es porque estás viviendo una mentira.

Al final del día estás perdido, solo y abusado. No le deseo algo así a nadie, pero creo que desafortunadamente toda mi carrera he estado rodeado de mis amigos y mi esposa y el éxito que alcance o deje de alcanzar no les importa una mierda porque no titubeaban a la hora de decirme cuándo estaba siendo un gilipollas.

Marc Fernández