Osada Vida son una de esas bandas mantenida en la ladera que separa las grandes bandas del circuito progresivo de los conjuntos estrictamente underground, una especie de rock atmosférico y atractivo que encajaría en el mainstream de Anathema o Porcupine Tree, pero que no termina de despegar y se cobija a la sombra del anonimato más de lo debido. Actualmente no tienen web, recién han recuperado el Twitter para promocionar su último videoclip y apenas hacen apariciones fuera de su Polonia natal; pero ahí siguen, con cuatro discos a sus espaldas y cinco con este, cada uno mejor que el anterior, facturando CD’s con suficiente empaque y suma de ideas.

Pero la evidente ruptura con esa liga de mayores con la que no pueden codearse reside en una máxima (en la justicia de esta vieja industria): el sonido propio. Tienen un teclista solvente con gusto por elegantes cromatismos, el joven y talentazo nuevo guitarrista Jan Mitoraj, fichado el año pasado tras la marcha de Bartek Bereska, derrocha erudición en cada arpegio y cada trémolo, el cantante venido de Acute Mind, Marek Majewski, se maneja bien dentro de sus registros medios-graves, pero se aprecia una falta de personalidad, ese arrojo hacia un terreno inhóspito donde se nos descubra que Osada Vida suena a osadía y no a una mezcla vaga entre el Dream Theater más melódico y The Pineapple Thief en horas bajas.

El disco comienza con un estribillo que recuerda a un Devin Townsend melancólico e intimista, pasado por una pulidora y, desde este punto, a lo largo de sus escasos 48 minutos –un hándicap que juega a favor–, las canciones propiamente dichas se alternan con interludios instrumentales de factura cercana al neoprog, esa etiqueta acuñada por Marillion llevada con dispar suerte a terrenos actuales. ‘Still Want to Prevaricate?’, ‘Dance With Confidence’ y ‘Restive Lull’ son las piezas instrumentales, con especial atención para esta última, donde una guitarra limpia y el piano dialogan desembocando en paisajes verdaderamente inspirados, similares a los alemanes Sylvan y con teclados próximos a Kit Watkins que, por si no os suena, os diré que a parte de las opulentas melodías en Happy The Man, fue tecladista de Camel y desarrolló una pródiga carrera en solitario codeándose con estrellas del jazz fusión.

Pero no es hasta el final donde la apuesta se vuelve sólida. ‘No One Left To Blame’, a parte de una lírica madura y exquisita, posee algunos recursos bastante experimentales, geniales arabescas y un puñado de rolls geniales a cargo de Marek Romanowski, el batería que se ha adaptado como un guante en apenas tres meses dentro de la banda. Durante los 7:52 minutos de la pieza sí hay arrojo y ganas de contar algo distinto y, justo cuando el asunto se pone interesante, se acaba. Será ese efecto tardío del que habla el título del álbum. Da la impresión de que Osada Vida no despega porque no quiere: conoce la fórmula y tiene los ingredientes, pero se conforma con un arroz tres delicias rapidito y calentado en el microondas.

Grupo:Osada Vida

Discográfica:Metal Mind Records

Puntuación:6

Canciones:

  1. King Of Isolation
  2. Sky Full Of Dreams
  3. Still Want To Prevaricate?
  4. Lies
  5. Dance With Confidence
  6. I’m Not Afraid
  7. Losing Breath
  8. Restive Lull
  9. Haters
  10. No One Left To Blame

Año:2014-11-19

Votación de los lectores:5